sábado, 27 de abril de 2013

La visigoda

Arribó a los paisajes del Paraguay, la tierra sin mal, tras un periplo de miles de leguas sobre la mar océana, cuando las flores del tajy llevaban algún tiempo anunciando la primavera.

En los últimos decenios, el solar guaraní se había visto invadido por cultivadores de soja, recolectores de stevia, ordeñadores de vacas, menonitas, nazis, turistas sexuales y consultores internacionales llegados de aquende y allende los mares pero, desde el desembarco de Mme. Lynch, personaje alguno despertó mayor expectación que la visigoda, una ilustre dama de la Hispania Tarraconensis, de carácter fuerte, dominante e imprevisible, como corresponde a quien ha sido amamantada entre vasconum, barcinos y otras hordas belicosas del Ispanistán celtibérico.

la visigodaEl karaí-guasú previno cuidadosamente su llegada considerando todos los pormenores y detalles necesarios para satisfacer los caprichos, deseos, gustos, ocurrencias, antojos y extravagancias de la enviada, aleccionando a sus escasos súbditos sobre la necesidad de no crispar el voluptuoso ánimo, vehemente y sibarita, de la visigoda. Prodigioso, dice mi mujer, que la tribu y el karaí mismo hubieran logrado sobrevivir a las paellas estilo “reducción jesuítica” de la Taberna Española y a las secuelas sicotrópicas de la ayahuasca. Ahora, su prevalencia hasta la última luna del noveno año del nuevo milenio dependía de la extranjera.

El abrumado chamán cobijó a la enviada en un hábitat guaraní anchuroso y placentero, primorosamente amoblado por la guaranga argentina, al amparo de alimañas y depredadores. Se invocó al dios de la lluvia para pedirle que mantuviera el cielo despejado y alejara turbiones y tormentas hasta la próxima luna. A pesar de la manifiesta escrupulosidad en la selección de la posada, de la excelencia del personal a su servicio y del buen tiempo, el choque de civilizaciones resultó demasiado violento, y los desacuerdos, reproches y reprobaciones no tardaron en aparecer.

La visigoda poseía un infrecuente artilugio al que llamaba notebook, funcionando mediante su enlace a un fluido de electrones que se evidenció de conexión imposible, debido a discordancias de normalización. Las lucernas del habitáculo renovaban la atmósfera permitiendo la entrada de una suave brisa boreal que, sin embargo, resultó altamente molestosa para la dama. Su extenso vestuario tampoco encontró una ubicación adecuada en el aposento, escaso en perchas y nulo en paragüeros, y su alimentación resultó complicada por las exigencias de la joven, reclamando con obstinada insistencia vituallas desnatadas y víveres bajos en calorías, desconocidos en la exigua cultura gastronómica guaraní modestamente alineada con la mandioca, la chipa y el tereré.

863_6317. r1JPG

Así fueron pasando días de desazón, tormento, congoja y cruz para la tribu. Una mañana anunció su deseo de visitar Yguazú, la catarata abierta en la piedra por el golpe de lomo de la monstruosa serpiente Mbói para impedir la huida del cacique Tarova y su amante Naipí. Rodeada de leyenda y en un paisaje de exuberante naturaleza, la señora mudó su carácter. La música del agua y la presencia de loros multicolores, yurumíes, monos, lémures y felinos tranquilizaron a la enviada.

Solo cuando la visigoda embarcó en el vuelo de la TAM con destino a la remota Godilandia, el karaí respiró profundamente aliviado y celebró el acontecimiento entregándose al sexo, alcohol y desenfreno durante siete días con sus siete noches, decretando para su pueblo otras tantas jornadas de feriado nacional.

O así o alguna menos, que ya no recuerdo bien.


IMÁGENES: Arriba, fragmento de la portada del libro “La visigoda”, de Isabel San Sebastián. Abajo, cataratas de Yguasú (foto FG).

sábado, 13 de abril de 2013

Moleskine

Hace ya algunos años, en manos de mi querido amigo José María, descubrí una inusual libreta de notas que despertó mi curiosidad, encuadernada en negro riguroso y cerrada con una cinta elástica del mismo color. Me pareció ideal para llevarla de viaje: sencilla, resistente y cómoda. Conseguir una de aquellas libretitas tenía entonces un cierto atractivo, porque apenas se las podía encontrar en muy contadas papelerías importantes. Terminé por hacerme adicto a su uso para todo tipo de apuntes y dibujos, captar detalles y asentar experiencias. Durante algún tiempo, resolvieron mis regalos de cumpleaños y aún habrá por ahí alguna periodista amiga que, como yo, no encuentre el modo de prescindir de ella. Hoy, generalizadas, han perdido parte de su glamour, pero siguen siendo las libretas de notas mejores y más selectas que conozco. Lo habrán adivinado: son las Moleskine.

