sábado, 24 de octubre de 2015

Una historia de amor

Manuel Souto, gallego de Pontevedra, fue mi profesor de latín durante el bachillerato. En clase le llamábamos respetuosamente “don Manuel”, aunque entre los estudiantes era más conocido como “el purdi”, en reconocimiento al uso y abuso que hacía de la expresión “por decirlo así” que, con su fuerte acento gallego, se convertía en “purdicirlo así”.

En lugar de hacernos memorizar vocabulario, declinaciones, estructuras morfosintácticas y galimatías por el estilo, nos enseñaba la asignatura de una manera práctica, dedicando todo su esfuerzo a que aprendiéramos a leer, comprender, traducir y comentar textos de autores de la antigüedad, cuidadosamente seleccionados para activar nuestra fantasía.

Amor anibal_alpes1Así, nuestra imaginación de adolescentes  nos llevaba a cruzar los Alpes con el ejército de Aníbal y sus elefantes, contemplando desde lo alto le belle campagne della soggetta Italia, o luchando con las legiones del emperador Augusto en la conquista de Hispania o defendiendo Roma de las invasiones bárbaras… Otras, incursionábamos en la literatura mítica, de la que recuerdo una leyenda de Ovidio que me impactó lo suyo.

Ceix, hijo de Venus, diosa del amor y de la belleza, asustado por ciertas predicciones siniestras, resolvió cruzar el mar y trasladarse a un lugar de Asia Menor para consultar al oráculo de Apolo. Su fiel esposa, Alcíone, hija de Eolo, dios de los vientos, trató de disuadirle de su propósito con quejas y tiernos reproches.

A pesar de que las lágrimas de su amada le conmovían hasta lo más hondo del corazón, Ceix no cedió en su propósito y procuró infundirle ánimo: “Si el destino consiente en devolverme a la patria, te juro, por mi radiante madre, que estaré de regreso antes de que la luna se haya renovado dos veces”. Cuando Alcíone alzó sus húmedos ojos y vio a su amado esposo que, de pie en la popa, le enviaba los últimos adioses, no pudo soportar tanto dolor, cayendo desmayada en la orilla.

Amor AlcioneEn plena travesía, negros nubarrones ocultan el cielo y llega la noche, iluminada sólo por el rayo que rasga las tinieblas. Retumba incesante el trueno y las olas se elevan cada vez más, anegando el barco con sus aguas. “¡Alcíone!”, grita Ceix, sintiendo cerca el final de su vida. “¡Alcíone!”, suspira al cerrarse las olas sobre su cabeza mientras la nave, con todos sus ocupantes, se hunde en el negro abismo del mar.

Una mañana, al cumplirse la primera luna, Alcíone se dirige a la playa para visitar el lugar donde diera el último adiós a su amado. Perdida la mirada en el océano, con ojos llorosos, vislumbra entre las olas el cuerpo sin vida de su adorado esposo. Quiere lanzarse al mar, desesperada, cuando unas alas la levantan en el aire y ella, gimiendo dolorosamente, las agita como un ave, volando a ras de las aguas para posarse, sollozando, sobre el pecho del marido muerto. ¿Se diría que él siente la proximidad de su fiel esposa? Sí, ciertamente. Los dioses, compasivos, convierten el cuerpo de Ceix en un hermoso alción –martín pescador– y le infunden nueva vida. Ahora, trastocados en bellas aves de espectacular plumaje, los esposos vuelan juntos y se conservan fieles al tierno amor que les uniera.

SONY DSCTodos los años, mediado el invierno, se dan siete días de bonanza en los que no sopla ni la más pequeña ráfaga de viento. Es entonces cuando la hembra del ave se dispone a incubar los huevos en el nido que flota sobre la tersa superficie del mar.

Son los "días del alción", que no conocen tempestades.


