sábado, 20 de diciembre de 2014

Londres en el tintero

A estas alturas del siglo, al menos una generación de mis lectores no habrá tenido nunca contacto con los tinteros, aquellos pequeños recipientes contenedores de tinta para escribir “a mano” con plumilla y palillero. Aunque este objeto haya perdido toda su vigencia, no ocurre lo mismo con una frase que lo menciona. Cuando decimos que “algo se quedó en el tintero”, queremos indicar que hay cosas que no se dijeron o quedaron pendientes, tomando al tintero como fuente del contenido de lo que se expresa. En este contexto, mi entrada anterior en el blog adoleció de algunos detalles que se quedaron “en el tintero” y que creo conveniente desvelar ahora para completar mi particular visión de la capital británica.

Si los trámites de entrada en el aeropuerto de Stansted fueron lo que fueron, la salida no fue mejor. Contabilicé hasta 22 puntos de control de equipaje de mano, cifra que no está nada mal. Lamentablemente, 14 de ellos no funcionaban, con lo que el desbarajuste resultó tan monumental como a la llegada

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Los hoteles londinenses son caros: se debe calcular un presupuesto de entre 170 y 200 libras por noche para un hotelito similar a un tres o cuatro estrellas español. En uno de ellos tuve que convivir con una emergency exit o “salida de emergencia”, perfectamente señalizada e iluminada –blanco sobre verde–, ¡en el interior de mi habitación! Imposible conocer, por no pecar de ignorante, si solo para mí uso o para la evacuación de la planta, en cuyo caso mejor no pensar cómo hubiera quedado aquello: ¿“La senda de los elefantes”?...

Londres mantiene una merecida fama de ser la capital europea donde peor se come. En general, los restaurantes, como los hoteles, son caros sin paliativos. El plato nacional, el fish and chips, no es más que un pescado barato –originalmente, bacalao o abadejo-, empanado o empanizado, servido con una guarnición de patatas fritas y guisantes, que suele ofrecerse por menos o bastante menos de 10 libras, según dónde. Como alternativa, multitud de restaurantes hindúes y chinos proponen al viajero sus raciones exóticas y más bien escasas a precios disparatados. A los amantes del vino, les harán pagar unas 20 libras –de ahí para arriba– por una botella de incierto caldo sudafricano o dudoso rioja.

L noriaDicho esto y aun así, Londres bien merece una visita. Solo su nombre ya sugiere historia y señorío. Atesora lugares emblemáticos como el Big Ben, la catedral de St. Paul, el Tower Bridge, la abadía de Westminster, la National Gallery, la Torre de Londres, el Natural History Museum, el London Eye –noria mirador de 135 metros de altura–, el Palacio de Buckingham… Para mí gusto, nada tan impresionante como el British Museum, piedra Rosetta incluida.

En Trafalgar Square podrán admirar, por estas fechas, un sorprendente y enorme gallo azul, de la artista alemana Katharina Fritsch, que ha despertado cierta controversia, instalado sobre lo que se llama el “cuarto plinto”, donde se van mostrando diferentes obras de artistas diversos. En 2002, con motivo del Mundial de Fútbol, el museo de cera “Madame Tussauds" exhibió la figura de David Beckham.

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Las calles antiguas de la City son, para mi gusto, las más fascinantes de la ciudad. La Square Mille ocupa el terreno alrededor del cual los romanos alzaron el primer bloque defensivo hace casi 2.000 años. Estrechos callejones y antiguas iglesias conviven con modernas construcciones, edificios de oficinas e instituciones financieras. De lunes a viernes la City es un hervidero, pero el ritmo se detiene los fines de semana para disfrute de los turistas y de los escasos vecinos de la zona.

Si les gusta “empinar el codo”, pasen por el Bar Pepito, una bodega española en el King’s Cross. No dejen de visitar, en el mismo barrio, el Spaniard’s Inn. Se trata de una taberna que data de 1585, con más carácter que un musical del West End. Aquí pasaba el rato el bandolero Dick Turpin, entre robo y robo, aunque también ha sido el garito preferido de personajes más respetables, como Dickens o Lord Byron.

Disfruten de Londres, “la flor de todas las ciudades”, a decir del poeta escocés William Dunbar.


IMÁGENES: Arriba, un plato de “fish and chips” que, sin ser una maravilla gastronómica, podrá sacarle de algún apuro sin castigar el bolsillo...  ni el estómago. Centro, London Eye, la noria de Londres. Abajo, el gallo azul de Trafalgar Square con la National Gallery a la izquierda.

sábado, 6 de diciembre de 2014

Londres: aeropuertos y arañas

“¿Qué se podría decir de Londres que no se haya dicho ya?”. Esta frase contundente abre las páginas de una de las tantas guías puestas a disposición de quien desee disfrutar de la historia y poderío, cultura y sordidez, alegrías y desaciertos en esta ciudad de trazado y tráfico insufribles donde conviven más de 250 nacionalidades diferentes cuyos ciudadanos, tolerantes, apenas se escandalizan por nada: “Mientras no espantes a los caballos, colega, todo irá bien”.

Sin embargo, las guías no mencionan determinados escenarios que el viajero debería conocer de antemano para, efectivamente, no escandalizarse por nada. Aquellas brujas con escoba sobre las que escribí en un par de ocasiones, precursoras de los vuelos de bajo costo, se llaman ahora Ryanair, Vueling, EasyJet… y han aumentado considerablemente el tráfico en algunos de los aeropuertos alejados de la capital británica, cuyas instalaciones no están, ni muchos menos, preparadas para gestionar la avalancha de vuelos y pasajeros que se les viene encima.

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Nada más desembarcar en la terminal de Stansted, los ojos del viajero se sorprenden con un enorme cartelón punteando la línea UK Border, es decir, la frontera británica. No existe ninguna indicación para quienes, procedentes de otro país miembro de la Unión Europea (UE), deberíamos poder movernos con absoluta libertad, como derecho fundamental establecido en los tratados de Schengen de 1985 y 1990, y expresado a través del “espacio de libre circulación, libertad, seguridad y justicia, exento de fronteras internas” (sic). Ni una sola indicación de que estamos en territorio comunitario.

Con un par de aviones de tipo medio, aquello se colapsa. Cientos de pasajeros, europeos o no, en un singular atropello tercermundista y bananero, pasan los controles de inmigración exhibiendo un documento nacional de identidad o un pasaporte electrónico. Las máquinas de lectura automática, supuestamente high tech, se bloquean reiteradamente y un voluntarioso empleado, precisamente hindú, presta apoyo manual para sacar adelante el trámite migratorio, tan arbitrario como innecesario para los nacionales de la UE.

London 2No debieron resultar así de peliagudas las formalidades de aduana para cierta intrusa que, en el medievo, decidió empadronarse definitivamente en la abadía benedictina de Westminster, lugar tradicional para las coronaciones y entierros de los monarcas ingleses y británicos. De origen mediterráneo, aseguran que la viajera llegó de España en uno de los tantos barcos que transportaban grano para las islas. Se la conoce como Segestria Florentina, luce un aterciopelado color verde iridiscente y es la araña europea más grande de su familia zoológica.

Vive entre las grietas de los muros de la abadía, atenta a las vibraciones de los hilos de seda que irradian desde una especie de tubo a cuya entrada se aposta, lista para la caza y captura de una presa más o menos comestible: mosca, polilla, cucaracha… que haya tenido la desgracia de rozar la telaraña. A las abejas y avispas las ataca en la cabeza, a fin de mantener alejado su peligroso aguijón. Si alguien la acosa, probablemente le morderá “en defensa propia”, causándole una ligera irritación en la piel, no mayor que la provocada por el roce con una ortiga. Nada grave.