moleskine

Un objeto anónimo y perfecto en su esencialidad, producido durante más de un siglo por una pequeña empresa familiar en Tours, Francia, que abastecía a las papelerías de París, donde se daban cita las vanguardias artísticas y literarias internacionales. El legendario cuaderno fue utilizado durante los dos últimos siglos por personajes de la talla de Van Gogh, Picasso, Hemingway o Chatwin, hasta que el fabricante falleció y la libreta dejó de fabricarse. “Le vrai moleskine n’est plus”, fue el anuncio lapidario.

moleskine trazosPara Chatwin, era tan importante que el escritor fijaba una recompensa en su primera página, incentivando su devolución en caso de pérdida. En Los trazos de la canción, una de sus obras más famosas, narra la historia de este pequeño cuaderno negro, sinónimo de cultura, aventura y nomadismo. Con su estilo seco y lapidario, el libro describe un viaje por Australia en busca de los trazos de la canción, un concepto ciertamente difícil de explicar. Según Chatwin, cada territorio, cada camino, cada accidente del terreno, están descritos en una trova aborigen: un cruce entre un mito de la creación, un atlas geográfico y una historia personal. Y esa canción de cada tribu, de cada familia, marca los límites, las fronteras, la propiedad... Identifica el terreno y permite poseerlo. Perder la canción es perderlo todo.

Dice mi mujer que se trata de una obra anárquica en su estructura: algo de tratado de antropología, mucho de libro de viajes, con frecuentes salpicaduras de pensamientos filosóficos, propios o ajenos, sacados de las notas de su Moleskine. A veces caótico y a veces brillante, sobre todo en la descripción de los personajes con los que se va cruzando, a quienes logra definir en pocas palabras con una precisión casi fotográfica.

El cuadernito refuerza la imagen del viajero romántico: “Dejad que vuestro espíritu aventurero os empuje a descubrir y escribir del mundo que os rodea con sus rarezas y sus maravillas. Descubrirlo será amarlo”, en palabras del poeta libanés Kahlil Gibran.

Con la edad, aparte de apreciar el vino tinto con progresiva adicción, se relativizan muchas cosas. Moleskine me parece un acumulador de ideas y de emociones no relativizables que va liberando su carga a lo largo del tiempo, trocando el contenido en notorias imágenes o en páginas de libros admirados.

Una pequeña editorial italiana devolvió la vida a la mítica libreta. Un símbolo de la antigua práctica de los cuadernos de campo, del apunte y del boceto, que ha vuelto con fuerza para recuperar su espacio frente a un mundo de agendas digitales, dispositivos móviles y teléfonos más o menos inteligentes.

Con la ventaja de que no necesita cargador ni actualizaciones del software.


IMÁGENES: Arriba, Moleskine clásica. Centro, portada del libro de Chatwin. Abajo, anotaciones de viaje sobre una Moleskine.

sábado, 30 de marzo de 2013

Primaveras

En cuanto la temperatura “sube” hasta los cero grados y amanece el primer día discretamente soleado, se considera que el general invierno –como llaman en Rusia a la interminable estación fría– ha sido derrotado. Para las féminas supone el advenimiento más o menos oficial de la primavera y el momento de tomar los primeros baños de sol, elusivo y escaso por estas latitudes.

La muralla de la fortaleza de San Pedro y San Pablo, en San Petersburgo, es un lugar habitual para exponer al sol los blancurrios y lechosillos cuerpos de las peterburguesas, tras largos meses de oscuro frío insoportable. Todo está permitido: por abajo bikini, tanga, culote… y a media altura, corpiño, sostén, brasier… Todo vale, aunque no puedan desprenderse del abrigo de piel, necesario para apoyarse contra la pared porque la piedra está helada y el suelo cubierto de nieve. La gente invade parques y jardines y la vida reaparece con el júbilo del primer verdor.

Al anochecer, las mujeres acuden a las discotecas a lucir su nuevo look. A mí me gusta tomar un vodka bien frío en el Strelka, un lugar algo cutre en la Isla de los Conejos –no se rían, que el nombre es cierto–, con piso de madera de ese que cruje al caminar. La música es agradable y suena a los decibelios adecuados. No suele faltar algo de latino o celta con lo mejor del folk ruso, excelente fondo para una conversación romántica si se tercia.

A medio globo terráqueo de distancia, en México, la llegada de la primavera azteca se celebra el 20 o 21 de marzo. Cientos de personas ascienden a la cima de la Pirámide del Sol, la tercera más grande del mundo, para recibir al astro rey en su equinoccio del hemisferio norte.

