sábado, 24 de mayo de 2014

Escribir en los tiempos de Maricastaña

Dedicado a mi amiga
María Laura Gauto Echevarría, periodista.

Escribir ya no es como antes. Nada es como antes. La tecnología ha puesto fin al romanticismo de la estilográfica y la letra de escribano, y al encanto amigo del tac, tac, tac de la máquina de escribir. La acuicultura acabó con los percebes salvajes y con los percebeiros –rasqueta y saco– jugándose el tipo sobre las rocas a cada golpe de mar.

Cuando, veinteañero, empecé a colaborar como amateur en el diario de la tarde “Hierro”, de Bilbao, –prensa al estilo de los tiempos– tenía yo una columna fija, casi diaria, “Por el río”, que mecanografiaba sobre una vieja Remington que mi padre había recuperado de la chatarra. La cantidad de texto no estaba definida, de modo que podía extenderme todo lo deseable para dar cumplida cuenta del tema del día, si bien, en ocasiones, me recortaban sin piedad.

Escibir - Hierro cabecera soloEl linotipista copiaba cuidadosamente el texto con una máquina llamada linotipia –inventada por un relojero alemán– que, como por arte de magia, convertía cada línea en un bloque de plomo con el que se confeccionaban las planchas para imprimir.

Más tarde apareció “Gran Vía”, una revista semanal ilustrada de corte más moderno donde, a veces, me encargaban algunos artículos por folios: “Envíame cuatro folios sobre la bombona de butano, o tres folios sobre el coleccionismo filatélico”, decía el redactor jefe. Y uno se sentaba a darle a la tecla con dos dedos hasta llegar al tercer folio o hasta el cuarto, según la demanda.

Escribir - Por el río soloPagaban por folios, claro. Cuando escribías tres y medio redondeaban hacia arriba o hacia abajo en virtud de consideraciones que nadie, nunca, me explicó. Pero un día me pidieron un artículo de equis palabras. No tenía ni idea de cuántas palabras entraban en un folio, como no tenía ni idea de los percebes que entraban en un kilo. Durante una época de mi vida ni siquiera tuve noción de que existieran los percebes. Ni las palabras. Inteligente al fin, empecé a hacer reglas de tres hasta dar con la relación existente entre una cosa y otra, entre folios y palabras.

Pasó el tiempo y un viernes cualquiera –se cobraba los viernes– me pidieron un artículo en caracteres. “¿En caracteres?”, pregunté incrédulo. “Sí, señor, en caracteres”. “Pero, ¿cómo pretendes que cuente los caracteres? ¡Debe ser peor que contar lentejas!”, insistí. Me explicaron que el ordenador –la computadora– llevaba un procesador de texto que se encargaba de ello. El problema era que yo no tenía ni ordenador ni remota idea de lo que era un procesador de texto.

tandy old_computerDespués de muchos ires y venires, conseguí hacerme con un Tandy barato, de segunda o tercera mano, y un programa WordStar en el verde sobre negro de la época, lleno de rincones desconocidos, recovecos y secretos. ¿A quién se le iba a ocurrir que tuviera también esa capacidad obsesiva de contar las letras y los signos de puntuación? Pues la tenía, porque así era su temperamento digital made in USA.

Con los percebes ocurrió algo semejante. Se empezaron a comprar por kilos, como las palabras por folios, luego por cuartos y estamos a punto de comprarlos de uno en uno porque los percebes se han puesto por las nubes. Las palabras, sin embargo, pese a administrarlas por caracteres, pierden valor cada día.

El artículo para “Gran Vía” se entregaba en un enorme disco flexible de casi seis pulgadas o así, al que llamábamos floppy y que, por entonces, apenas almacenaba 360 kilobytes, creo recordar. A mí me venía muy bien el disco aquel, porque no tenía impresora ni amigos que la tuvieran ni medios para conseguirla.

Pasó el tiempo y llegaron Bill Gates, Windows, el Word, los correctores automáticos, las impresoras láser, la acuicultura… y desaparecieron el romanticismo del amanuense y los percebes de roca.


IMÁGENES: Arriba, primera cabecera del diario Hierro de Bilbao; el edificio que ocupaba es ahora un hotel de 5 estrellas. Centro, mi sección fija en el diario citado. Abajo, ordenador Tandy, distribuido en aquellos tiempos por Radio Shack.

NOTAS: María Castaña o Maricastaña fue una heroína gallega del siglo XIV que lideró una revuelta en la ciudad de Lugo contra el poder eclesiástico.