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Se han localizado algunos ejemplares en el interior del palacio de Buckingham, residencia de la reina. Se dice de Isabel II que sería capaz de mantener la compostura, sin pestañear, ante la avalancha de un caballo lanzado al galope. Sin embargo, la visión de una de estas arañas le haría dar un brinco, aterrorizada, a la mesa o silla más próxima o a colgarse de una de las pesadas cortinas que cubren las ventanas de palacio. Motivo más que suficiente para la movilización inmediata de su guardia personal, de cara a la neutralización fulminante de la intrusa.

En otros pagos, la gente no teme a las arañas, culturalmente importantes y, en ocasiones, un delicioso aperitivo. Bien tostaditas, por si acaso.


IMAGENES: Arriba, aeropuerto de Stansted, colapsado, a las afueras de Londres. Centro, araña “Segestria Florentina”, que puede medir hasta 22 mm de largo. Abajo, palacio de Buckingham con la guardia formada.

sábado, 22 de noviembre de 2014

Trileros

Gran parte de mis lectores no sabrá que los trileros son profesionales del engaño, de un juego callejero llamado trile, asociado a la estafa, que se practica tradicionalmente en zonas concurridas por turistas y gente desprevenida.

Existen dos modalidades: la primera se juega con tres cartas de la baraja, generalmente un rey y dos doses, y la segunda con tres cubiletes y una bolita. En ambos casos, el objetivo del juego es que la víctima o jugador adivine dónde está el rey o debajo de qué cubilete se encuentra la bolita. Hábilmente manipulados por el estafador, el incauto debe apostar a la posición en la que cree que se encuentra el elemento en cuestión.

El trilero es ayudado por otros miembros de la banda, haciendo de gancho, quienes persuaden a la víctima de la facilidad para acertar y ganar dinero. El método más común es apostando a la elección ganadora, en cuyo caso el estafador paga generosamente al jugador ganador quien, como digo, es un compinche del grupo de tramposos.

El trile callejero está asociado al equívoco, mediante mañosos juegos de manos, para evitar que el jugador acierte con la posición correcta. En el caso de la bolita, el truco del estafador consiste, mediante una elaborada habilidad de prestidigitación rápida, en esconder la bolita en alguna de sus manos para evitar que la víctima la localice. Obviamente, este truco no lo hará cuando desee que el jugador acierte. En algunos casos el trilero permitirá que una víctima que no es cómplice del fraude atine con la posición correcta. Suele consentirlo cuando la cantidad apostada es baja, con el objetivo atraer más ingenuos a la trampa.

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En un concurrido y soleado fin de semana, en las Ramblas de Barcelona, las manos del trilero mueven los cubiletes con la habilidad de un alfarero moldeando la arcilla: “Un, dos, tres. ¿Dónde está la bolita?”… vocea frente al variopinto público que se arremolina a su alrededor.

Las circunstancias –a la gente ya no se la engaña con facilidad- y la dudosa rentabilidad del oficio, han obligado a la reconversión de los trileros catalanes en una mafia trincona que saquea y desvalija todo lo que se le pone a tiro. Esta tropa de depredadores ha ido incorporando sucesivos golfos oportunistas, partidos políticos, políticos, clanes familiares y clubes de amigos que se han repartido negocios y corruptelas.

Desde el caso Banca Catalana, que salpicó temprano al entonces presidente de la Generalitat y cofundador de Convergència i Unió, Jordi Pujol, se han registrado hasta una veintena de casos de corrupción en los que se ha involucrado al partido.

El relevo generacional, tanto de cargos políticos como de empresarios dispuestos al cohecho, parece asegurado. Como en el caso de las ITV, en el que otro Pujol, hijo del anterior, aparece imputado por intentar amañar concursos de adjudicación de estaciones de inspección técnica de vehículos.

forges-justicia-corrupcionCitar de corrido, por no aburrir al lector, otros casos en la Cataluña del seny, donde los responsables del Palau de la Música habrían expoliado hasta 30 millones de euros en sus últimos años al frente de la institución, junto con el del Hotel del Palau, por el que se inculpa a la antigua cúpula de Urbanismo de Barcelona. O el caso Turismo, que condenó al ex secretario general de la formación socialcristiana y a un empresario catalán por malversación de fondos públicos a base de informes innecesarios copiados de internet. O el más reciente de los 30 millones de euros de Pujol padre, heredados del suyo y depositados en paraísos fiscales...

Profesionales del trile con honorables disfraces.


IMÁGENES: Arriba, trileros en las Ramblas de Barcelona; instalaciones precarias para salir huyendo a todo trapo. Centro, honores al honorable. Abajo, viñeta de Forges.

FUENTES CONSULTADAS:

> Wikipedia: trile.
> ABC: El clan de los 400. Retrato de la corrupción en Cataluña.
> El Oasis Catalán, Xavier Casals, Edhasa, Barcelona 2010.

sábado, 8 de noviembre de 2014

Madame Charité

En una diminuta isla de las Pequeñas Antillas del Caribe, en una sencilla casita de vivos colores, modesta y limpia, habitaba Madame Charité con sus siete hijos y ningún marido, sobreviviendo con la sapiencia heredada genéticamente de sus antepasados africanos y sus abuelas caribeñas, como un fragmento de la historia cotidiana del lugar.

Resultaba difícil no verla. Su cuerpo, espectacularmente alto y grande, en torno a unas doscientas libras que gustaba vestir de blanco, turbante incluido, con elegante coquetería. Su busto, una cama de matrimonio y sus caderas una plaza de toros donde debieron celebrarse inolvidables corridas. Dicen que la primera fue a cargo de un ingeniero francés que la sedujo en un rincón de la plantación y le dejó el primer recuerdo de carne y hueso. Luego vinieron otros amantes y otros hijos hasta completar la cifra cabalística: siete como los siete días de la semana o las siete notas musicales o los siete pecados capitales o los siete colores del arcoíris. Así eran los chicos: de todos los tonos de piel, caras, tamaños y color de ojos imaginables.

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No tenía apuro en la vida. En momentos de mucha necesidad, sus siete hijos se repartían entre las familias donde se olían cocinados de cerdo o de pargo a la criolla o de cualquier otra cosa comestible. Felizmente, esos tiempos habían pasado. A fuerza de trabajo, honradez y dedicación en cuerpo y alma a la United Fruit, consiguió un puesto de supervisora, como anunciaba la chapa dorada que lucía con orgullo en el lado izquierdo de su impecable y abultado delantal.

Un aciago lunes llegó a la plantación el nuevo capataz, es decir, el supervisor de las supervisoras, mal encarado y feo como para hacer llorar a las cebollas. En el primer cruce de miradas, Madame Charité tuvo la convicción de que aquel sapo le iba a hacer la vida imposible, pero la peculiar parsimonia de la mujer era directamente proporcional a su cordura, sabiendo que el que manda, manda, y que sería mejor no provocarle y tener la fiesta en paz.

Charité 11 de la canaria  Julia ChillónEntre amagos de prepotencia de él y soberbia impasible de ella fueron pasando los días, hasta que una tarde, el capataz ordenó a Madame Charité que le sirviera un café. Todas las miradas de sus compañeras se volvieron alternativamente del uno a la otra, avizorando la tormenta bajo techo que no tardó en estallar. La supervisora se negó, haciendo valer su condición de tal: “No te equivoques conmigo, boss”, replicó, y continuó haciendo su tarea como si tal cosa. La indiferencia de la mujer desencadenó una retahíla interminable de gritos y amenazas que no consiguieron doblegar aquel orgullo femenino amasado en años de penuria y olor a banano.