IMÁGENES: Arriba, el general cartaginés Anibal Barca cruzando los Alpes con 80.000 hombres y 37 elefantes de guerra (218 aC): “Encontraremos un camino y, si no, lo crearemos”. Centro, Alcione y Ceix en una pintura de la época. Abajo, una pareja de alción o martín pescador (Alcedo Atthis) con una presa que el macho ofrece, enamorado, a la hembra.

sábado, 10 de octubre de 2015

Miedo al 13

La tercera semana de este mes de octubre nos trae un martes 13 que, junto con el viernes 13 en países anglosajones, constituyen días de malos augurios y negros presagios, aunque sus connotaciones negativas no tengan ningún fundamento científico. Sobreviviremos al maleficio, creo.

martes13 5La triscaidecafobia es el miedo persistente, anormal e injustificado al número 13, desde la antigüedad etiquetado como de mal agüero por varias y caprichosas razones. En la última cena había doce apóstoles más Jesús, con Judas, el traidor, como el discípulo número 13. En la Cábala, el Zohar enumera a 13 espíritus malignos. En el libro del Apocalipsis, el capítulo 13 corresponde al anticristo y a la bestia. Una leyenda escandinava cuenta que, en una cena de dioses, el espíritu del mal, Loki, era el invitado número 13. En el tarot, el arcano XIII hace referencia a la muerte, representada por un esqueleto con una guadaña en la mano siniestra con la que va cortando cabezas.

En los aviones de Iberia, Alitalia, Emirates, la panameña Copa y tal vez en algunas compañías más, la fila que sigue a la 12 es la 14. El álbum Alivio de luto, de Joaquín Sabina, tampoco presenta este número: después de la pista número doce viene la pista "+uno". Igualmente, los discos de la banda uruguaya No te va gustar carecen de la pista número 13, pasando directamente de la 12 a la 14.

martes 13 3Veamos el caso del compositor austriaco Arnold Schoemberg. Alcanzó fama por haber “inventado” una nueva forma de componer música, llamada de doce tonos o dodecafónica, cuyo resultando es una melodía disonante y, para mucha gente, dolorosa de escuchar. La razón por la que le menciono aquí no es por eso, sino por su temor irracional al número 13.

Su vida está plagada de anécdotas. Por ejemplo, su ópera “Moses and Aaron” tuvo que volverse a titular como “Moses and Aron”, con una “a” menos en “Aaron”, porque el título original tenía 13 letras. Sus temores alcanzaron un punto crítico al aproximarse su 65 cumpleaños. Convencido de que moriría precisamente ese año por ser divisible por 13 y agobiado por sus miedos, llamó a un astrólogo amigo rogándole le confeccionara su horóscopo. Afortunadamente, su amigo le aseguró que no tenía nada que temer y que sobreviviría a sus 65 años sin dificultad… al menos hasta que el fatídico 13 conspirara de nuevo contra él.

Quedó el músico muy aliviado sabiendo que, al menos, tenía por delante otros 13 años sin ninguna preocupación. Sin embargo, poco después recibió la carta de un nigromante advirtiéndole del peligro que suponían, no solo los números divisibles por 13, sino todos aquellos cuyos dígitos sumaran la fatídica cifra: el 76, por ejemplo. El caso es que el hombre falleció a los 76 años, el 13 de julio de 1950… casualmente divisible por 13.

martes 13 4

¿Qué podemos deducir de esta inquietante historia? ¿Fue realmente el 13 quien mató al ilustre compositor? ¡Por supuesto que no! A Schoemberg pudo matarle la enfermedad o el estrés originado por un miedo irracional. Todos los miedos son peligrosos, sea a determinadas fechas, a las arañas, a los gatos negros, a los martes o viernes 13, a la sal derramada o a los espejos rotos.

Dice mi mujer que la razón y el conocimiento representan el fin de la superstición y de los temores infundados, pero no se lo tomen al pie de la letra. Por si acaso.


IMÁGENES: Arriba, alegoría del martes 13; centro, retrato del compositor austriaco Arnold Schoemberg; abajo, salero derramado.