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sábado, 6 de octubre de 2018
sábado, 7 de julio de 2018
sábado, 23 de junio de 2018
¡Estos chinos…!
Les presento el furciómetro, un nuevo y discreto dispositivo electrónico de bolsillo fabricado en China, aun como prototipo. Sirve para advertirnos, mediante una discreta señal, de la presencia de una furcia en los alrededores. Con alguna incertidumbre, eso sí, dado que el aparatito se activa inmediatamente, según dicen, ante la presencia de cualquier hembra.
Sus creadores suponen que la anomalía se debe a que el sensor utiliza un ancho de banda demasiado amplio, dado que, durante su diseño, el concepto “furcia” no se delimitó con exactitud, ni se tuvieron en cuenta algunas peculiaridades. Se trabaja ahora en afinar el chip y modificar el software para la detección a tres niveles: desde la “tipo C” o “puta común” a la “tipo A” o “furcia alfa” –líder de la manada, podríamos decir–, pasando por un nivel intermedio “tipo B” para aquellas que no puedan clasificarse con precisión en ninguno de los dos anteriores. Se utilizarán leds luminosos de alerta en amarillo, naranja y rojo, como en la predicción del tiempo.
La ramera común o tipo C –alerta amarilla– se identificaría con la puta clásica cuyo modus operandi se basa en la tradición: convenido el tipo y precio del servicio y una vez prestado el mismo, el usuario deposita el dispendio sobre la mesita de noche y si te he visto no me acuerdo.
La puta del tipo A o furcia alfa –alerta roja– es, como puede suponerse, la más peligrosa de todas. En este caso no hay mesita de noche donde depositar nada, pero, en cambio, se las apañan hábilmente para adueñarse –con cargo a la Visa del cándido primo– de relojes, gafas de sol, perfumes y modelitos de primeras marcas, cuando no de viajes trasatlánticos, hoteles de lujo y hasta dinero en efectivo para cubrir alguna puntual falta de liquidez.
Ni siquiera dan las gracias, pero, en cuando el macho pretende la más mínima relación carnal con la interfecta, surgen los inconvenientes en forma, por ejemplo, de una alergia o una inoportuna gripe o cualquier otra disculpa que, en cambio, no impide a la pelandusca salir a cenar unos sushis bien regados con buen vino hasta la madrugada, a cargo de la misma Visa, claro. Si se les aprieta un pelín, alegan sentirse “sexualmente agredidas”, las muy reputas.
La categoría intermedia o tipo B –putillas de alerta naranja– es similar a la anterior, pero con menos pretensiones. Se conforman con cualquier cosilla mona de marca falsificada, almuerzos o cenas en restaurantes de medio pelo y algo de efectivo que prometen seriamente restituir, faltaría más, pero que luego se olvidan. Frecuentan moteles de mala muerte, en las afueras de la ciudad, con machos de su agrado –el lila no está en la lista–, se disfrazan de furcias de luxe ocasionalmente para yacer en hoteles-boutique con algún personajillo de tres al cuarto que las visita de tanto en tanto y se dejan fotografiar sobre la cama en generosas sesiones de photo-sex.
Los nuevos modelos incluirán versiones para teléfonos inteligentes, con un nuevo chip capaz de proporcionar un avance del costo estimado de tirarse a la interfecta, en efectivo y en especie.
En prevención de daños colaterales, el fabricante sugiere, de momento, no utilizar el furciómetro cerca de amigas de toda la vida o mujeres de la familia.
No vaya a ser que se active.
IMÁGENES: Arriba, diosa femenina. Abajo, sesión de photosex.
sábado, 9 de junio de 2018
Iznogud
Fue un comic de mis años de adolescente, en el Bagdad maravilloso de Las mil y una noches. Harún El Pussah, un personaje bonachón, muy querido por el pueblo, es el Califa de Bagdad e Iznogud es su Visir, un hombre irredimible en todos los aspectos. Iznogud no sólo es un tipo malvado, sádico y sin escrúpulos, sino también un cretino incompetente que no da una a derechas. Su propio nombre es un juego de palabras con el inglés he’s no good, que significa tanto “no es bueno” como “no sirve para nada”. Tan despreciable, que nada podemos aprender de él, un inútil en el más amplio sentido de la palabra.