En las Islas Británicas, durante el segundo sabbat del año celta, la luz va dominando a la oscuridad. Los druidas hacen sonar una enorme bocina para despertar a la tierra que albergará la semilla. Con la inestimable ayuda del sol, la luz y el calor que la hace germinar, la fuerza de ambos propiciará que nazca una nueva esencia, una nueva vida: la resurrección del mundo.

Flores de primavera

En otro lugar del planeta, al norte de Canadá, la llegada de la primavera marca el momento del año elegido por los inuit de Kangiqsujuaq para ir en busca de los apreciados mejillones, que les permiten variar su dieta después de un largo invierno sin opciones. Es una tarea peligrosa. Durante las horas de marea baja, perforan un agujero en el hielo para introducirse en el mar glacial, donde recogen todos los moluscos que pueden, saliendo a la superficie antes de que vuelva a subir la marea. La principal dificultad consiste en encontrar, desde la negrura de abajo, la luz del agujero por donde entraron.

Mucho menos seductora que las primaveras anteriores, las revoluciones y protestas originadas en varios países del norte de África dieron lugar a lo que los medios no tardaron en bautizar como “primavera árabe”. Protestas laicas de índole social, en contra de las condiciones de vida despóticamente custodiadas por regímenes corruptos y autoritarios: el desempleo, la inseguridad de los ciudadanos, la falta de libertades, la alta militarización, la discriminación de la mujer o la falta de infraestructuras, entre otras muchas causas. Sistemas nacidos de los nacionalismos árabes que fueron convirtiéndose en gobiernos represores, impidiendo una oposición política que, finalmente, estalló con el vigor imparable de la nueva estación.

Dice mi mujer que ningún general asedia al adversario con tanta delicadeza como la primavera. Después de su victoria, se retira sin ruido por las rutas del verano.


IMÁGENES: Arriba, muralla de la fortaleza de San Pedro y San Pablo en Óstrov Záyachi o Isla de los Conejos, río Neva, San Petersburgo, Rusia. Abajo, flores de primavera en el Pirineo Aragonés.

sábado, 16 de marzo de 2013

Cómo sobrevivir en un aeropuerto

Conozco más aeropuertos que ciudades. Aeropuertos de paso en ciudades sin atractivo que no he tenido interés en visitar. En ellos llevo invirtiendo una parte importante de mi vida, alimentándome o durmiendo, leyendo o bostezando, trabajando o viendo pasar el día o, simplemente, esperando. Los aeropuertos, como las ciudades, tienen personalidad propia. Los hay cómodos y penosos, acogedores e inhóspitos, coquetos y desaliñados, enormes y recoletos, sucios, feos, descuidados, incómodos y fríos. Lo importante es conocerlos, saber lo que dan de sí, entender sus peculiaridades y distraer las horas de la mejor manera posible.

Si la espera es larga o intenta uno ahorrarse una noche de hotel, que nunca viene mal, Londres-Headthrow es el lugar correcto. El viajero podrá dormir en agradable penumbra sobre la moqueta de detrás de la puerta de la capilla que encontrará siguiendo la señalización blanco sobre azul. El lugar es seguro y existe un baño próximo donde asearse.

aeropuerto sueno

En Frankfurt, al final del pasillo que conduce a las salas VIP de las compañías, descubrí una zona de penumbra con tres o cuatro tumbonas ideales para disfrutar de un par de horas de somnoliento descanso. Eso sí, el equipaje de mano debe controlarse entrelazando un pie con la bandolera de la bolsa o los tirantes de la mochila. Dice mi mujer que exagero precauciones, pero nunca se sabe.

En Riyadh, Arabia Saudita, no hay autobuses ni pasarelas de acceso a los aviones. Uno se sienta sosegado después de obtener la tarjeta de embarque y, de pronto, la sala de espera cobra vida, se despega materialmente del edificio y comienza a desplazarse –¡milagro!– hasta justo la mismísima puerta del avión. Tan asombroso como el jardín de auténtico lujo cultivado en medio de la terminal.

aeropuerto1

Estas delicatesen no se disfrutan en otros lugares. En Guinea Ecuatorial, por ejemplo, la zona de pasajeros del aeropuerto de Malabo está vacía, o lo estaba, que a lo mejor tienen ya aeropuerto nuevo. Ni bar ni agua ni sillas donde sentarse. Me tocó pasar la noche en el suelo, con la mochila por almohada. Trabé conversación con un alemán que, como yo, viajaba a Camerún, él a la boda de su hijo. Tras soplarnos la botella de etiqueta negra que el hombre portaba en su maletín, me invitó al casamiento y sus faustos, y acepté. El día señalado, mi mejor sonrisa y yo –corbata y terno impecables– estábamos en el Akwa Palace de Douala con el temor de que no me reconociera. Me abrazó como a un amigo del alma y me hizo sentar entre los más allegados.

