sábado, 31 de marzo de 2018

La vieja Cuaresma

Anda nunca mejor dicho— por estos días de la Semana Santa una vieja con siete piernas que amenaza a los niños con ponerles un grano en la cara si no cumplen con sus preceptos. Empezó siendo una anciana desagradable para los chicos y terminó convertida en una especie de bruja que lleva una cesta de verduras en una mano y una bacalada en la otra.

vieja cuaresmaLas siete piernas de la anciana simbolizan las semanas que quedan para la Pascua de Resurrección [1]. Se la representa sobre cartón, tela, papel... Según la tradición, los domingos, a la hora de comer, los niños de la casa le cortaban un pie para quemarlo. El Domingo de Pascua se incineraba a la vieja con el único pie que le quedaba y se procedía a la primera comida suculenta, que solía ser un delicioso guiso de cordero.

En algunos lugares cuentan que esta vieja, en otro tiempo, fue una agraciada joven, tan devota y mística que decidió encerrarse durante las Cuaresmas en una cueva de la montaña, para estar más cerca de Dios y lejos de los hombres.

Pero el pueblo, que jamás perdona al que va por libre, comenzó a murmurar de la muchacha: primero, que andaba amancebada con un bandolero, y más tarde que el bandolero no era tal, sino el mismísimo demonio, al que había entregado su alma y su cuerpo a cambio de diabólicos conocimientos. Tal era el rechazo que le demostraban sus vecinos cuando se acercaba al pueblo, que un año, al llegar la Pascua, decidió no volver a bajar y habitar por siempre en la cueva de la montaña.

viaeja cuaresma 2Nosotros nos quedamos con la nona [2] del bacalao seco y salado, principal protagonista de la cocina de la Semana Santa. Contemplando la costumbre desde este punto de vista gastronómico, llegamos a un tiempo en el que la Cuaresma adquiere un carácter restrictivo, como de castigo o de ayuno, en el que hay que abstenerse de comer carne desde cuarenta días antes de la Pascua Cristiana, justo después de los excesos cometidos el Domingo de Carnaval.

La carne siempre ha sido uno de los alimentos más valorados. Suprimir su ingesta durante la Cuaresma es una forma de hacer una pequeña penitencia y someter el cuerpo a prohibiciones materiales para “preparar” el alma. El bacalao se convirtió en el mejor alimento para suplir el aporte nutritivo de la carne siendo, por excelencia, el pescado estrella de la vigilia.

El bacalao fue, durante muchos años, comida de pobres, aunque la hemos ido sofisticando hasta situarla a un nivel no tan accesible para gente con escasos recursos. Ahora, rizando el rizo, el mercado nos ofrece el skrei, el bacalao más sibarita [3], un manjar de “edición limitada”, según dicen, que se pesca entre enero y abril cerca de la costa norte de Noruega.

TorrijasLa Semana Santa tiene otros platos no menos interesantes, además del bacalao [4]. Son las torrijas (pain perdu, en Francia), un postre que nos permite aprovechar el pan seco de días anteriores. Tan riquísimas como sencillas de preparar, mejoran con una copita de oporto.

En algunas regiones españolas se hacen florones, una masa dulce, frita y crujiente, que tiene forma de una gran flor. Otros dulces típicos de estos días son los pestiños, las rosquillas, los buñuelos de viento, las monas de Pascua, la leche frita… [5]

Pero la reina de la repostería de la Semana Santa es, sin lugar a dudas, la humilde, sencilla y popular torrija.


IMÁGENES: Arriba, la Vieja Cuaresma. Centro, guiso de garbanzos con bacalao y espinacas. Abajo, torrijas preparadas por FG.

[1] Contadas a partir del Miércoles de Ceniza.
[2] En algunas regiones, “abuela”. Nona, por nonagenaria probablemente.
[3] Cada captura se vigila y somete a estrictos controles desde que sale del mar hasta que llega al mercado. El skrei se acondiciona dentro de las 12 horas siguientes a su pesca, garantizando así su excepcional calidad y frescura.
[4] No debería faltar en estos días un buen guiso a base garbanzos con bacalao y espinacas.
[5] De todo ello se pueden encontrar recetas en internet.