Pollicipes pollicipes.jpgEl percebe (derecha) es un marisco de gama alta y sabor delicioso que se recoge manualmente en las rocas situadas en la zona intermareal de las rías, acantilados, islas, etc., con riesgo considerable para los recolectores, localmente llamados “percebeiros” en gallego o “lanpernariak” en vasco.

sábado, 10 de mayo de 2014

Inodoro

Acabo de leer en al diario ABC de Madrid la historia de un submarino alemán hundido por culpa del mal funcionamiento de un inodoro. Cuentan que los retretes de los primeros sumergibles únicamente podían ser usados cuando navegaban cerca de la superficie, vertiendo su contenido directamente al mar.

Los ingenieros alemanes no tardaron en diseñar un sistema de sanitarios de alta presión para que los retretes pudieran utilizarse a grandes profundidades, pero su funcionamiento resultó tan complicado que tuvieron que redactar un manual de instrucciones y formar a un tripulante encargado de su operación. En una desgraciada intervención, el especialista abrió una válvula que conectaba con el mar sin cerrar antes otra interior, lo que provocó que el submarino comenzara a inundarse. Para reparar la avería, decidieron subir a la superficie, donde fueron inmediatamente detectados por la aviación aliada quien, en un contundente ataque, envió la nave al fondo del océano.

inodoro 1Pasando capítulo, se me ocurren algunas consideraciones. Cuando alguien decide hacer uso del inodoro para satisfacer sus necesidades biológicas, está inevitablemente contaminando el agua. Se estima que una familia de cinco personas infecta más de 150 000 litros de agua al transportar unos 250 kilos de heces y 2 500 litros de orina en un año.

Hace cerca de 4.000 años, los cretenses ya disponían, en el palacio minoico de Cnosos, de una especie de inodoro. Constaba de una cisterna destinada a recoger agua de lluvia, taza y canal de desagüe, pero el progreso fue lento. Solo hace dos siglos que las cloacas sirven a domicilios privados. Durante muchísimo años, léase toda la Edad Media y más adelante, el escatológico contenido de los orinales era vertido a la calle desde ventanas y balcones. Para advertir a los transeúntes del peligro se daba, unos segundos antes, el grito de "¡agua va!". Al escucharlo, la gente se apresuraba a buscar un lugar seguro donde guarecerse del inmundo chaparrón.

Aunque el hombre primitivo, tal vez consciente de la toxicidad de sus desechos, se instalaba cerca de alguna fuente natural de agua corriente, fueron los habitantes de las islas Orcadas, en Escocia, quienes construyeron los primeros sistemas tipo letrina para alejar de sus hogares el maloliente detritus. Una serie de toscas conducciones iban desde las viviendas de piedra hasta los torrentes, lo que permitía dar rienda suelta a sus necesidades en el interior de sus casas, supuestamente bien ventiladas, sin tener que salir al exterior.

inodoro 2

Egipcios y romanos evolucionaron la técnica de los cuartos de baño pero, sin duda, los precursores del higiénico cambio fueron los ingleses y, sobre todo, el poeta John Harington quien, en 1597, desarrolló el water closet de válvula, que fue instalado en el palacio de la reina Isabel I. Dos siglos y medio más tarde, en virtud del Acta de Salud Pública inglesa, se obligó a dotar con un inodoro a todas las casas de nueva construcción. Los campesinos ingleses siguieron llamándolo john por muchos años, en homenaje a su precursor. Hacia 1890 ya había triunfado en toda Europa.

inodoro pereyra y mendietaErasmo de Rotterdam, el erudito humanista del siglo XVI, que escribió uno de los primeros tratados de etiqueta de la historia, nos aporta unas normas de conducta para el cuarto de baño y las funciones corporales. Nos advierte de que “es descortés saludar a alguien mientras esté orinando o defecando” y, en lo que se refiere a soltar ventosidades, recomienda “disimular con una tos el estruendo explosivo del pedo”.

Mi inodoro favorito es Inodoro Pereyra, gaucho renegau del comic argentino: “Soy Pereyra por mi mama e Inodoro por mi tata, que era sanitario”.


IMÁGENES: Arriba, inodoro-trono de diseño renacentista. Centro, letrina pública romana en Ostia Antica. Abajo, Inodoro Pereyra tomando mate con su perro Mendieta.

Después de escribir esta entrada, me entero de que la ONU creó el año pasado el “Día Mundial del Retrete”, a ¿celebrar? cada 19 de noviembre. Aquí dejo el enlace para acceder a la interesantísima página de la ONU.