En otro aeropuerto cuyo nombre no citaré, viajando de África a París, me confundieron con el agregado militar de la embajada de Francia. Todo agasajos: sala de autoridades, bocaditos, bebidas, azafata… No repararon en que volaba en clase turista, inaceptable para un supuesto diplomático francés.

bangkok monje

Mi peor recuerdo corresponde al aeropuerto de Beirut, Líbano, justo al comienzo de la guerra con Israel en 1982. Imaginen a la aviación israelí bombardeando con precisión de cirujano las pistas y los hangares. Aunque respetaron la terminal civil, la onda expansiva de las detonaciones hacía volar, como cuchillos, el vidrio de las cristaleras. Hubo muchos heridos. A los ilesos nos trasladaron por carretera a Damasco, Siria, desde donde volamos a Zúrich, creo recordar.

He vuelto a Beirut varias veces. Me gusta la ciudad y me encanta cenar en la corniche. Aun así, en el aeropuerto no puedo evitar un cierto resquemor, un evidente nerviosismo, deseando encontrarme pronto arriba, volando, lejos.

Que el miedo cultiva miedo.


IMÁGENES: De arriba a abajo, echando un sueñecito; entretenidos con los aviones; monje budista en el aeropuerto de Bangkok, Tailandia, uno de los más grandes y espectaculares del mundo.

sábado, 2 de marzo de 2013

La fiera de mi niña

bringing-up-baby-1-800

La casualidad está llena de encantos. Nos da, casi siempre, lo que nunca se nos hubiera ocurrido pedir. La tarde en la que andaba concluyendo la pequeña historia de un guepardo llamado Manlik –el animal más inteligente que he conocido- para mi blog de Makalali, justamente esa tarde proyectaban en la tele la película “La fiera de mi niña”, una comedia de 1938 en la que un joven leopardo de nombre Baby enmaraña aún más el enredo tejido entre los dos inolvidables protagonistas.

El tiempo le ha restado atrevimiento y hace bien evidentes las deficiencias que, con encono, señalaron sus detractores. Pero le ha conferido encanto. Y el encanto es cuestión de fe, de margaritas en la cabeza. Como las que tenía yo cuando la vi por primera vez.

cien-figuras-espanolasPor aquellos años de adolescente, íbame culturizando poco a poco en la escuela pública –el “colegio” era cosa de ricos– a base de machacar la “Enciclopedia Bruño” para la adquisición de conocimientos y “Cien figuras españolas” en plan prácticas de lectura en vivo. Niños y niñas nos adiestrábamos en clases separadas, pero la cosa nunca me pareció criterio represivo sino virtuoso. Supe valorar este distanciamiento como el necesario trayecto temporal que desembocaba, cada día, en la maravillosa media hora del recreo.

A las once en punto de la mañana, aquella mal llamada zona deportiva de mi pueblo se llenaba de valquirias y héroes de leyenda. Ellas –cenicientas infantiles con sus alegres coletas y sus falditas multicolores– sobre el piso de cemento del frontón, saltando a la comba o a la rayuela, que dice mi mujer que es el juego más incombustible del mundo. Ellos –nosotros– en el campo de futbol, dedicados a patear un balón o a emular batallas del Capitán Trueno o el Guerrero del Antifaz.

A veces, unos y otras, hacíamos incursiones en el territorio del sexo contrario y, poco a poco, fuimos conociendo rincones habitados por nombres tan bellos como Begoña, Emma o Arancha. Y sucedió que cada uno de nosotros se enamoró de una de aquellas chiquilinas.

fiera nilña 8

La vida nunca volvió a ser igual. Por las tardes nos juntábamos para garabatear desesperadas misivas a la hermosa criatura de nuestros sueños. Eran cartas en las que escribíamos cada letra de un color distinto, utilizando mi cajita Alpino de 12 lápices de colores. Así, rellenábamos hojas y hojas con un “te quiero Begoña” –o Arancha o Emma- multicolor, rematado con un corazón grande y rojo, deformado a menudo por nuestro infantil pulso de enamorados.

Recuerdo muy bien aquellas cartas. Y recuerdo también cuando, por aquel tiempo, pusieron “La fiera de mi niña” en la recién estrenada televisión española. Me enamoré de Susan (Katharine Hepburn) en blanco y negro, de su alocado personaje, de sus ansias de vivir. Imaginaba yo que Begoña, de mayor, sería como ella y que tendríamos un leopardo por mascota, o un dinosaurio, los dos muriéndonos de risa.

