sábado, 16 de agosto de 2014

Racismo y otras injurias

Nadie nace odiando a otra persona por el color
de su piel, o su origen, o su religión.
(Nelson Mandela)

En aquellos felices años de mi infancia escolar, nuestro maestro, don Emilio Brull, autoritariamente calvo, nos impartía regularmente unas sabias lecciones sobre ciencias naturales extraídas de la enciclopedia escolar al uso, Bruño o Dalmau, con el apoyo de los dos solos, precarios y únicos murales de que disponíamos en el aula: uno sobre las plantas fanerógamas y el otro sobre la extracción de la resina del pinus pinaster, nada menos.

La otra lección recurrente versaba sobre las razas humanas. El asunto se suscitaba con ocasión del domingo mundial de la propagación de la fe o “Domund”, que la iglesia católica promovía y promueve aún, creo, para recolectar fondos con destino a las misiones y misioneros que despliegan su generoso apostolado en países que a nosotros se nos antojaban entonces en el mismísimo culo del mundo.

Racismo 1

Con este plausible fin, se repartían en las escuelas unas huchas reproduciendo la cabeza de un negro o de un chino, cada una de su color, todas con la necesaria ranura en la parte superior para introducir nuestro óbolo. Dos razas de las cinco que el bueno de don Emilio trataba de fijar en nuestras alocadas neuronas: blanca, negra, amarilla, cobriza y aceitunada, estas dos últimas relativas a los indios americanos y a los aborígenes de Australia e islas de por allá.

No constituía reprobación alguna ni el color de las cabezas del Domund ni el hecho de que llamáramos negros a los negros. Ahora se nos acusaría de racismo alegando mil razones entonces inexistentes. Como si todo el mundo, hoy, debiera complacerse, por decreto, con la sopa de sobre, los sanfermines o los moros de la morería [1], por poner unos ejemplos. Años atrás, durante mis periplos por el, quiérase o no, “continente negro” [2], a mí me llamaban el blanco o le blanc o the white, según y dónde, lo cual me parecía lo más natural del mundo. Más bien timbre que baldón.

¿De dónde proviene pues eso de llamar “subsahariano” [3] a un negro bien negro del África negra…? Algún gilipollas iletrado, de encefalograma plano y –sin confirmar– mal llamado progresista, para que se vayan ustedes centrando, algún gilipollas de esos, digo, determinó un día que llamar negros a los negros era políticamente incorrecto y no se le ocurrió otra memez que el señalado eufemismo [4], alusivo a los que viven por debajo del desierto del Sáhara. Imaginen que a nosotros los europeos nos llamaran “suprasaharianos” o “supragibraltareños” o “suprapollas”, que también sería posible. Escándalo.

Racismo 3Recuerdo la batahola que montó Eto’o, negro como la antracita, cuando, en Zaragoza, amagó con abandonar el campo de fútbol porque le habían gritado: “¡negro!”. Intervino la autoridad deportiva y determinó que aquello era un acto de intolerable racismo y genuina xenofobia, sancionando al club por semejante infamia.

A Cristiano Rolando le recibían en casi todos los estadios con una cancioncilla que decía “Ese portugués, hijo de puta es”. Nadie medió en el asunto porque aquello nunca se consideró racismo. El bueno de Cristiano, industrioso en sus goles memorables, acabó pasándose la musical estrofa por el forro de sus mismísimos ovoideos gametos.

racismo 5

No hace mucho tiempo se ha armado otra buena porque a un tal Alves le tiraron un plátano y el futbolero, con ganas de hacer lo que mejor sabe, –teatro– se lo comió, pelado, en el mismo terreno de juego. No me parece mal su reacción. La ola de estupidez y sandios que nos inunda ha determinado que comerse un plátano es, al presente, un acto de rechazo al racismo, un icono, un símbolo antirracista que cuenta con el apoyo de determinados personajes de la televisión y la política.

A Figo le tiraron en Barcelona una cabeza de cerdo asada. Infieran lo que hubiera pasado si decide comérsela, sin prisas, antes de proceder al saque de esquina. O si hubiera sido negro.

Obviamente, racistas y racismo se desprestigian por si solos, sin necesidad de iconos ni políticos.


IMÁGENES: Arriba, las huchas del Domund (falta una raza). Centro, una “caricia” no racista al genial Ronaldo. Abajo, sí, pero algunos más que otros.

[1] “¡Abenámar, Abenámar, moro de la morería, el día que tú naciste grandes señales había! Estaba la mar en calma, la luna estaba crecida, moro que en tal signo nace no debe decir mentira”. (Romance de Abenámar, siglo XV, autor anónimo).

[2] Vasco de Gama fue el primer europeo que circunnavegó África, en 1497. En los siglos posteriores, sus costas fueron muy exploradas, pero nadie se atrevió a poner un pie en el interior hasta bien entrado el siglo XIX. Así el miedo a lo desconocido está detrás del dark continent, traducido al español por “continente negro”.

[3] Correctamente utilizados, los términos “África negra” y “África subsahariana” hacen referencia a aquellos países del continente africano que no limitan con el mar Mediterráneo. No obstante, se discute si no sería más propio utilizar “sursahariano”, dado que no significan lo mismo uno u otro prefijo. Ver aquí algunos detalles sobre el tema.

[4] Los eufemismos son muy empleados en el discurso llamado “políticamente correcto” para evitar posibles ofensas a grupos de individuos o como instrumento de manipulación del lenguaje.

5 comentarios:

Laura dijo...

¡Sos un hijo de puta! Jaja. Es lo que llamo: decir lo que todos piensan, pero nadie se atreve a decir. Jaja. Está buenísimo. ¡Y muy pertinente!

Paco dijo...

Hola viejo!
Espero que no me tildes de racista y si es así debí decir "mayor". Joder contigo tío vaya viajecito que acabas de hacer Eh!. Me asustaste cuando comentas que os adentrasteis en el mar, enseguida " caí " que lo sobrevolasteis un poquito inquietos. Un abrazote.

FG dijo...

¡Jaja! Evidentemente, "sobrevolamos" el mar, no nos "adentramos" en sus aguas tenebrosas. No me expresé bien. Lo bueno fue que me cambiaron a primera clase gracias a mis puntos y luego todo fue muy bien hasta Madrid.

FG dijo...

Curiosamente, los dos primeros comentarios llegan de mis amigos en Paraguay. ¡Qué guay, ¿no?!

Anónimo dijo...

Me he perdido al AFRICA que pertenezco ,,,,
deseo estes descansado y feliz junto a Penelope , leerte como siempre me entusiasma y me hace sonreír, no esta mal tener buenas costumbres.
Prometido poner en la mesa de la cenita que os debo , el negrito que aun conservo . Atentamente .