sábado, 21 de junio de 2014

Montañas y gigantes

“Dame las alas de un buitre leonado: las necesito para cortar el viento y ser como un velero navegando sobre piedra granítica y valle líquido. Dame la agilidad del rebeco que brinca por las cumbres y laderas de mi Pirineo, y la prudencia de una marmota para respetarlas. Dame vida para seguir marcando la huella de mi bota en todos sus senderos”. (Anónimo)

Allá donde las casas y después los árboles y a continuación la hierba desaparecen, nace un reino estéril, salvaje y mineral. Sin embargo, en su pobreza extrema, en su desnudez total, ofrece una riqueza que no tiene precio: la felicidad y placidez que se descubren en los ojos serenos de quienes lo miran. De quienes lo frecuentamos.

Veo los grandes picos con sus cumbres nubladas señalando al infinito, como si un dios poderoso los quisiera alzar al cielo con sus manos. Oigo la música de un distante rebaño y las campanas graves de una iglesia perdida en un valle lejano. Huelo el fragante aliento de los pinos… Contemplo el solemne vuelo de las águilas, arriba, y el amarillo agresivo de una mariposa cleopatra, abajo, revoloteando inquieta a la altura de mis narices. En la grieta de una piedra, la siempreviva se aferra a la vida, como el aromo, desesperadamente. El púrpura azulado de los lirios y el blanco impoluto del edelweiss, la flor de la nieve, acicalan el ralo pasto de altura, redondo, traidor y resbaladizo.

Las montañas sólo viven por el amor de los hombres. Son bellas por muchas razones y están colmadas de leyendas. Los Pirineos albergan una de las culturas más antiguas del mundo, a juzgar por su folklore, mitología y tradiciones. En el siglo pasado circuló el rumor de la existencia de un hombre de las nieves, un gigante cubierto de pelo blanco vagando por las montañas después de ser convertido en un anciano por la maldición de una muchacha.

En nuestros días, en una pequeña aldea perdida entre las arrugas de la cordillera, vive una mujer que asegura que, en su juventud, siendo pastora, vio un gigante enorme, cubierto de pelo, quizá, decía ella, un extraño animal, una especie de gorila escapado de un zoológico.

PN Ordesa 2La presencia de gigantes y hombres salvajes es muy abundante en las leyendas del Pirineo. Esta figura mítica recibe muchos nombres: chigán, bigán o gigant... todas utilizadas por los montañeses haciendo referencia a su altura. El nombre de crepazero, se refiere a su hábitat: las grietas y placas de hielo, las crepas. El de brinzoner, quizá haga referencia a su cuerpo velludo, como los brinzones: plantas de apretadas hojas punzantes que tapizan de amarillo las laderas de nuestros montes. El mito dice que a veces no son plantas, sino la espalda de una determinada especie de gigantes que se mimetizan de esa manera. La presencia misteriosa de o biello, “el viejo”, un ser inconcreto que puede aparecer en cualquier momento, dotado de autoridad y antigüedad.

Algunas narraciones hablan de “genios de las nieves” y de “espíritus de las montañas”, seres incorpóreos ocultos en intrincados parajes de difícil acceso. Por último, se habla de los moros para referirse a una raza dotada de grandes y extraños poderes: moras llaman a las fadas o hadas, y moros son los constructores de dólmenes.

Pero la belleza de las cimas, sus leyendas, la libertad en los grandes espacios, la estrecha relación con la montaña y sus gigantes, y los rudos placeres de la escalada, resultarían mustios y hasta amargos sin la amistad de la cordada: amistad entrañable forjada en el compañerismo, la cordialidad, la entrega, el esfuerzo… Alegrías y tristezas compartidas.

Dice mi mujer que donde existe una voluntad, hay un camino.


IMÁGENES: Arriba, mi mujer Marichu y mi amigo Luis acercándose al pico de la Sagette (2.031 m), en el lado francés de los Pirineos. Abajo, servidor de ustedes, hace algunos años, metido en la canal Roya (roja), lado español del Pirineo Central.

6 comentarios:

MaribeL dijo...

Dice mi mujer que donde existe una voluntad, hay un camino.

Que razón tiene tu santa esposa y amiga mía .

Algun paseo por Tu Pirineo me he dado en compañía de la trupe ,,sin duda bello es poco , seria como diria mi abuela, "SUBLIME" como tus relatos con preciosion de semantica a tope . Besicos para todos desde el EBRO.

Mariano Jesús Mingo Naval dijo...

Espero verte, este verano sí, en Jaca, la perla del Pirineo, ese Pirineo que tan bien conoces y tanto amas.
Un saludo.

FG dijo...

Mariano formó parte de la Asociación Diexista Aragonesa (ADXA) y juntos, con algunos otros locos más, hicimos radio desde la cumbre de la peña Oroel, en Jaca, a unos 1 800 m de altura. ¡Qué tiempos!

Jorge Juan A. dijo...

Qué suerte la tuya la de poder pasear por esos lugares tan bellos y espectaculares. Yo tuve el placer de conocer los pirineos oscenses hace años, haciendo un curso de supervivencia, una de cuyas actividades fue la de dejarme tirado por la noche en mitad del valle de Pineta con una brújula y que allá te las compusieras para llegar al Refugio del mismo nombre, el que está, creo, no muy lejos del Parador.

También subí al Aneto, las gradas del Monte Perdido, el mayor de las Tres Sorores. En Aneto fue donde vi las edelweiss en su estado puro total.

Es cierto que se oían a mucha distancia las campanas de alguna iglesia de algún pueblo, porque esos parajes tienen una resonancia particular y que dejaban en verano a los rebaños pastar sin más utensilio para su localización que los cencerros que tenían diferentes tonos para distinguir a los unos de los otros.

Visité el famoso camping de Bielsa y ya entonces se decía que estaba muy mal ubicado, porque era más que evidente que estaba en medio de una torrentera.

En fin, vi y me embelesé de las mismas cosas de las que hablas, pero no vi buitres, sino quebrantahuesos que, como bien sabes, son parientes cercanos, pero más grandes y más bonitos -para mi gusto- además de bastante extendidos por aquellos peñascales emboscados por el silencio y las nieblas veraniegas vespertinas.

No sigo, porque me están dando ganas de irme ya mismo para allá, a tomarme contigo un vinín con unas migas recias de las montañas.

Abrazos desde estos parajes asuncenos donde no para de llover y donde vamos ya por los 220.000 damnificados sin que nadie los ampare, porque ni siquiera han solicitado ayuda internacional para mitigar la catástrofe que para tantas familias están significando los desbordes del Paraná y el Paraguay.

Villar dijo...

¡Qué envidia me das, compañero! Sana envidia, pero envidia al fin y al cabo.

Mariano Jesús Mingo Naval dijo...

No sé qué ocurre con algunos de mis comentarios que, al parecer, no te llegan. Comentaba al hilo de este "post" que efectivamente hace años hicimos radio juntos en los Pirineos pero sobre todo hicimos amistad y compañerismo. Fueron años de Peña Oroel, tortilla de patatas, pacharán refrescado en los neveros, años de piquetas, dipolos y vacas en los prados junto al Midi d'Ossau.

No sé si eran tiempos mejores o peores que los actuales pero sí que es cierto que los recuerdo con un cariño especial y un cierto halo de nostalgia.