sábado, 13 de abril de 2013

Moleskine

Hace ya algunos años, en manos de mi querido amigo José María, descubrí una inusual libreta de notas que despertó mi curiosidad, encuadernada en negro riguroso y cerrada con una cinta elástica del mismo color. Me pareció ideal para llevarla de viaje: sencilla, resistente y cómoda. Conseguir una de aquellas libretitas tenía entonces un cierto atractivo, porque apenas se las podía encontrar en muy contadas papelerías importantes. Terminé por hacerme adicto a su uso para todo tipo de apuntes y dibujos, captar detalles y asentar experiencias. Durante algún tiempo, resolvieron mis regalos de cumpleaños y aún habrá por ahí alguna periodista amiga que, como yo, no encuentre el modo de prescindir de ella. Hoy, generalizadas, han perdido parte de su glamour, pero siguen siendo las libretas de notas mejores y más selectas que conozco. Lo habrán adivinado: son las Moleskine.

moleskine

Un objeto anónimo y perfecto en su esencialidad, producido durante más de un siglo por una pequeña empresa familiar en Tours, Francia, que abastecía a las papelerías de París, donde se daban cita las vanguardias artísticas y literarias internacionales. El legendario cuaderno fue utilizado durante los dos últimos siglos por personajes de la talla de Van Gogh, Picasso, Hemingway o Chatwin, hasta que el fabricante falleció y la libreta dejó de fabricarse. “Le vrai moleskine n’est plus”, fue el anuncio lapidario.

moleskine trazosPara Chatwin, era tan importante que el escritor fijaba una recompensa en su primera página, incentivando su devolución en caso de pérdida. En Los trazos de la canción, una de sus obras más famosas, narra la historia de este pequeño cuaderno negro, sinónimo de cultura, aventura y nomadismo. Con su estilo seco y lapidario, el libro describe un viaje por Australia en busca de los trazos de la canción, un concepto ciertamente difícil de explicar. Según Chatwin, cada territorio, cada camino, cada accidente del terreno, están descritos en una trova aborigen: un cruce entre un mito de la creación, un atlas geográfico y una historia personal. Y esa canción de cada tribu, de cada familia, marca los límites, las fronteras, la propiedad... Identifica el terreno y permite poseerlo. Perder la canción es perderlo todo.

Dice mi mujer que se trata de una obra anárquica en su estructura: algo de tratado de antropología, mucho de libro de viajes, con frecuentes salpicaduras de pensamientos filosóficos, propios o ajenos, sacados de las notas de su Moleskine. A veces caótico y a veces brillante, sobre todo en la descripción de los personajes con los que se va cruzando, a quienes logra definir en pocas palabras con una precisión casi fotográfica.

El cuadernito refuerza la imagen del viajero romántico: “Dejad que vuestro espíritu aventurero os empuje a descubrir y escribir del mundo que os rodea con sus rarezas y sus maravillas. Descubrirlo será amarlo”, en palabras del poeta libanés Kahlil Gibran.

Con la edad, aparte de apreciar el vino tinto con progresiva adicción, se relativizan muchas cosas. Moleskine me parece un acumulador de ideas y de emociones no relativizables que va liberando su carga a lo largo del tiempo, trocando el contenido en notorias imágenes o en páginas de libros admirados.

Una pequeña editorial italiana devolvió la vida a la mítica libreta. Un símbolo de la antigua práctica de los cuadernos de campo, del apunte y del boceto, que ha vuelto con fuerza para recuperar su espacio frente a un mundo de agendas digitales, dispositivos móviles y teléfonos más o menos inteligentes.

Con la ventaja de que no necesita cargador ni actualizaciones del software.


IMÁGENES: Arriba, Moleskine clásica. Centro, portada del libro de Chatwin. Abajo, anotaciones de viaje sobre una Moleskine.

11 comentarios:

Maribel dijo...

Buenos dias! He llegado la primera. Saludos a tu mujer y amiga mía.
Como siempre, sorprendiendo al personal con tus interesantísimas vivencias que las haces nuestras. Algún cuaderno de cuadricula guardo con mis apuntes de colegiala, sin el caché de la rumbosa Moleskine.
Gracias por tus relatos, hasta la próxima, abrazos desde el Ebro.

Eugenio Mingo dijo...

Fantástico Félix, espero a veces con una inusitada ansiedad el correo avisando de una entrada en tu blog...