Begoña es hoy una antropóloga de prestigio, está casada y gorda y tiene dos hijos, y yo guardo aún, entre mis mejores recuerdos, los restos inutilizables de la cajita Alpino de 12 lápices de colores, y me emociono cuando “La fiera de mi niña” ilumina de nuevo la pantalla de mi televisor de plasma.

Nos falló el dinosaurio. Se extinguieron.


IMÁGENES: Arriba, fotograma publicitario de la película. Centro, portada de un libro de lectura de la época. Abajo, hoy como ayer, en todo el mundo (la foto está tomada en Camboya), las niñas siguen saltando a la comba.

Para cinéfilos, aquí dejo minuto y medio del tráiler original.

La fiera de mi niña.

sábado, 16 de febrero de 2013

Xin nián kuài lè

Un cigarro en una mano, una caja de petardos en la otra y a correr. Son las cero horas del 10 de febrero de 2013 en el país inventor de la pólvora.

Con casi mes y medio de retraso sobre la fecha del año nuevo de nuestro calendario gregoriano, los chinos celebraron la llegada del suyo, bajo el signo de la serpiente. Nada menos que el 4711 de su particular calendario lunar, iniciado el 2697aC, basado en ciclos de doce años representados por los doce animales que, según la leyenda, participaron en la carrera para asistir al banquete organizado por el Emperador de Jade. Gracias a su astucia, el primero fue la rata, que engañó al buey al cruzar un río sobre su lomo y se adelantó al tigre, al conejo, al dragón y a la serpiente, sexto animal del horóscopo chino.

Año nuevo chino 1

Aunque la mayor parte de los occidentales tenemos la idea de que la serpiente es un bicho harto sibilino y peligroso, en Oriente los nacidos bajo su influencia son considerados inteligentes, encantadores, apasionados, elegantes, misteriosos y muy familiares. El yin y el yang: pueden pecar, a veces, de orgullosos, pedantes, engreídos y vanidosos. Dice mi mujer que nadie es perfecto.

Son serpientes todos los nacidos en 1941, 1953, 1965, 1977, 1989 y 2001. Destacan el cantante surcoreano Psy, que seguirá disfrutando del éxito global que le ha traído su estúpido baile del caballo, la actriz Jessica Parker, protagonista de “Sexo en Nueva York”, y el nuevo secretario general del Partido Comunista Chino, Xi Jinping, que en marzo relevará a Hu Jintao como presidente del país. ¡Ah! Y yo.

añonuevochino1

Mientras se preparan para lo que les depare el nuevo año, cientos de millones de chinos –3.200 millones de desplazamientos, según las autoridades– se movilizan hacia sus lugares de origen para despedir al dragón con sus familias y recibir a la serpiente con un copioso banquete. La cena tradicional estará compuesta por pescado –que en chino se pronuncia yu, igual que “abundancia” – y cerdo para traer riqueza y buena suerte al hogar y, sobre todo, por dumplings, unas deliciosas empanadillas de masa dulce rellenas de carne, verdura o marisco. En ciertas regiones, lenguas de pato, brochetas de serpiente, medusa y huevos milenarios, también llamados centenarios o del dragón que, obviamente, no son ni lo uno ni los otros: simples huevos de pato enterrados en ceniza y cal o sumergidos en orina de caballo durante unas semanas.

Las casas se engalanan con chun lian o “coplas de primavera”, unas tiras rojas de papel con bellos caracteres chinos que recogen palabras de felicidad y buenos deseos como “prosperidad”, “longevidad” o “riqueza”. A los niños se les reparten hong pao, sobres rojos llenos de billetes de escaso valor cuyo importe, para dar buena suerte, siempre debe ser par, excluyendo, eso sí, al número cuatro, asociado con la muerte. En los días previos, las familias se han dedicado de lleno a la limpieza de la casa, tirando los objetos inservibles y dejando todo impoluto para no tener que fregar en los seis días posteriores al año nuevo, evitando así que las escobas barran la buena suerte que les aportan sus ritos milenarios.

chinolantern

El tercero y cuarto día del año las nueras y yernos agasajan a sus suegros. Luego toca visitar los templos budistas y a los amigos y vecinos para intercambiar los buenos deseos del gong xi fa cai, que significa “felicitaciones y prosperidad”. El estruendo de la pólvora y las danzas de máscaras de dragones que inundan las calles se encargan de ahuyentar a los malos espíritus.

El decimoquinto día, la fiesta de las linternas pone fin a las celebraciones. Los niños salen de noche a los templos con faroles de papel y bambú a resolver los enigmas o adivinanzas que contienen. Luego los sueltan, inundando de luz el cielo nocturno. Es un momento propicio para realizar peticiones de amor, por ser la primera luna llena del nuevo año.