El capataz puso los hechos en manos del patrón quien, a su vez, los elevó a conocimiento del juez, el cual dispuso la presencia inmediata de la rebelde frente a su señoría. Madame Charité llegó al juzgado con su traje y turbante impecablemente blancos, flanqueada por sus siete hijos, alegando que no tenía dónde dejarlos, bañados y repeinados para la ocasión. Se sentaron todos en un banco largo y, cuando el reloj de la iglesia dio las siete campanadas de la tarde y el juez se disponía a hablar, la mujer miró a sus hijos y les dijo suavemente: “Ya”. La confusión se apoderó de la sala y todo se anegó de lloros, gritos, pataletas: “¡Mamá, tengo hambre!”, “¡Mamá, me meo!”, “¡Mamá, tengo sed!”, “¡Mamá, caca!”, “¡Mamá, me duele!”…

Incapaz de continuar con aquella insoportable algarabía, el juez concluyó que enfrentarse a un capataz maleducado y feo no era tan grave y, en previsión de mayores males para la integridad de su juzgado, ordenó a Madame Charité, a quien conocía bien, que saliera inmediatamente de la sala con sus hijos y que no se le ocurriera nunca más aparecer por allí. Y así aconteció.

Al capataz le mudaron de isla y no se le volvió a ver por la plantación. Volvieron las aguas a su cauce y Madame Charité a sus tareas de supervisora y al cuidado de su numerosa prole.

Ínclitas razas ubérrimas…


IMÁGENES: Arriba, en una de estas casitas de colores vivía Mme. Charite. Abajo, retrato de una supuesta Mme. Charité, pintado por la artista canaria Julia A. Chillón.

sábado, 25 de octubre de 2014

El muro de Adriano

Adriano busto"Los viejos dioses murieron y los nuevos no habían llegado todavía. Hubo un momento en el que el hombre estuvo solo", escribió Flaubert. Durante ese periodo único en que la humanidad respondió solamente ante sí misma, el emperador Adriano (76-138 d.C.) tomó una decisión extraordinaria que dejaría una profunda huella en Occidente: ordenó la construcción de un muro para "separar a los bárbaros de los romanos", como señala la Historia Augusta en la única referencia clásica a la primera frontera fortificada de Europa.

Después de un largo periodo en el que las piedras romanas fueron utilizadas a lo largo de los siglos para construir castillos, iglesias o granjas, existe una pregunta fundamental a la que aún no se le ha encontrado respuesta: ¿Para que servía esa inmensa muralla? Algunos la comparan a una puerta en mitad de la nada, una frontera claramente artificial, porosa, “como de barro, de bruma o de hojarasca por la que el aire transita, por la que el cuerpo resbala, se filtra y trasmina”, en palabras de Dino Buzzati. "Fue construido para mostrarse imponente, pero no para mantener a los bárbaros fuera del imperio”, según Mary Beard, de la Universidad de Cambridge.

adriano  botijoRecuerdo, de cuando era niño, la explicación mágica que me daba mi padre acerca del funcionamiento del botijo: las paredes porosas de barro cocido permitían el trasiego minúsculo, invisible, del aire hacía el interior de la vasija, lo que creaba una corriente imperceptible que refrescaba el agua alojada en su interior con una frescura natural, no de nevera, sino con un cierto regusto a pared de bodega olvidada. A cambio, el agua encerrada exudaba por los mismos poros, deslizándose por las paredes exteriores de la vasija hasta crear un minúsculo charco en las baldosas negras y blancas de la cocina.

El mundo ha estado siempre plagado de muros, fronteras y paredes, porosas o no. Desde elementos naturales, magnas cordilleras y caudalosos ríos, a simples líneas cartográficas irreconocibles sobre el terreno y, con frecuencia, auténticas murallas construidas con el pretexto de la defensa de un territorio o de su economía o de “protección antifascista”, como el llamado “telón de acero” o iron curtain que dividió Europa desde el mar Báltico al Adriático, o como la gran muralla china, visible desde la Luna, dicen: una fortificación construida y reconstruida entre el siglo V a.C. y el siglo XVI para proteger la frontera norte del imperio de los ataques de los nómadas xiongnu de Mongolia y Manchuria.

El muro de Adriano o el de Berlín, la muralla china o la muralla romana de Lugo, el muro de las lamentaciones en Jerusalén, las murallas de Dubronik, de Ávila, de Micenas o de Babilonia, las del gueto de Varsovia… Afortunadamente, todas han dejado de desempeñar el papel para el que fueron construidas, integrándose como elementos relevantes de circuitos turísticos, lúdicos o religiosos, cuando no en Patrimonio de la Humanidad.

Adriano, muroSin embargo, políticos sin escrúpulos, en una iniciativa lamentable y desgraciada, pretenden resucitarlas erigiendo nuevos muros: fronteras impermeables para ocultar rapiñas y fraudes, proteger identidades nacionales que nunca existieron y supuestos derechos de incógnito origen, o para manipular y mistificar impúdicamente la historia de este país de héroes, dictadores, aventureros y egregios hijos de puta que es España.

El escritor galés Ken Follet es contundente: “Me preocupa mucho el ascenso de políticos que buscan despertar el odio. Desde mi punto de vista, el nacionalismo es un callejón sin salida”. Aun así, Follet no acierta del todo: despertar el odio es solo un “daño colateral” inevitable. El verdadero objetivo pasa por blindarse contra un sistema que, mal que bien, acaba siempre desenmascarando a ladrones honorables.

Añadan canut y barretina, pónganle música de sardana y tendrán el cuadro completo.


IMÁGENES: Arriba, busto del emperador Adriano del siglo II, hoy en el Palazzo dei Conservatori, Roma. Centro, botijo español de barro cocido. Abajo, fortificación en el muro de Adriano.

OTROS PERSONAJES CITADOS EN EL TEXTO:

Beard, Mary: Latinista de la Universidad de Cambridge y profesora de Literatura antigua.

Buzzati, Dino: Fue un novelista y escritor de relatos italiano, y periodista del Corriere della sera.

Flaubert, Gustave: Está considerado uno de los mejores novelistas occidentales y es conocido principalmente por su primera novela publicada, Madame Bovary.

Follet, Ken: Escribió Los pilares de la tierra y su secuela Un mundo sin fin, así como la trilogía Century, cuyo tercer volumen finaliza con la caída del muro de Berlín.

OTROS DETALLES:

La Historia Augusta es una colección de biografías escrita en latín de los emperadores romanos, sus colegas y los usurpadores del trono, que abarca el periodo comprendido entre 117 y 284. Se presenta como la unión de las obras de seis autores diferentes. Sus mayores problemas están relacionados con las fuentes utilizadas, y con determinar cuánto del contenido de la obra es pura ficción.

El canut, la barretina y la sardana forman parte de la cultura de Cataluña y su significado puede consultarse pulsando sobre cada elemento.

sábado, 11 de octubre de 2014

Tontos con nombre propio

Hay tontos que no son tontos, y hay tontos que tontos son,
y hay tontos que vuelven tontos a los que tontos no son.

Los versos de arriba –si pueden considerarse como tal– me los recitó, hace muchos años, el que fuera embajador de España en Noruega, como respuesta a mi comentario de que yo era medio tonto para la cocina. Estábamos en Oslo, tratando de sacar adelante un bacalao al pilpil para celebrar la salida de la cárcel de un amigo español, encerrado durante siete días por dar positivo en un control de alcoholemia. Se dedicaba, mi amigo, a la exportación de bacalao, salmón y otras delicatessen de aquellas aguas del norte. Aportó una materia prima de lo mejor, así que el plato resultó delicioso.

Estaba con nosotros un pintor de nombre Miralles, de quien ya no recuerdo si era catalán o valenciano, que exponía en la Casa de España y a quien le compré una de sus obras. El caso fue que, hablando de arte, bacalao y tontos se nos hizo de noche. Nada extraño, dado que, en aquellas latitudes y por aquella época del año, las horas de luz se reducen, más o menos, de 9 de la mañana a 2 de la tarde.

