sábado, 19 de enero de 2013

Paisaje de Moscú

Moscú Gagarin-13En medio del parque Botanicheskii todavía apunta a las estrellas el cohete que tripuló Yuri Gagarin, el primer cosmonauta de la historia. La amplísima avenida que lo rodea, afligida y congestionada por una marea de automóviles importados, nos lleva hasta las murallas del Kremlin. Las estrellas rojas de sus torres se recortan, formidables, contra el penúltimo claror del atardecer.

Junto a la muralla, la llama por el Soldado Desconocido, por los veinte millones de soviéticos que murieron para salvar –dicen– nuestras vidas del fascismo y, metidos en faena, apropiarse de media Europa. La llama eterna se apagará cualquier día para dar paso a una franquicia internacional.

Quienes abrieron las vías al espacio, ahora importan chatarra o venden bolsos Vuitton falsificados. Un mutilado veterano de Afganistán pide limosna emparedado entre letreros indescifrables. Al lado, una novia de blanco impoluto posa frente a la gruta de la media torre del Arsenal. En la Plaza Roja, con la tumba de Lenin al fondo, algún haragán disfrazado de Stalin le propondrá retratarse junto a usted a cambio de un par de euros.

Moscú GUM

En frente, 250 metros de fachada del Glavny Universalny Magazín: los almacenes GUM. Techo de cristal, como una enorme estación de tren de la era victoriana o como un mausoleo de apariencia, lujo, oropel y relumbrón del mundo mundial. Inasequible para el ciudadano ruso común. En los bajos, el café donde solía sentarme a ver pasar la tarde, la vida y los turistas, protegido del frío cruel de los inviernos moscovitas, ya no existe. En su lugar, un trivial patio de comidas de la cadena Bosco, millonario operador ruso de boutiques y tiendas suntuarias. En la planta tercera, el Stalobaya se esfuerza en evocar los restaurantes típicos de los años 50. Cerca, Kitay Gorod, lujoso barrio golfo del Moscú histórico. Un gin tonic a precio de caviar beluga con la mejor música de las mejores bandas de moda. Anochece.

El metro maravillas –nueve millones de pasajeros al día– nos deja frente al hotel, un complejo de varios edificios construidos para los Juegos Olímpicos de 1980, junto al mercado abierto más grande de Europa, el Izmailovo Market. Se cuenta que podían concentrarse allá más de 100.000 personas durante un fin de semana soleado. Dice mi mujer que aquellos debieron ser tiempos mejores. Hoy apenas sobreviven dos docenas de puestos decadentes que ofrecen cientos de muñecas matrioska de todos los tamaños y colores, camisetas t-shits, bolsos made in China y algunas prendas deportivas pasadas de moda.

Cena-buffet en el hotel, a precio fijo. Sin vino. Con pianista incluido, eso sí. Me decido –no hay mucho donde elegir– por una sopa de remolacha y unos paquetitos de repollo rellenos de carne picada con arroz y especias. En ruso suena mejor: borsch y golubsi. Hay que pagar por adelantado para que te asignen mesa: 500 rublos al contadísimo. No se admiten tarjetas ni “cárguelo a mi habitación”.

En el vestíbulo, ante la mirada ceñuda de vigilantes con cara de mafiosos, trajeados de negro, plantados sin hacer nada, una multitud como de estación de metro se atropella entre una galería de tiendas de suvenires. Una sola muchacha en el mostrador desatiende a una legión de coreanos, armenios, letones y venezolanos que reclaman sobreprecios en sus facturas. Grandes cartelones promocionan erotic shows y duty free shops en la ciudad más cara del mundo.

En medio del tumulto, una devochka increíblemente rubia reparte folletos de un show folklórico a 60 dólares la entrada. La muchacha, ojos de agua, traje de hada y tocado de plumas de cisne donde relumbran decenas de perlas falsas ofrece, de cuando en cuando, las perlas legítimas de su hermosa sonrisa: “Compre, llévese un CD con lo mejor de la música rusa: Musorgski, Korsakov, Borodin…”

Quizá una noche soñó con ser Pavlova en el Bolshoi, para legitimar así el yerto cisne de su tocado.