Si le apetece presumir de políglota y felicitar a los camareros chinos de ese restaurante chino que tiene cerca de casa, puede utilizar la expresión xin nián kuài lè que quiere decir, precisamente, feliz año nuevo.


IMÁGENES: Arriba y centro, desfile de año nuevo, danzante y dragón. Abajo, “the lantern festival”. 

En caracteres chinos, “feliz año nuevo” (más o menos):

año nuevo letras

Para conocer detalles del calendario y la astrología chinas pulsar sobre cada palabra.

sábado, 2 de febrero de 2013

Formación del Espíritu Nacional

Durante aquellos memorables años de la década de los 60 –imaginen a Franco en el poder y España quinta potencia mundial en el ranking de países industrializados–, en aquellos años, digo, andaba yo esforzándome por sacar adelante mis estudios de bachillerato, imprescindibles para acceder a la universidad.

El plan de estudios de la época incluía una asignatura de “Formación del Espíritu Nacional” o FEN que tratábamos de aprobar sin dar un palo al agua, cada uno con su particular método raramente falible. Se orientaba la cosa, nada más y nada menos, que a conseguir “un espíritu nacional fuerte y unido e instalar en el alma de las futuras generaciones, la alegría y el orgullo de la Patria, de acuerdo con las normas del Movimiento y sus organismos.” [1]

FEN 2“Hacer de España una, grande y libre es nuestra empresa” [2], titulaba una de las lecciones del libro que, casi milagrosamente, he logrado recuperar. Entresaco este primoroso apólogo: “Ningún resplandor iguala el esplendor de nuestra historia. Una sola región, Aragón, bastó para conquistar el Mediterráneo, y otra, Castilla, para descubrir América. Cuando se unieron en dichosa conjunción bajo el cetro de los Reyes Católicos y dieron a luz a España, el mundo presenció el espectáculo sin igual de dos grandes epopeyas llevadas a cabo por unos mismos héroes…” [3]

La izquierda presuntamente progresista ha denigrado la FEN durante décadas con todos los calificativos despreciables que imaginarse pueda. Sus diatribas no han podido evitar que la historia se repita. La Formación del Espíritu Nacional franquista es ahora la Formación del Espíritu Nacional… ista, una retahíla de sucesos del pasado enhebrada con singular torpeza, supina ignorancia y turbadora insolvencia intelectual que nadie en sus cabales puede tomarse en serio. Lean.

“Yo soy catalán, contento y conmovido porque Cataluña ha sido la nación más grande del mundo. Cataluña tuvo el primer parlamento, mucho antes que Inglaterra, y fue en Cataluña donde hubo un principio de Naciones Unidas.” [4]

Aseguran que el aragonés universal Miguel Servet era catalán porque Villanueva de Sigena, lugar donde nació el científico, “es una población catalana de administración aragonesa.” [5] ¡Toma ya!

FEN 3 Pedro III

Otras mentiras histéricas airean que el embrión de la Corona de Aragón estuvo en Cataluña, en el linaje catalán de la casa condal de Barcelona [6], y que Cataluña descubrió América: “Sólo la constante voluntad de aniquilar la memoria histórica catalana por parte de los españoles explica la tergiversación de la nacionalidad de Cristóbal Colón haciendo creer que era genovés.” [7]

Hay cosas peores. Racismo duro. Esto escribió el honorable –es un decir– Jordi Pujol: “El hombre andaluz no es un hombre coherente, es un hombre anárquico, destruido, poco hecho, un hombre que hace cientos de años que pasa hambre y que vive en un estado permanente de ignorancia y de miseria cultural, mental y espiritual.” [8]

¿Y los vascos? Un sacerdote euscaldún pontifica sobre el Rh negativo: “…un tesoro que el Creador nos ha ofrecido a los vascos, una sangre limpia, sin el Rh positivo sanguíneo del mono, sangre pura que nos diferencia de todas las demás razas del mundo y que, por herencia, la venimos recibiendo desde hace cincuenta mil años antes de Cristo y nos cataloga como los primeros habitantes de Europa.” [9]

Sabino Arana, arma de destrucción intelectual masiva, padre del nacionalismo vasco, fanatiza: “La fisonomía del vasco es inteligente y noble; la del español inexpresiva y adusta. El vasco es de andar apuesto y varonil; el español, o no sabe andar o, si sabe, es un andar afeminado. El vasco es nervudo y ágil; el español es flojo y torpe…” [10] Vamos, antropopiteco puro.

Dice mi mujer que, FEN versus FEN, prefiere la versión original. El orwelliano Ministerio de la Verdad [11] debió ser cosa inane si se compara con las patrañas, falacias y mistificaciones del nacionalismo contumaz.