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El embajador, muy en su papel, nos habló de la tradición hispánica en el amplio y complejo mundo de los pícaros, mentecatos, bobos, truhanes y necios de todo pelaje, y de su experiencia numerosa y abundante en palabras, frases, casos y anécdotas recogidas en el acervo popular.

No faltó una referencia completa a la singularidad de nuestros tontos. El refranero hispano asegura que “cada lunes y cada martes hay tontos en todas partes” proliferando, además, abundantes modos de manifestar la tontería, que no es sino la calidad o ejercicio estúpido de este inútil arte. El sabio rabino Shem Tob, mediado el siglo XIV, se hace eco de esta realidad: Que los tontos mil tantos son (más) que los que entyenden… La Biblia, por su parte, afirma que “es infinito el número de los necios”.

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La cantidad de expresiones y frases hechas de uso común es enorme. Una con la que siempre he conectado es “ser más tonto que Abundio”, como paradigma de insensatez, cerrazón y cortedad de entendimiento. A todos los que se llaman Abundio –más de 600 en España–, a buen seguro que no les hará ninguna gracia, aunque tengamos un amplio repertorio de tontos nominales tapizando el suelo patrio: Pichote, Cardoso, el cojo Clavijo, Perico el de los Palotes, Panarra, el tonto de Coria, el del Bote, el de Capirote, los de Carabaña… Sin olvidarnos del genial tontaina que tuvo la ocurrencia de asar la manteca en el dedo y del omnipresente tontolculo.

En su día pasó por loco insigne, diciéndose de Abundio que vendió el auto para comprar gasolina, los zapatos para comprar cordones y la vaca para comprar leche; que fue a vendimiar y se llevó uvas de postre, y que, en una carrera en la que corría él solo, llegó el segundo.

tontos 6En España, el nombre gozó de popularidad debido al culto a San Abundio, un presbítero martirizado por los árabes en el año 854. Algunos creen que este santo podría estar en el origen del dicho, ya que hasta en 11 ocasiones le ofrecieron los musulmanes desdecirse de sus supuestas injurias al Corán, sin éxito.

Otros sostienen que el personaje existió entre los siglos XVII y XVIII en Córdoba, donde protagonizó una solemne tontería parecida a la de Ambrosio y su carabina, aunque de naturaleza distinta. Se le atribuye haber pretendido regar con apenas agua, "con el solo chorrillo de su verga", un cortijo andaluz. Empresa a todas luces descabellada, a no ser que pretendiera regar otros campos metafóricos con el aparejo citado, en cuyo caso distaría mucho de merecer la fama que el tiempo le ha asignado.

Pensándolo bien, acaso nos encontremos ante el precursor del riego por goteo y debiéramos erigirle un monumento.


IMÁGENES: Por esta vez, sin comentarios… ¿Hacen falta…? (El de abajo es San Abundio, que no sé qué uso le daría a la espada).

FUENTES CONSULTADAS:

El libro de los insultos, de Pancracio Celdrán, Editorial del Prado, Madrid 1995.

Diario ABC, Madrid 2014.

Biblia Vulgata, vulgata editio (edición divulgada), traducción de la Biblia hebrea y griega al latín realizada por San Jerónimo por encargo del papa Dámaso I en el año 382, editada por Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid 1946.

Para detalles sobre “la carabina de Ambrosio”, pulse aquí.

sábado, 27 de septiembre de 2014

Invirtiendo en bolsa

Esta mañana no he salido a caminar porque estábamos envueltos en una tormenta de esas de otoño, empujando ya para ocupar su lugar hasta que llegue el invierno. Tampoco me he duchado porque dicen que no es bueno meterse bajo la ducha con tormenta, que puede caer un rayo cerca y se cuela por las tuberías del agua y te jode. O sea, que te deja literal y conceptualmente frito.

Por entretener la mañana, me he puesto a leer en internet un acervo de consejos supuestamente útiles e imprescindibles para invertir en bolsa con poco riesgo y me he quedado con dos que, según el autor, todo inversor debe conocer. El primero es un aforismo que dice: “Quien vende por necesidad, pierde por obligación”. El segundo se refiere al conocido principio de Murphy que sostiene que “si algo puede salir mal, saldrá mal”. Muy esclarecedor, como ven.

Acciones BancoMadrid864Con este trascendental bagaje de valiosos conocimientos, me he sentido ya competente y habilitado como para enfrentarme a la compra de unas acciones por internet. Las puedo vender también en la red y hacerme con otras. Es muy divertido, aunque me da un poco de miedo volverme un ludópata de esto de jugar en la bolsa y tener que ir a Tele 5 a contar mi caso en público y que se entere todo el mundo.

Andaba yo procrastinando un poco, que es un palabro que quiere decir “diferir” o “aplazar”, o sea, dejar para mañana y, para no dejarlo, me metí de lleno por donde la web de las acciones y ahí estaban esperándome como chocolatinas, como patatas chips de esas que no puedes comerte solo una. En fin, que en un plisplás me he convertido en inversor de bolsa –mirá vos–, inducido tal vez por el aspecto de la web del bróker, que me recordó al monopoly de mis –¡ay!– lejanos años adolescentes.

Poco a poco, se va haciendo uno con lo que llaman una “cartera de valores”, que no es más que una lista con los nombres de las acciones que tienes, para que mires en la sección de bolsa del diario lo que has ganado o perdido y te pases un rato jugando a comprar y vender y a conjeturar con la calculadora al lado, como si fueras un tipo importante. El valor de las acciones que has adquirido te lo quitan de la cuenta bancaria y te ingresan, cada tanto, unos beneficios que siempre te parecen míseros, marginales y calamitosos. Todo automático, todo como muy high tech.

Acciones Bilbao_-_BBVA_2Las compré del BBVA. Siempre me gustó ese banco y el edificio que tienen en la Plaza Circular, en Bilbao, muy cerca de la estación del ferrocarril; recuerdo de cuando viajaba yo cada día a sacarme el bachillerato, disfrutando de la modernidad a lo Liverpool de esta ciudad que apodábamos cariñosamente el bocho, porque está materialmente metida en un agujero. Fumando ideales o celtas bajo el imprescindible paraguas, como hongo protector del sirimiri, la llovizna de los vascos, lluvia fina y persistente como la garúa de los argentinos.

Es curioso eso de llamar “Plaza Circular” a la que, oficialmente, se denomina o se denominaba Plaza de España, pero ya se sabe que nombrar a España por aquellas tierras es como mentar al diablo. Hay por allí cerca otra plaza con preciosos parterres estilos francés e inglés: la Plaza de Moyúa, en honor del que fuera alcalde de Bilbao hace muchísimos años, y que casi nadie llama por su nombre sino Plaza Elíptica, aludiendo a su característica forma geométrica.

Volviendo al tema de las acciones, dejar constancia de que, invariablemente, he perdido dinero saliéndome de los plazos fijos y cosas de esas que te dan poco, pero que arriesgas menos. La última vez fue cuando la Cristina Fernández, presidenta de Argentina, me afanó las preferentes que tenía yo en Repsol YPF, que ya les conté. No sin esfuerzo, pude recuperar toda la plata en forma de bonos de la compañía española.

Tiburón financiero que es uno.


IMÁGENES: Arriba, acción del Banco de Madrid, de 1864. Abajo, torre del BBVA en la plaza de España de Bilbao, hoy plaza Circular; a la derecha de la imagen, monumento a don Diego López de Haro, fundador de la villa.

sábado, 13 de septiembre de 2014

La vida es un continuo

La primera vez que leí “la vida es un continuo” me sonó raro, y no fui capaz de percibir en conciencia el enorme calado de la expresión. El diccionario de la RAE me señaló que “continuo” significa “que dura, obra, se hace o se extiende sin interrupción”. En ello estamos.

vida 1Los efectos de la radiación ultravioleta y las tormentas eléctricas sobre las moléculas elementales de los gases atmosféricos de hace 3.000 o 4.000 millones de años, dieron lugar a otras moléculas cada vez más complejas: los aminoácidos y ácidos nucleicos que, probablemente, quedarían atrapados en las charcas de aguas poco profundas formadas en el litoral del océano primitivo, donde continuaron evolucionando y diversificándose [i]. Desde entonces, la vida no ha dejado de ser vida.