IMÁGENES: Arriba, portada de la revista TIME del 21 de abril de 1961. Centro, la impresionante fachada del GUM en la Plaza Roja. Abajo, escena de “El lago de los cisnes”, interpretada por el Ballet Nacional de Rusia.

Para completar el paisaje, aquí les dejo un enlace a un vídeo con una versión de la inolvidable canción rusa “Noches de Moscú”: preciosas imágenes de una de las ciudades más bellas del mundo. No se lo pierdan.

12 comentarios:

Pascale dijo...

Apenas llegada a Argentina y ya me llevas a Moscú! Va a ser brutal el cambio de temperatura!
Que tengas un feliz fin de semana.

Diego dijo...

Mira, creo que ésta es de las entradas que más me han gustado de todas... :-)

Darío dijo...

Gracias por seguir enviando tus valiosos y entretenidos apuntes de tu Cuaderno.
Espero que estés pronto de nuevo por aquí.
Un abrazo desde Paraguay.

José Antonio dijo...

Feliz año nuevo para ti desde Santo Domingo, tus comentarios y reportajes siempre son apasionantes. El de hoy desde Moscú y el vídeo con las imágenes impresionante. ¡Qué envidia me das!
Muchas gracias por los envíos.
Un abrazo.

Jorge dijo...

Me ha gustado tu blog sobre Moscú, ciudad que solo conozco por el cine. La gente que ha estado en ella y en San Petersburgo dice que es mucho más bonita esta última. No lo sé, porque tampoco he estado allí. Lo que me ha dejado rascándome el cacumen es una pregunta, cuya respuesta no aparece en tu blog: ¿es alegre y viva? Por lo que cuentas y las fotos que envías parece más bien una ciudad fría y aburrida. Como buen español que me precio mucho en ser, donde no hay alegría y vida no se puede vivir, de modo que si Moscú es una especie de cadáver de cemento, por muchos churretes que tengan las cúpulas de sus palacios e iglesias, no me interesa para nada.
Un abrazo caluroso (estamos a 40 grados) desde este pueblo que se llama Asunción

FG dijo...

Gracias, Jorge. SanPeters es una ciudad mejor para los turistas, mucho más pequeña y manejable, pero sin la grandiosidad de Moscú, por mas que el Hermitage sea una de las pinacotecas y museo de antigüedades más grande del mundo.

Moscú es una ciudad cosmopolita donde hay de todo. No es un "cadáver de cemento" como dices, ni mucho menos, sino una metrópoli donde cada esquina es una sorpresa, cuando no una obra de arte. Hasta los cementerios son una maravilla para los sentidos.

No faltan lugares donde divertirse, caros y baratos, -más tirando a caros- restaurantes de todas las cocinas del mundo, españoles por supuesto y hasta, al menos que yo sepa, dos supermercados con productos exclusivamente españoles. Uno de ellos cerca de donde yo vivía, en Izmailovo Park, a menos de media hora del centro en metro y a una hora larga en auto.

Y si lo tuyo es el teatro, el cine, el ballet o la música... se te puede hacer el culo gaseosa.

Jorge dijo...

Muchas gracias por tu excelente aclaración. Para mi gusto, deberías haber puesto algo de lo que me cuentas en tu blog, así los que no hemos pisado esa metrópoli, no tendríamos las dudas que me han asaltado y habría más ganas de darse un garbeo por allí, por supuesto, en una estación el que ni el frío ni el calor jodieran demasiado.

Diana dijo...

Me encanto leer, como siempre tus relatos perfectos! Con el frio que dicen que hace en Moscú creo que solo conoceré así, a traves de tu blogs, fotos y videos :) Saludos desde Italia

Unknown dijo...

A mi también. Katutura III YA!!!!

Mirian dijo...

Gracias por siempre compartir tus viajes!

Gisela dijo...

¡Quién pudiera estar alliii, las incomparables noches de Moscu, inolvidables recuerdos de mi juventud!

FG dijo...

Cuando los aviones del 11S derribaron las torres gemelas de NY, vivía yo en el piso 21 de un edificio cercano al barrio Chino de Moscú. Los rusos sacaron sus aviones-caza a patrullar la ciudad y acojonaba (atemorizaba) verlos pasar a toda pastilla a la altura de la ventana del dormitorio.