Fuentes: Arzobispado de Barcelona, blog La Vida es Bella y folleto de Seafood from Norway.

sábado, 17 de marzo de 2018

Pirineo fantástico: Culibilla

La montaña, imponente, recorta contra el cielo la belleza de sus cumbres. Miras a lo alto y, a cada instante, la perspectiva cambia el paisaje. Aquel picacho, que antes parecía la quilla solitaria de una nave, es ahora una pirámide gigantesca o, desde otro punto de vista, el perfil inmaculado de una diosa.

Al igual que nuestra fabla y nuestras más ancestrales tradiciones, la mitología aragonesa buscó refugio entre las nevadas alturas y los ibones y valles del Pirineo [1]. Allí se conservó de padres a hijos, hasta que la televisión acabó con el hechizo de las largas veladas de invierno y la vida moderna astilló las “cadieras” y apagó para siempre el fuego de los hogares.

Anayet 2

Los bosques y las montañas, las grutas y las cumbres, las nieves y los cierzos crearon el caldo de cultivo adecuado para la leyenda y la tradición. Lo que en tantas culturas ha servido para difuminar la historia de los pueblos, nos vale aquí para descifrar la naturaleza y descubrir su alma poética.

Anayet y Arafita eran los dioses más pobres de la montaña. Su trabajo consistía en procurar alimento para las criaturas que poblaban aquel rincón pirenaico. Eran felices porque, además, tenían un tesoro que no cambiarían por todas las riquezas del mundo: su hija Culibilla, una pequeña diosa a la que el cielo había adornado con todas las gracias imaginables, entre las que destacaban, sin duda, el candor, la bondad y la belleza.

Su cariño y mejores afectos eran para las humildes y laboriosas hormigas con las que Culibilla mantenía largas conversaciones en un milenario lenguaje que solo ellas entendían. Eran tantas, que la diosa decidió bautizar a aquella montaña con el nombre de Formigal, para júbilo y regocijo de todas las hormigas que lo poblaban.

Canal Roya 2

Los días de bucólica paz acabaron cuando Balaitús se enamoró de Culibilla. Era Balaitús un dios fuerte, poderoso y temido por todos los demás dioses del Pirineo. Él amasaba las terribles tormentas que asolaban los valles y, en su ira, fraguaba los rayos capaces de destruir todo lo que se le antojara. Su furor llegaba a estremecer los cimientos de la cordillera.

¿Cómo iba a ser feliz la delicada diosa con aquel bruto? Lo rechazó en mal momento, porque el desairado Balaitús, primera vez que no colmaba sus deseos, juró raptarla y llevársela consigo para siempre. Anayet y Arafita temían su ira, pero ¿qué podían hacer, desamparados, para defender a su dulce hijita?

BalaitúsEn tres zancadas, se presentó Balaitús ante Culibilla, decidido a cumplir su amenaza. Las montañas contemplaban la escena desconcertadas y atónitas, sin posibilidad de ayudar de algún modo a la desgraciada diosa.

Dice la leyenda que, al verse perdida, gritó: “¡A mí las hormigas!”. Millones de hormigas acudieron en socorro de su amiga, cubriendo a Culibilla de tal modo que, mimetizada contra el fondo oscuro de las montañas, la hicieron desaparecer ante los pasmados ojos de Balaitús. Mientras tanto, legiones de hormigas-soldado comenzaron a trepar por las piernas del gigante asestándole dolorosas mordeduras que acabaron por hacerle huir aterrorizado.

En el colmo del agradecimiento hacia sus amigas, Culibilla se clavó un puñal en el pecho para guardar dentro, junto a su corazón, a todas las hormigas que le habían salvado del horror de Balaitús, formándose así el forauagujero profundo— de la peña Foratata.

Desde entonces, no hay hormigas en Formigal.


IMÁGENES: Arriba, el pico Anayet, donde el autor hizo sus primeros pinitos de escalada, y su ibón o lago de montaña . Centro, el autor, hace años, en la Canal Roya, camino de Formigal. Abajo, la mole impresionante del Balaitús.

[1] Todos los nombres que aparecen en este texto son reales y corresponden a montañas o picos del Pirineo Aragonés, con las alturas que se indican: Anayet (2 545 m), Arafita (2 134 m), Culibilla (2 532 m), Formigal (1 550 m), Foratata (2 341 m) y Balaitús (3 144 m). Para alcanzar la mayor parte de estas cumbres se requiere material de escalada.