Cuando dos gametos de la especie humana, uno procedente del padre y otro de la madre, se fusionan, dan origen a un ser vivo. Vivo, porque vivos estaban los gametos –omnis cellula ex cellula [ii]– y de la especie humana porque humanos son sus progenitores. Es decir, surge un nuevo ser, pero no surge vida como un fenómeno nuevo porque en ningún momento ha dejado de haberla. De aquí que la vida es un continuo y que, rebobinando, llegaríamos hasta la célula primigenia, gracias a la cual nuestra existencia está unida a una cadena de vida sin interrupción.

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Un ser vivo pertenece a una especie y sólo a una y siempre a la misma durante todo su ciclo vital, que es el tiempo comprendido entre la concepción y la muerte. No se puede estar vivo sin pertenecer a una especie: otra cosa sería un absurdo, sin sentido biológico alguno. Así pues, durante todo nuestro ciclo vital somos humanos puesto que, si nuestros padres lo han sido, no podemos ser otra cosa.

Una ex ministra española [iii], socialista, oponiéndose a la futura norma que regulará el aborto, llegó a afirmar sin ruborizarse que el feto no es un ser humano, añadiendo que lo que quieren los grupos pro-vida es encarcelar a las mujeres y que la iglesia y la religión son los promotores del movimiento antiabortista.

No se necesita apelar a la teología ni a la iglesia ni a la religión para explicar la pertenencia a la especia humana de todo ser vivo engendrado por humanos. Se puede ser agnóstico o ateo y contrario al aborto, como es el caso del filósofo español Gustavo Bueno [iv], marxista y padre del materialismo filosófico, quien ha argumentado magistralmente afirmando que “defender el aborto es como defender la esclavitud” y que “el suicida dispone de su propia vida; con el aborto se dispone de una vida ajena”.

vida 4En la misma línea, el intelectual y filósofo socialista italiano Norberto Bobbio [v], en una entrevista en Il Corriere della Sera, manifestó contundente:

“Voy a citar dos derechos: el primero, el del concebido, es el fundamental; el otro, el de la mujer, es un derecho derivado. Para mí este es el punto central. El derecho de la mujer, que suele esgrimirse para justificar el aborto, puede ser satisfecho sin necesidad de recurrir al aborto, evitando la concepción. Pero una vez hay concepción, el derecho del concebido sólo puede ser satisfecho dejándole nacer.”

El aborto es un tema que debería tener sus bases en el respeto que toda vida merece. Sin embargo, algunas opciones políticas, quieren llevarlo hacia la religión y, de ese modo, hacernos pasar por meapilas a todos los que elegimos la vida. Lo que deberían hacer es aquello de lo que presumen, es decir, defender al más débil.

Dice mi mujer que, claro, como en este caso el más débil no vota, quizás no les resulte rentable.


IMÁGENES: Arriba, moléculas elementales. Centro, ser vivo perteneciente a la especie “homo sapiens”. Abajo, Norberto Bobbio en un sello del correo italiano. 

[i] Alexander Oparín, biólogo y bioquímico soviético: Teoría del origen de la vida.

[ii] Rudolf Virchow, padre de la patología moderna. Acuñó el término omnis cellula ex cellula: toda célula proviene de otra célula.

[iii] Se trata de Bibiana Aído que, según El Confidencial, trabaja ahora en la ONU Mujeres, cobrando entre 10.000 y 13.000 euros mensuales. Recuerden que el ex-presidente Zapatero donó a ONU Mujeres más de 200 millones de euros durante su mandato, tal vez para asegurar un puesto a gentecilla como la citada.

[iv] Gustavo Bueno en Forum Libertas.

[v] Norberto Bobbio en Solidaridad.

sábado, 30 de agosto de 2014

La espera

La espera 1Mirando al parque de frente, hacia donde sale el sol, desde la entrada sobre el puente del río Huerva, las hileras de árboles a izquierda y derecha del paseo central convergen hacia la escalinata de acceso al monumento a Alfonso I el Batallador, rey de Aragón, que se perfila sobre el cielo deslucido de un verano que se va.

Si la mirada está coloreada con alguna melancolía, la visión podría sugerir varias interpretaciones. Frente a la entrada del parque, la plaza de Carlos V y la torre de la antigua feria de muestras permanecen indiferentes al tiempo y a la espera. Los rieles del tranvía, como los trazos paralelos de un dibujante, contornan el parque por uno de sus lados. En la esquina, las personas esperan.

Ella también espera, o cree esperar, o no espera nada. Su hombre, él, debería aparecer a la llegada del tranvía, pero la duda consume su alma de mujer. El amor, en los últimos tiempos, ha estado bailando sobre una cuerda floja: desencuentros, dudas, olvidos, silencios, indiferencia…

Hace como que mira pero, en realidad, no mira nada. Desea que él llegue a la hora que acordaron. Pero desconfía. Se traiciona para no ser traicionada. Quiere olvidar para no ser olvidada, y esa nostalgia profética le apaga al alma con un gris profundo e inevitable.

Imagina que aquella esquina del parque, dentro de unos años, ya no será la misma. Y esa certeza de que todo pasará, de que solo quedará el recuerdo, hace que se sienta profundamente sola, desamparada de sí misma. Mientras espera, imagina un entorno sin color, como una víctima más del moho del tiempo. El tranvía habrá dejado de existir y los automóviles pasarán sobre lo que fue su camino de hierro. Nadie esperará en la esquina: ni muchachas con minifaldas ajustadas ni mujeres con pantalones de lycra –ya no se llevarán pantalones de lycra– ni hombres fumando con el Heraldo en la mano.

La espera 2a

Comienza a desear con todas sus fuerzas que él llegue hoy, consciente de que tal vez sea esta la última oportunidad que les queda, antes de que el futuro ensaye los pasos fatales hacia el olvido inevitable.

El tranvía se detiene y el estómago de ella se retuerce y contrae como un caracol. Los pasajeros salen uno por uno hasta que el vehículo queda casi vacío. Ella anticipa el dolor de la mujer olvidada, el dolor persistente de promesas incumplidas. El tiempo no puede cambiar lo que mejor sabe hacer: fijar el punto en torno al cual giran y se voltean nuestras vidas.

Él, el último pasajero, desciende como un aliento rezagado del metal. Él, por fin, sobrevive al paso del momento, del instante esperado. La ve correr hacia él.

la espera 3

Ella le besa apasionadamente y él no entiende su entusiasmo, su explosiva felicidad. Su amor ha bailado sobre una cuerda floja en los últimos tiempos. Ella sigue besándole, segura de que así protege su amor en ese rincón del parque que ya no será nunca el mismo, redimido del temor de la espera y ausente de cualquier atisbo de melancolía.

Ahora caminan felices por el paseo central, ajenos a su entorno, como una acuarela romántica. Las hileras de árboles a izquierda y derecha inclinan sus copas a su paso en discreta reverencia al amor recuperado. Desde lo alto, la efigie pétrea de Alfonso I el Batallador perfila una real mirada de complacencia.

La tarde serena, el tiempo, se iluminan con la sonrisa del viejo rey de Aragón.