Te has fijado que tus blogs son como una agenda MOLESKINE¿? Una serie de retazos, de vivencia, de datos (a veces imprescindibles, a veces inútiles)... es como un compendio de retales que forma tu día a día a lo largo del tiempo...

Yo hace más de 10 años pasé de la agenda en papel, a la electrónica... rudimentaria en sus primeras versiones y global, ubícua e "in cloud" en sus últimas... me costó el cambio, lo reconozco, pero mi romanticismo fue superado por la utilidad...

Me han regalado varias MOLESKINE (que yo a su vez las he re-regalado), siempre me ha sorprendido la leyenda "In case of lost, please return to... As a reward: $". No sabía de donde venía la misma... ahora ya lo sé.

Conservo todavía una, quizás el destino me impidió regalarla hasta leer esta entrada en el blog...

El próximo día que nos veamos, te la doy, seguro va a estar mejor en tus manos que en la mía...

Un abrazo.

Oscar dijo...

Que tal, Felix!!
Te cuento que aqui una empresa tambien fabricaba una libreta -anotador "casi" igual.A mi humilde criterio son muy practicas, ya que si el movil o el ordenador se rompen,fallan,etc. perdes todos las direcciones,telefonos,direcciones...: en cambio anotadas aparte, jamas la electronica se mete con estas inteligentes y practicas "libretitas".
Saludos y te acompaño en la cada vez mas recurrente adiccion al vino rojo.Como sabras, el Malbec argentino es el mejor!!!
Oscar

Ana E. dijo...

!Qué gracia, Félix querido! El primer imprescindible cuadernito que compré en mi año de Doctorado parisino fue un Moleskine que hoy duerme en algunas de las cajas de mi mudanza bruselense.
Yo siempre me muevo con un cuadernillo para apuntes de ocurrencias o recordatorios. No sabía del libro de Chatwin, pero lo buscaré porque siempre me atrajo el mundo mítico de los aborígenes australianos. A pesar de su aparente fragilidad física - por lo menos de los que vi en mis dos viajes a aquel continente - y precaria vida material, son uno de los pueblos cuyos sistema de parentesco y universo mítico tienen una gran complejidad. Veré lo que me cuenta ese autor por tí sugerido.
¿En dónde andas ahora con tu nuevo Moleskine?
Nosotros a punto de irnos al Paulista, tradición del sábado paraguayo que pronto pasará al recuerdo.
Cuídate mucho y, sobre todo, no dejes de escribir.
Abazotes cariñosos,

José Antonio dijo...

Estimado Felix:

Sigo tus comentarios mes por mes, incluso se lo reenvió a amigos y
familiares, yo cuando sea grande quiero ser como tú, jajaja, para viajar por
esos mundos haciendo lo que me guste.

Un abrazo desde Santo Domingo,

Mariano Mingo dijo...

Enhorabuena, Félix. Como siempre magistral en tus comentarios. No es fácil escribir tanto y tan bien sobre un objeto tan sencillo y tan modesto como una simple agenda de notas.
Un abrazo muy fuerte desde Zaragoza.

Mirian dijo...

Merece la pena leer lo que escribes, Félix. Gracias.
A mi también me gusta los Moleskines, aunque ahora italianos.

Gemma dijo...

Ya lo leí esta mañana... ¡y me encantó!

José María dijo...

Cuántos buenos recuerdos de la primera Moleskine que te traje a Asunción

Un abrazo

FG dijo...

Tiempos pasados que no volverán, José María. Eso sí ¡que nos quiten lo bailao!

Jorge Juan dijo...

Me ha gustado mucho tu articulito, pero al comenzar a leerlo, pensaba que te referías a las famosas libretas de hule y no a las Moleskin que eran mucho más sofisticadas y caras.

Al ver la foto, me viene el recuerdo del único cuaderno de viajes que hice en mi vida con ocasión a un viaje en solitario que hice a Montana (EEUU) a finales de verano de 1999 para ver si era verdad que aquellos paisajes cristalinos de las películas del Oeste o la famosa película de Robert Redford sobre los caballos o El Resplandor de Kubrick se asemejaban a los de las cintas. Sobre el terreno son aún más bonitos, pero sobre todo el área de las Rocosas, la que forma parte del Parque Nacional del Glaciar que comparte con el Canadá al norte y con Yellowstone, con Wyoming al sur, aunque con éste solo haga frontera. El resto del Estado, la parte oriental y que da a Dakota, es una planicie extensísima y aburridísima.