Algo corto de luces y de talla (1,50 metros con babuchas), conspirador irremediable, envidioso y traicionero, con una única obsesión: ser Califa en lugar del Califa. Dispuesto a todo para lograrlo, aliado, horror vacui, con vendedores de crecepelo, fabricantes de alfombras voladoras, magos de magia negra, genios de la lámpara, forjadores de dagas y alfanjes, asesinos, quincalleros, envenenadores, ladrones y mercachifles… con el mismísimo diablo, con tal de lograr su propósito.
A todos promete el oro y el moro para cuando sea Califa del Califato. Pero los planes de Iznogud siempre fracasan y conducen al gran traidor a situaciones aparentemente sin salida, de las que, sin embargo, no queda nunca huella al comienzo de la tropelía siguiente.
En la realidad de esta España afligida, que supera la ficción, no falta un Iznogud dispuesto, como el otro, a ser Califa en lugar del Califa, sin programa, sin principios, sin ideas y sin vergüenza. Capaz de prometer con una mano, sin Biblia ni crucifijo, la defensa de la Constitución y la unidad de la patria desolada, mientras que, con la otra, acuerda oscuros apoyos con toda clase de deshechos mal encarados de la función pública.
Verbigracia: al nordeste, un reino de taifas que pretende independizarse del Califato con mentiras históricas, racismo, xenofobia y la posverdad de los presos políticos versus los políticos presos; al norte, con la mesnada de corruptos morales, veletas y mangantes aldeanos que se dicen nacionalistas, aderezados con los que aplaudieron las tropelías del terrorismo que asoló la tribu; en el centro, comunistas renegados de la Casta, que no le hacen remilgos a un chalet de 600.000 euros ni al cobro de canonjías abonadas por dictaduras bolivarianas y regímenes islámicos donde la mujer vale algo menos que una cabra; y al sur, Al-Andalus, joya que fue rutilante del Califato de Córdoba, cubierta hoy de mierda hasta las orejas por culpa de podridos irredentos que han dilapidado 850 millones de euros en prebendas y compra de los votos necesarios para mantenerse en el burro y continuar robando.
Este es el desolador panorama que ofrece el nuevo Iznogud, un okupa del poder que su propio partido y las urnas le negaron reiteradamente, liderando el repudio al Califa por una suerte de golpe de estado legítimo y constitucional, pero indecente.
Será interesante observar cómo contenta a unos y a otros, qué respuesta dará a la inevitable pregunta que le formularán sus socios, más pronto que tarde: “¿Qué hay de lo mío?”.
“Oigo, patria, tu aflicción y no entiendo por qué callas,
viendo a traidores canallas, despedazar la nación.”
(Circula por WhatsApp)
Al fondo, un país extraordinario. Creo que se llama España.
IMÁGENES: “¡Quiero ser Califa en lugar del Califa!” Y así fue.
Imágenes: © Dargaud 1989 & © Asuntos Especiales SL 2015
sábado, 26 de mayo de 2018
La entropía de los calcetines
El cementerio Zentralfriedhof de Viena es el tercero más grande de Europa, después de los cementerios de la Almudena [1] en Madrid y Ohlsdorf en Hamburgo. Sin embargo, su interés turístico es mucho mayor, debido a la cantidad de personajes ilustres que reposan allí: desde la familia Strauss hasta Brahms, incluyendo al mismísimo Beethoven y, mucho menos conocido, Ludwig Boltzmann.
Nada que ver con la música. Se trata de un científico austriaco que realizó importantes aportaciones a determinadas áreas de la física: probablemente, el personaje de mayor prestigio en el periodo de transición del siglo XIX al XX.
El reconocimiento universal de la carrera profesional de Boltzmann y sus trabajos sobre la entropía y otros conceptos de la física, no le impidieron suicidarse en la costa italiana, cerca de Trieste, ahorcándose mientras su señora e hija disfrutaban de un plácido baño en el Adriático.
Las causas que le llevaron a tomar esta drástica decisión no han sido nunca suficientemente aclaradas. Algunos estudiosos de su biografía sostienen que no pudo soportar las críticas que recibió por parte de algunos colegas desconfiados y envidiosos de sus trabajos. Mientras que entre sus alumnos fue un hombre muy querido y respetado, en el ámbito científico siempre estuvo rodeado de envidias, zancadillas y opositores.
Los turistas no advertidos que se adentren en el cementerio vienés, se quedarán estupefactos cuando se den de bruces con la tumba de este hombre y la extraña ecuación inscrita en su lápida: S = k log W que, para algunos físicos, suena a verdadera música celestial, como la de los insignes compositores que acompañan a Boltzmann en su descanso eterno. La fórmula permite calcular la entropía de un sistema S, un concepto interesante al tiempo que misterioso, cuyo nombre procede del griego εντροπία, que significa “revertir”.