IMÁGENES: Arriba, Monumento a Alfonso I el Batallador, rey de Aragón (1073-1134), en el Parque José Antonio Labordeta de Zaragoza. Centro, tranvía de Zaragoza, línea única. Abajo, caminando juntos.

sábado, 16 de agosto de 2014

Racismo y otras injurias

Nadie nace odiando a otra persona por el color
de su piel, o su origen, o su religión.
(Nelson Mandela)

En aquellos felices años de mi infancia escolar, nuestro maestro, don Emilio Brull, autoritariamente calvo, nos impartía regularmente unas sabias lecciones sobre ciencias naturales extraídas de la enciclopedia escolar al uso, Bruño o Dalmau, con el apoyo de los dos solos, precarios y únicos murales de que disponíamos en el aula: uno sobre las plantas fanerógamas y el otro sobre la extracción de la resina del pinus pinaster, nada menos.

La otra lección recurrente versaba sobre las razas humanas. El asunto se suscitaba con ocasión del domingo mundial de la propagación de la fe o “Domund”, que la iglesia católica promovía y promueve aún, creo, para recolectar fondos con destino a las misiones y misioneros que despliegan su generoso apostolado en países que a nosotros se nos antojaban entonces en el mismísimo culo del mundo.

Racismo 1

Con este plausible fin, se repartían en las escuelas unas huchas reproduciendo la cabeza de un negro o de un chino, cada una de su color, todas con la necesaria ranura en la parte superior para introducir nuestro óbolo. Dos razas de las cinco que el bueno de don Emilio trataba de fijar en nuestras alocadas neuronas: blanca, negra, amarilla, cobriza y aceitunada, estas dos últimas relativas a los indios americanos y a los aborígenes de Australia e islas de por allá.

No constituía reprobación alguna ni el color de las cabezas del Domund ni el hecho de que llamáramos negros a los negros. Ahora se nos acusaría de racismo alegando mil razones entonces inexistentes. Como si todo el mundo, hoy, debiera complacerse, por decreto, con la sopa de sobre, los sanfermines o los moros de la morería [1], por poner unos ejemplos. Años atrás, durante mis periplos por el, quiérase o no, “continente negro” [2], a mí me llamaban el blanco o le blanc o the white, según y dónde, lo cual me parecía lo más natural del mundo. Más bien timbre que baldón.

¿De dónde proviene pues eso de llamar “subsahariano” [3] a un negro bien negro del África negra…? Algún gilipollas iletrado, de encefalograma plano y –sin confirmar– mal llamado progresista, para que se vayan ustedes centrando, algún gilipollas de esos, digo, determinó un día que llamar negros a los negros era políticamente incorrecto y no se le ocurrió otra memez que el señalado eufemismo [4], alusivo a los que viven por debajo del desierto del Sáhara. Imaginen que a nosotros los europeos nos llamaran “suprasaharianos” o “supragibraltareños” o “suprapollas”, que también sería posible. Escándalo.

Racismo 3Recuerdo la batahola que montó Eto’o, negro como la antracita, cuando, en Zaragoza, amagó con abandonar el campo de fútbol porque le habían gritado: “¡negro!”. Intervino la autoridad deportiva y determinó que aquello era un acto de intolerable racismo y genuina xenofobia, sancionando al club por semejante infamia.

A Cristiano Rolando le recibían en casi todos los estadios con una cancioncilla que decía “Ese portugués, hijo de puta es”. Nadie medió en el asunto porque aquello nunca se consideró racismo. El bueno de Cristiano, industrioso en sus goles memorables, acabó pasándose la musical estrofa por el forro de sus mismísimos ovoideos gametos.

racismo 5

No hace mucho tiempo se ha armado otra buena porque a un tal Alves le tiraron un plátano y el futbolero, con ganas de hacer lo que mejor sabe, –teatro– se lo comió, pelado, en el mismo terreno de juego. No me parece mal su reacción. La ola de estupidez y sandios que nos inunda ha determinado que comerse un plátano es, al presente, un acto de rechazo al racismo, un icono, un símbolo antirracista que cuenta con el apoyo de determinados personajes de la televisión y la política.

A Figo le tiraron en Barcelona una cabeza de cerdo asada. Infieran lo que hubiera pasado si decide comérsela, sin prisas, antes de proceder al saque de esquina. O si hubiera sido negro.

Obviamente, racistas y racismo se desprestigian por si solos, sin necesidad de iconos ni políticos.


IMÁGENES: Arriba, las huchas del Domund (falta una raza). Centro, una “caricia” no racista al genial Ronaldo. Abajo, sí, pero algunos más que otros.

[1] “¡Abenámar, Abenámar, moro de la morería, el día que tú naciste grandes señales había! Estaba la mar en calma, la luna estaba crecida, moro que en tal signo nace no debe decir mentira”. (Romance de Abenámar, siglo XV, autor anónimo).

[2] Vasco de Gama fue el primer europeo que circunnavegó África, en 1497. En los siglos posteriores, sus costas fueron muy exploradas, pero nadie se atrevió a poner un pie en el interior hasta bien entrado el siglo XIX. Así el miedo a lo desconocido está detrás del dark continent, traducido al español por “continente negro”.

[3] Correctamente utilizados, los términos “África negra” y “África subsahariana” hacen referencia a aquellos países del continente africano que no limitan con el mar Mediterráneo. No obstante, se discute si no sería más propio utilizar “sursahariano”, dado que no significan lo mismo uno u otro prefijo. Ver aquí algunos detalles sobre el tema.

[4] Los eufemismos son muy empleados en el discurso llamado “políticamente correcto” para evitar posibles ofensas a grupos de individuos o como instrumento de manipulación del lenguaje.

sábado, 2 de agosto de 2014

Serguei, carpintero

Después de unos pocos días en Asunción, acabo de llegar a Dubná (Дубна en ruso) [1], en el óblast de Moscú, en una tarde oscura, lluviosa y desapacible que no invita precisamente a abandonar el modesto hotelito de 45 euros/noche en el que residiré durante un par de semanas. Me distraigo ojeando en internet la prensa española, por si me inspira algo para la próxima entrada al blog, pero no encuentro nada atractivo.

Leo que los de la plataforma “Libres e Iguales” piden que se retire el tratamiento de “Muy Honorable” a Jordi Pujol, quien fuera presidente del gobierno autónomo de Cataluña. Ante el temor de una filtración, ha preferido confesar y pedir perdón por los problemas fiscales en los que está envuelto. Mantuvo en Suiza, durante más de 30 años, una supuesta herencia de su padre, aunque lo negara ante la prensa más veces que San Pedro a Nuestro Señor Jesucristo.

Tri- Pujol

Fuentes judiciales apuntan que la familia Pujol solo comenzó a movilizarse, para regularizar su situación ante la Hacienda española, a raíz de la publicación en El Mundo de la existencia de una cuenta en Andorra en la que, en un mes, la esposa del “muy honorable” y cuatro de sus hijos realizaron once ingresos por valor 3,4 millones de euros. Ciertamente, se perdió el “seny” com a característica de la societat catalana basat en un conjunt de valors ancestrals, o algo así.

Un poco más abajo dice el diario que un tal Sánchez de camisa blanca “aboga por el federalismo para cambiar España”. Igualito a lo que decía Rubalcaba, a quien los sindicalistos bailaron el agua [2] descaradamente por los favores recibidos.

TrivagosCierto que estos se apuntan a la Ruta Quetzal o a una expedición al Himalaya si hay marisco y albariño. Pero nadie explica qué es eso del federalismo y qué nos aportaría: cuáles son sus ventajas, primacías, méritos, virtudes, provechos, utilidades, estrategias, presupuesto... Ya la pringamos en su día con lo de las autonomías y sus comunidades históricas, déficits asimétricos y otras mandangas. No vayamos a joder de nuevo la marrana. [3]

Nada importante, como ven. Mejor lo dejamos y les cuento la historia de Serguei.