“Cosas veredes, Sancho amigo, que farán fablar las piedras”.


IMÁGENES: Arriba, portada de un libro de FEN de 1953. Abajo, fragmento de un retrato del rey Pedro III de Aragón, cocinado y rebautizado oficialmente por la Generalitat de Cataluña en 2009 como rey Pere II.

FUENTES CONSULTADAS:

[1] Decreto sobre la Formación Política del 29 de Marzo de 1944.
[2] FEN, El Movimiento Nacional, Curso I, 1953, p. 101.
[3] Ibíd. p. 105.
[4] Medi Social y Cultural, Ed. Primaria, Cicle Mitjà 4, 1993, p.145.
[5] Institut Nova Història, 2013,
http://www.inh.cat.
[6] Generalitat de Catalunya, 2013,
http://www.gencat.cat/catalunya/cat/coneixer-historia.htm
[7] Catalonia Tours, 2013, http://www.cataloniatours.cat/es/reialesa.htm.
[8] L’emigració. Problemes i esperança de Catalunya, Nova Terra, 1976.
[9] El Rh negativo de los vascos, Domingo Jaca Cortagerana, 1991.
[10] Inguruaren Ezaguera, 1º Educación Primaria, Ed. Ibaizábal, 2001, p. 334.
[11] 1984, George Orwell, 1949, http://es.wikipedia.org/wiki/1984_(novela)

Algunas referencias están tomadas del libro La España raptada, de Pedro Antonio Heras, Ed. Áltera, Barcelona, 2009.

sábado, 19 de enero de 2013

Paisaje de Moscú

Moscú Gagarin-13En medio del parque Botanicheskii todavía apunta a las estrellas el cohete que tripuló Yuri Gagarin, el primer cosmonauta de la historia. La amplísima avenida que lo rodea, afligida y congestionada por una marea de automóviles importados, nos lleva hasta las murallas del Kremlin. Las estrellas rojas de sus torres se recortan, formidables, contra el penúltimo claror del atardecer.

Junto a la muralla, la llama por el Soldado Desconocido, por los veinte millones de soviéticos que murieron para salvar –dicen– nuestras vidas del fascismo y, metidos en faena, apropiarse de media Europa. La llama eterna se apagará cualquier día para dar paso a una franquicia internacional.

Quienes abrieron las vías al espacio, ahora importan chatarra o venden bolsos Vuitton falsificados. Un mutilado veterano de Afganistán pide limosna emparedado entre letreros indescifrables. Al lado, una novia de blanco impoluto posa frente a la gruta de la media torre del Arsenal. En la Plaza Roja, con la tumba de Lenin al fondo, algún haragán disfrazado de Stalin le propondrá retratarse junto a usted a cambio de un par de euros.

Moscú GUM

En frente, 250 metros de fachada del Glavny Universalny Magazín: los almacenes GUM. Techo de cristal, como una enorme estación de tren de la era victoriana o como un mausoleo de apariencia, lujo, oropel y relumbrón del mundo mundial. Inasequible para el ciudadano ruso común. En los bajos, el café donde solía sentarme a ver pasar la tarde, la vida y los turistas, protegido del frío cruel de los inviernos moscovitas, ya no existe. En su lugar, un trivial patio de comidas de la cadena Bosco, millonario operador ruso de boutiques y tiendas suntuarias. En la planta tercera, el Stalobaya se esfuerza en evocar los restaurantes típicos de los años 50. Cerca, Kitay Gorod, lujoso barrio golfo del Moscú histórico. Un gin tonic a precio de caviar beluga con la mejor música de las mejores bandas de moda. Anochece.

El metro maravillas –nueve millones de pasajeros al día– nos deja frente al hotel, un complejo de varios edificios construidos para los Juegos Olímpicos de 1980, junto al mercado abierto más grande de Europa, el Izmailovo Market. Se cuenta que podían concentrarse allá más de 100.000 personas durante un fin de semana soleado. Dice mi mujer que aquellos debieron ser tiempos mejores. Hoy apenas sobreviven dos docenas de puestos decadentes que ofrecen cientos de muñecas matrioska de todos los tamaños y colores, camisetas t-shits, bolsos made in China y algunas prendas deportivas pasadas de moda.

Cena-buffet en el hotel, a precio fijo. Sin vino. Con pianista incluido, eso sí. Me decido –no hay mucho donde elegir– por una sopa de remolacha y unos paquetitos de repollo rellenos de carne picada con arroz y especias. En ruso suena mejor: borsch y golubsi. Hay que pagar por adelantado para que te asignen mesa: 500 rublos al contadísimo. No se admiten tarjetas ni “cárguelo a mi habitación”.