Fuentes: Desde Jaca y Sherpa Pirenaico.
Fotografías de FG.

sábado, 3 de marzo de 2018

El ascensor

Cuentan que, hace algunos años, un nativo medio salvaje de la Polinesia tuvo que ir a Nueva York, no se sabe muy bien por qué ni para qué. Y que allí, en la ciudad de los rascacielos, alguien trató de explicarle la utilidad del ascensor para resolver el problema del acceso a los pisos más altos. Parece que el polinesio no se entusiasmó demasiado…

En mi país tenemos resuelto ese problema desde hace mucho tiempo: colocamos los pisos uno al lado del otro, en lugar de apilarlos. En lugar de construir una casa de muchos pisos, construimos muchas casas de un solo piso.

ascensor perapalasLe explicaron que, en Nueva York, eso no era posible debido al alto precio de la tierra, más cara que el oro, como una consecuencia natural del progreso. “Pero, ¿usted sabe lo que es el progreso?”, le preguntaron.

—Sí, claro. El progreso consiste en crear dificultades para luego tomarse el trabajo de resolverlas. El progreso consiste en crear miopes para después fabricar lentes; en difundir enfermedades para que los médicos se entretengan en curarlas; en instituir el matrimonio para, luego, inventar el divorcio… El progreso es el ascensor.

Al menos por una vez, estoy de acuerdo con los salvajes de la Polinesia. No porque subir escaleras canse ocho veces más que caminar por una calle, sino porque el ascensor ha neutralizado al vecino y ha suprimido cotilleos, discusiones y broncas en los rellanos.

El ascensor ha puesto fin a las indiscreciones, flirteos y comentarios más o menos atrevidos entre criadas, mucamas, porteras, parteras, seguratas  y repartidores de pizza en mitad de la escalera. La portera vive en el piso 12 y pocos tienen algún trato con ella, aparte del “buen día, buenas tardes”. Todo el mundo toma el ascensor y pasa en vuelo vertical ante la vivienda ajena.

Sin ascensor o con él, se acabaron hace tiempo los préstamos urgentes de una taza de aceite o un tanto de sal o un puñado de garbanzos entre dos señoras viviendo puerta con puerta. Ahora, cada uno cruza ante la puerta de enfrente sin tener ni idea de quién habita dentro. Los vecinos de abajo ven a los de arriba como abducidos por el ascensor, sin saber nada más de ellos.

Resultado de imagen de gallinas sueltasEn la propiedad horizontal, suele bastar que un conejo se pase al jardín del vecino para desencadenar una réplica de la guerra de Troya. Cuentan que el dramaturgo francés Maurice Donnay fue advertido por su jardinero, presto ya a usar la escopeta, de que las gallinas de al lado venían a escarbar entre sus coles. El comediógrafo extendió algunos huevos por encima de sus propios parterres, de modo que su vecino pudiera verlos con facilidad. Cuando el colindante se percató de que sus aves tenían preferencia supuestamente— por las coles de Donnay para poner sus huevos, fue el propio vecino quien tomó las medidas necesarias para frenar las incursiones de sus gallinas.

Sostienen algunos, exagerando, que la mejor relación que se puede tener con los vecinos es ninguna, ignorarlos y hacerse ignorar. En cambio, si entre los inquilinos hay un médico o un abogado, es conveniente conocerlos siquiera superficialmente, para recurrir a ellos en caso de un ataque cardiaco o para obtener un buen consejo legal.

El vecino no está preparado para atender nuestras reclamaciones, así que, emulando a Dale Carnegie: “Si quieres recoger miel, no patees la colmena.


IMÁGENES: Arriba, el ascensor del mítico Hotel Pera Palas, inaugurado en 1895 en Estambul. Fue el primer edificio del Imperio Otomano en disponer de agua caliente, luz eléctrica, teléfono y ascensor eléctrico. El ascensor aún puede contemplarse con su preciosa estructura de madera y forja y la inconfundible flecha superior que indicaba los pisos a modo de reloj. Hace unos años me alojé en ese inolvidable hotel. Abajo, las gallinas en el huerto del Sr Donnay.