Había una vez un virtuoso carpintero ruso llamado Serguei que se ganaba la vida tallando los objetos más hermosos que uno pueda imaginar. Una mañana salió al bosque, a la taiga, a recoger madera, pero comenzó a nevar intensamente y, cuando se disponía a dar media vuelta, algo le llamó poderosamente la atención. Al acercarse comprobó que se trataba de un trozo de espléndida madera, la mejor que había visto en su vida.

Talló con ella una muñeca tan hermosa que decidió quedársela para que le hiciera compañía: “Te llamaré Matrioska“, le dijo. Cada mañana, se dirigía a su única compañera: “Buenos días, Matrioska”. Un día, la muñeca le respondió: “Buenos días, Serguei”. El carpintero se llevó un buen susto, pero se sintió muy feliz por tener alguien con quien hablar.

Matrioskas 1

Pasado un tiempo, el buen hombre notó que la muñeca estaba triste y decidió preguntarle por el motivo de su aflicción. Matrioska le contestó que anhelaba una hijita. “Tendré que abrirte para sacar madera de ti, y será muy doloroso”, le contestó Serguei, a lo que ella le replicó: “En la vida, las cosas importantes requieren siempre algunos sacrificios”. Ni corto ni perezoso, Serguei talló una preciosa réplica, más pequeña, a la que llamó Trioska.

Pero el instinto maternal se apoderó igualmente de Trioska, y Serguei accedió a que ésta tuviera –cómo negárselo– otra hijita. Esta vez se llamaría Oska. Pero Oska también quería descendencia. El carpintero comprobó que apenas quedaba madera dentro de Oska. Tras reflexionar un rato, talló un muñeco varón diminuto al que bautizó como Ka. Entonces, metió a Ka dentro de Oska, a Oska dentro de Trioska y a Trioska dentro de Matrioska. Un triste día, Matrioska desapareció misteriosamente con toda su parentela. Serguei quedó desolado.

Si alguna vez encontráis a Matrioska, Trioska, Oska y al pequeño Ka, avisar a Serguei enseguida, y no dudéis en colmar de cariño a sus muñecos.


IMÁGENES: Arriba, viñeta de Gallego & Rey en el diario “El Mundo” del 03/07/2014. Centro, Twitter presenta a Los Trivagos (“El Referente” del 16/03/2012). Abajo, muñecas Matrioska en el Izmailovo Market de Moscú. La foto es mía.

NOTAS:
(1)
Dubná es una ciudad de unos 60.000 habitantes a 125km al norte del oblast de Moscú. Se desarrolló tras la Segunda Guerra Mundial a partir de uno de los centros de investigación nuclear más grandes del mundo. La decisión de construir un acelerador de protones fue tomada por el gobierno soviético en 1946. El emplazamiento de Dubná fue escogido a raíz de su aislamiento relativo de Moscú y de la presencia de la central eléctrica de Ivánkovo. El nombre del elemento 105, el dubnio, se deriva del nombre de la ciudad.
(2) “Bailar el agua” es una expresión que significa halagar, adular, someterse o adelantarse a los deseos de otro. En Andalucía, las criadas regaban y salpicaban los patios y corrales para que estuvieran frescos cuando llegara el amo. También aparece en El Quijote, en boca de Sancho: “… y que yo no he de estar obligado a otra cosa que a mirar por su persona en lo que tocare a su limpieza y a su regalo, que en esto yo le bailaré el agua delante" (Capítulo IV, 2ª parte)
(3) “Joder la marrana”. Esta expresión nada tiene que ver con el nombre de la hembra del cerdo o chancho. Se denomina “marrana” al eje de la rueda de la noria de los antiguos molinos de grano por el ruido que produce al girar, semejante al gruñir del animal citado. Antaño era habitual que, tras las labores de recogida del grano, se amontonasen los labradores en los molinos, produciéndose con frecuencia disputas acerca de quién debería moler primero, para así vender antes su harina. Era frecuente que, a quien no le parecía adecuado el orden que le correspondía en el reparto de los turnos, tiraba al descuido piedras, palos o cualquier otro objeto, para interrumpir el giro de la noria del molino y así “joder la marrana”.

sábado, 19 de julio de 2014

De vuelta en Asunción

Olvidé sacar la tarjeta de embarque por internet y, al día siguiente, tuve que pasar por el mostrador de Iberia con mucha antelación por si me podían asignar mi asiento preferido. Me gusta el “A” porque mi oído izquierdo, un poco apagado ya, queda sin nadie al lado, huérfano junto a la ventanilla. El derecho me permite mantener una conversación normal, a decibelios razonables, con mi vecino y con la azafata, respondiendo con soltura a su pregunta, aburrida y monótona, de si prefiero pollo o pasta. Lo de conversar con mi vecino es un decir, dado que tengo cierta propensión a dormirme profundamente en los viajes largos. Bueno, y en los cortos.

Asunción 1

El caso es que sí, que me dieron un “A” pero, lamentablemente, en una fila al fondo de la enorme aeronave. Lo bueno, que mi vecino se fue a conversar con alguien a quien conocía y me dejó su sitio libre para poner mis cosas, mis pies y la bandeja de la comida una vez terminada de ingerir. Lo malo que, tan atrás, cuando te llega la prensa no queda en el carrito más que el USA Today y el Financial Times. Me decido por la revista Ronda Iberia del bolso frente a mi asiento.

A través de ella me entero, mientras despegamos, de que en Tokio han aparecido restaurantes de gatos, que no son sitios donde se coma gato ni tampoco donde vayan los gatos a comer, como pudiera suponerse, sino lugares a donde acuden los japoneses a buscar la calidez afectiva de estos animales de compañía. Dice la noticia que es que las gentes del Japón andan faltas de ternura.

¿Por qué será que el concepto “ternura” tiene –al menos en español, inglés y francés– dos significados bien distintos, uno más anímico y el otro más gastronómico? Seguro que, etimológicamente, proceden de la misma raíz y que no están relacionados con la cosa japonesa, algo más cursi, más como de decoración de restaurante chino. No obstante, eso de que la ternura afecte al sentido del gusto debería ser, cuando menos, motivo de reflexión.

asunción 2

¿Por qué será, también, que a todas las azafatas y azafatos les gusta dejarte claustrofóbicamente encerrado, con la bandeja de la comida sobre la mesita desplegada, mucho después de terminar de engullir aquella cosa calvinista y hereje? No puedes levantarte, no puedes mear si te meas, no puedes mover pie ni pierna y te dan ganas de gritar: “¡se den prisa, coooño!”

Con ayuda de la botellita de vino de la impúdica cena y un culín de Cardenal Mendoza que me obsequió la Rotenmeyer azafata, caí redondo. No llegué despierto ni a cuando recogían las bandejas y volví al mundo con el aterrizaje, casi 10 horas después. Una delicia de viaje.

En tierra, evacuada la vejiga y medio zombi, a menos de las seis de la mañana, me fui al sector de conexiones internacionales donde, por excepción, solo me hicieron cambiar de mostrador dos veces. Guarulhos, en Sao Paulo, es totalmente ineficaz, como si lo hicieran adrede para que pierdas el avión. Las escaleras mecánicas funcionan casi todas, aunque algunas zonas huelen considerablemente mal. Hay que anotar en su descargo que han abierto una terminal de nueva planta para lo del Mundial de Fútbol, desde la que se realizará la conexión –ya estará funcionando– con los vuelos de la TAM a Paraguay.

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La modorra persistió insistente durante el vuelo hasta Asunción y otra vez me desperté con la convulsión de las ruedas contra la pista de aterrizaje. Allí, a la salida de la terminal, estaba Édgar, el conductor grande, hipertenso, tímido, gordísimo, a quien le ataca la gota de vez en cuando y se ríe de su cojera, esperándome con el coche limpio.

Deshaciendo la maleta, me di cuenta de que en algún lugar me habían desposeído de la camarita de fotos que me compré en Panamá, pero me dejaron la funda para que no lo notara.