En el vestíbulo, ante la mirada ceñuda de vigilantes con cara de mafiosos, trajeados de negro, plantados sin hacer nada, una multitud como de estación de metro se atropella entre una galería de tiendas de suvenires. Una sola muchacha en el mostrador desatiende a una legión de coreanos, armenios, letones y venezolanos que reclaman sobreprecios en sus facturas. Grandes cartelones promocionan erotic shows y duty free shops en la ciudad más cara del mundo.

En medio del tumulto, una devochka increíblemente rubia reparte folletos de un show folklórico a 60 dólares la entrada. La muchacha, ojos de agua, traje de hada y tocado de plumas de cisne donde relumbran decenas de perlas falsas ofrece, de cuando en cuando, las perlas legítimas de su hermosa sonrisa: “Compre, llévese un CD con lo mejor de la música rusa: Musorgski, Korsakov, Borodin…”

Quizá una noche soñó con ser Pavlova en el Bolshoi, para legitimar así el yerto cisne de su tocado.


IMÁGENES: Arriba, portada de la revista TIME del 21 de abril de 1961. Centro, la impresionante fachada del GUM en la Plaza Roja. Abajo, escena de “El lago de los cisnes”, interpretada por el Ballet Nacional de Rusia.

Para completar el paisaje, aquí les dejo un enlace a un vídeo con una versión de la inolvidable canción rusa “Noches de Moscú”: preciosas imágenes de una de las ciudades más bellas del mundo. No se lo pierdan.

sábado, 5 de enero de 2013

¡Bienvenida esperanza!

“El año que va a empezar, como todo el mundo sabe,
comenzará cuando acabe este que va a terminar”
(Anónimo)

2013 Sidney

Y así fue. Al filo de la primera campanada de la medianoche conseguimos salir vivos del año del fin del mundo, de la crisis económica, del bosón de Higgs, del naufragio del Costa Concordia, de guerras, atentados y locuras… Del bisiesto maldito en el que el Real Madrid dejó para mejor ocasión su décima copa de Europa.

Al filo de la primera campanada abordamos, esperanzados, el anno dómine 2013 del calendario gregoriano, el año de la serpiente en el calendario chino cuyos augures nos vaticinan –menos mal– un año de grandes progresos, de grandes hazañas, de superación de situaciones y problemas difíciles de resolver en el que será necesario innovar y crear nuevas formas de vivir y trabajar. En un año como éste –año de los piscis y signo filosófico en el horóscopo oriental– aparecieron el primer CD y la TV de alta definición, se descubrió el ADN y se efectuó el primer trasplante de corazón: todo un potencial de energía para realizarnos y alcanzar nuestros objetivos por méritos propios. Ya saben: esfuerzo, excelencia, superación…

Y al filo de la primera campanada, por primera vez desde que tengo memoria, conseguí coordinar cada golpe de badajo con cada grano de uva, sin atragantarme, sin que me sobrara ninguna, sin equivocarme con el toque de cuartos del puto reloj de la Puerta del Sol de Madrid. Me pareció un buen augurio.

2013 Uvas

Dice mi mujer que, en España, esta tradición se remonta a 103 inviernos atrás, cuando en 1909 hubo un excedente de cosecha y las familias aprovecharon las uvas para tomarlas durante la última noche del año. Los italianos, sin embargo, prefieren las lentejas. No se trata de sustituir cada grano de uva por una lenteja, sino de cenar un buen plato de esta legumbre que en la antigua Roma se regalaba como símbolo de riqueza y dinero, con la intención de que se convirtieran en monedas de oro para incrementar el poder adquisitivo del agraciado. De un modo u otro, las lenticchie son muy sanas, con unas cualidades nutricionales que nunca vienen mal.

A mí me gusta más la tradición norteamericana del beso de medianoche. Se cree que no besar a alguien justo después de las doce campanadas asegura 365 días de soledad. Incluso existen estudios relativos al tiempo que debería invertirse en el contacto. La mayor parte de los encuestados afirmó que unos pocos segundos serían suficientes, mientras que una minoría deseaba que el encuentro labial se demorase durante un minuto o dos. Otros, atrevidos y libidinosos, preferían no separarse de su pareja hasta la mañana siguiente.

Mucho mejor si la chica –un suponer machista solamente– desviste alguna ropa íntima en rojo. La tradición asegura que llevando lencería de ese color no faltará el amor ni la pasión durante el nuevo año.

En fin, que con estas simplezas me he desviado de la idea principal, que no era otra que dar la bienvenida a la esperanza y desearles que sean felices como manda la tradición.

Si les dejan, claro.


IMÁGENES: Arriba, celebración del año nuevo en Sidney, Australia. Abajo, las uvas de la suerte en España.