Con toda delicadeza. Todo un detalle.


IMÁGENES: Arriba, un sueñecito nunca viene mal. Centro, la hora de la cena. Abajo, espectacular Asunción, plaza Uruguaya.

sábado, 5 de julio de 2014

Estupidez absoluta

summa stultitia 1Parece como si la especie humana se encaminara inexorablemente hacia la summa stultitia de los clásicos. Especulo con ello después de leer las sandeces que aparecen en algunos productos, como pretendidas advertencias de más que dudosa utilidad para antes, en y después de su empleo. En ellas me apoyo para presagiar el próximo y concluyente final del homo sapiens. Disculpen, parece como si hoy pretendiera sacar a relucir mi escaso acervo latino del viejo bachillerato.

No estoy seguro de si somos realmente tontos o si nos hacen serlo o si son otros los tontos que nos hacen tontear. Lo irracional es como un singular patrimonio de ridículas advertencias o recomendaciones de uso sobre cualquier artefacto, alimento, herramienta o juguete, preferiblemente importado. Para que no pasen al olvido, en los Estados Unidos se celebra un concurso a cargo de una organización cuyo espíritu es “poner de manifiesto cómo los pleitos legales han creado la necesidad de generar advertencias absurdas en el uso de productos”.

forges-periodico-instruccionesAsí, no es extraño encontrar en un envase de pastillas para dormir la aclaración “puede producir somnolencia” o, en un monopatín para niños, “este producto se mueve cuando se utiliza”. Los despropósitos parecen no tener fin y, como cada año se recicla el ranking, el concurso premia con 500 dólares y un libro titulado La muerte del sentido común a quien remita la etiqueta o el envase original con el texto más ridículo. Me conmueve el título del libro.

Celebrada ganadora fue la advertencia de un cochecito de bebé que anunciaba: “Retire al niño antes de plegarlo”. Estas de abajo, disparatadas joyas de la bobería, tampoco desmerecen como finalistas:

  • En el cartucho de una impresora láser: “No comer el tóner”.
  • En una caja de salmón: “Contiene pescado”.
  • En un termómetro médico: “No usar el termómetro oralmente después de utilizarlo en el recto”.
  • En una etiqueta de un taladro para carpintería: “Este producto no es apto para trabajos dentales.”
  • En la etiqueta de una botella de detergente: “Si usted no puede leer estas advertencias, no utilice este producto.”
  • En un parasol de cartón de los usados para cubrir el parabrisas del auto: “No conduzca con el parasol colocado”.
  • En la etiqueta de un cuchillo de cocina: “Nunca intente agarrar con las manos el cuchillo en el aire”.
  • En un posavasos de papel con un mapa dibujado: “No es válido para navegar”
  • En un disfraz de Superman: “Este traje no proporciona la capacidad de volar”.

summa stultitia 2

Las cosas de la casa son una fuente de majaderías que fluyen inagotables:

  • En una lavadora: “No introducir personas en esta máquina”.
  • En el manual de una plancha eléctrica: “No planchar la ropa sobre el cuerpo”.
  • En la etiqueta de una bandeja para horno: “Este producto se calienta cuando el horno está en funcionamiento”
  • En el manual de un televisor: “Antes de ver un programa, encienda el televisor”.
  • En algunas comidas congeladas: “Sugerencia para servir: descongelar primero”.
  • En un cuchillo de cocina coreano: “Mantener fuera del alcance de los niños y de las mascotas”.
  • En una sierra eléctrica sueca: “No intente detener la sierra con las manos”.
  • En el manual de un teclado para PC: “Si su teclado no funciona, escríbanos un e-mail a tech@razor.com”.

Dice mi mujer que nunca se debe atribuir a la inteligencia lo que, sin duda, es fruto de la estupidez.


IMÁGENES: Por esta vez, sin comentarios. Creo que no los necesitan.

sábado, 21 de junio de 2014

Montañas y gigantes

“Dame las alas de un buitre leonado: las necesito para cortar el viento y ser como un velero navegando sobre piedra granítica y valle líquido. Dame la agilidad del rebeco que brinca por las cumbres y laderas de mi Pirineo, y la prudencia de una marmota para respetarlas. Dame vida para seguir marcando la huella de mi bota en todos sus senderos”. (Anónimo)

Allá donde las casas y después los árboles y a continuación la hierba desaparecen, nace un reino estéril, salvaje y mineral. Sin embargo, en su pobreza extrema, en su desnudez total, ofrece una riqueza que no tiene precio: la felicidad y placidez que se descubren en los ojos serenos de quienes lo miran. De quienes lo frecuentamos.

Veo los grandes picos con sus cumbres nubladas señalando al infinito, como si un dios poderoso los quisiera alzar al cielo con sus manos. Oigo la música de un distante rebaño y las campanas graves de una iglesia perdida en un valle lejano. Huelo el fragante aliento de los pinos… Contemplo el solemne vuelo de las águilas, arriba, y el amarillo agresivo de una mariposa cleopatra, abajo, revoloteando inquieta a la altura de mis narices. En la grieta de una piedra, la siempreviva se aferra a la vida, como el aromo, desesperadamente. El púrpura azulado de los lirios y el blanco impoluto del edelweiss, la flor de la nieve, acicalan el ralo pasto de altura, redondo, traidor y resbaladizo.

Las montañas sólo viven por el amor de los hombres. Son bellas por muchas razones y están colmadas de leyendas. Los Pirineos albergan una de las culturas más antiguas del mundo, a juzgar por su folklore, mitología y tradiciones. En el siglo pasado circuló el rumor de la existencia de un hombre de las nieves, un gigante cubierto de pelo blanco vagando por las montañas después de ser convertido en un anciano por la maldición de una muchacha.

En nuestros días, en una pequeña aldea perdida entre las arrugas de la cordillera, vive una mujer que asegura que, en su juventud, siendo pastora, vio un gigante enorme, cubierto de pelo, quizá, decía ella, un extraño animal, una especie de gorila escapado de un zoológico.

PN Ordesa 2La presencia de gigantes y hombres salvajes es muy abundante en las leyendas del Pirineo. Esta figura mítica recibe muchos nombres: chigán, bigán o gigant... todas utilizadas por los montañeses haciendo referencia a su altura. El nombre de crepazero, se refiere a su hábitat: las grietas y placas de hielo, las crepas. El de brinzoner, quizá haga referencia a su cuerpo velludo, como los brinzones: plantas de apretadas hojas punzantes que tapizan de amarillo las laderas de nuestros montes. El mito dice que a veces no son plantas, sino la espalda de una determinada especie de gigantes que se mimetizan de esa manera. La presencia misteriosa de o biello, “el viejo”, un ser inconcreto que puede aparecer en cualquier momento, dotado de autoridad y antigüedad.

Algunas narraciones hablan de “genios de las nieves” y de “espíritus de las montañas”, seres incorpóreos ocultos en intrincados parajes de difícil acceso. Por último, se habla de los moros para referirse a una raza dotada de grandes y extraños poderes: moras llaman a las fadas o hadas, y moros son los constructores de dólmenes.

Pero la belleza de las cimas, sus leyendas, la libertad en los grandes espacios, la estrecha relación con la montaña y sus gigantes, y los rudos placeres de la escalada, resultarían mustios y hasta amargos sin la amistad de la cordada: amistad entrañable forjada en el compañerismo, la cordialidad, la entrega, el esfuerzo… Alegrías y tristezas compartidas.

Dice mi mujer que donde existe una voluntad, hay un camino.


IMÁGENES: Arriba, mi mujer Marichu y mi amigo Luis acercándose al pico de la Sagette (2.031 m), en el lado francés de los Pirineos. Abajo, servidor de ustedes, hace algunos años, metido en la canal Roya (roja), lado español del Pirineo Central.