Supongamos que, en un vaso de agua, diluimos una gota de tinta. Segundos después, la tinta se ha dispersado por todo el vaso y nunca más se podrá volver a formar la gota inicial. Podríamos decir que la gota “tiende al desorden” y a esto lo llamamos entropía. Si pudiéramos hacer fotografías sucesivas al vaso veríamos que, a medida que pasa el tiempo, la dispersión es mucho mayor y el desorden crece. Son los “estados” de la entropía que, en el universo, se incrementa constantemente, hasta el desorden total.
Cuanta más entropía, más caos, más desorden, incluso definitivo, sin ninguna posibilidad de volver al estado original. Freír un huevo, por ejemplo, es un proceso irreversible: imposible, una vez frito, hacerlo volver al culo de la gallina.
Apliquemos este concepto a la cotidianeidad. ¿Cómo están más ordenados nuestros calcetines, dentro de un cajón, agrupados por color y por textura, o desperdigados por la habitación? El estado “calcetines dentro del cajón” tiene menos posibilidades de desordenarse, es menos entrópico que el estado “desperdigados por la habitación”. En realidad, en este último caso, el orden ya está perturbado considerablemente, con muchas más posibilidades de que el propietario continúe esparciendo calcetines aquí y allá, por todo el cuarto. Podemos afirmar que “calcetines en la habitación” tiene mucha más entropía que “calcetines en el cajón”. De ahí que el sistema S llamado “cuarto de los adolescentes” —y de algunos mayores— alcance enormes valores de desorden por este concepto.
Solo la oportuna intervención de una madre atenta o de una esposa solícita podría mejorar el caos, reduciendo la entropía, recogiendo y colocando de nuevo los calcetines en el cajón.
IMÁGENES: Arriba, la tumba de Boltzmann. Abajo, entropía doméstica.
[1] Ocupa 120 hectáreas y está considerado el cementerio más grande de Europa occidental. Desde su origen, a finales del siglo XIX, ha sido el cobijo póstumo de los héroes de las guerras de Cuba y Filipinas, las víctimas de la epidemia de cólera desatada en los años 1884 y 1885 -que aceleraron su apertura- y las que perecieron en el incendio del Teatro Novedades en 1928. Pero también alberga a muertos célebres dispares, como Benito Pérez Galdós, Estrellita Castro, Lola Flores, la Pasionaria, Francisco Umbral, Ramón y Cajal o Frank Yerby. (Muy Historia)
[2] 1844-1906.
sábado, 12 de mayo de 2018
Inasequibles al desaliento
"Tengo por costumbre, querido Sancho que, en viendo el burro venir, ya de lejos me apercibo sin confundirme, de las patadas que pudiera propinarme. Por tanto, mi fiel escudero, fíjate en los andares y, si viéndolo retorcido y mal encarado, vieres que arranca sin compostura, hazte a un lado que, de estos con mala idea, mejor no tener contacto. Y hay que tener cuidado con tal calaña que, de ser menester, utilizan a las más tiernas criaturas y hasta pretenden adoctrinarlas y que salgan de su mala hueste con títeres y cabalgatas”.
Esta pudiera haber sido una referencia de Miguel de Cervantes a los catalanes independentistas, en su Ingenioso Hidalgo don Quijote de la Mancha. Así, viendo la mala catadura de esta gente y para ponerse a salvo de las patadas que el burro mal encarado pudiera propinarle, el Gobierno Español ha confirmado esta mañana un acuerdo histórico que permitirá a Cataluña constituirse como un país independiente el primer domingo de cada mes, si el tiempo no lo impide. Al parecer, el acuerdo llevaba meses gestándose a puerta cerrada, con la rotunda oposición de los partidos constitucionalistas que, hasta el último momento, intentaron reducir la independencia de Cataluña “a un estado mental” o, como mucho, a una independencia restringida al ámbito de Facebook.
La presión de las fuerzas nacionalistas cristalizó en una opción intermedia que ha sido consensuada, pese a que el partido españolista en el poder continúa lamentando “que España se resquebraje mensualmente y coincidiendo, además, con el día del Señor”. El líder popular admite, pese a todo, que “también en política es conveniente dar espacios de independencia, como cuando dejamos que los niños se queden solos en casa y pidan una pizza”.
Las fuerzas independentistas catalanas esperan ansiosas a que llegue el próximo domingo para poder salir a la calle y celebrar su triunfo histórico: “Llenaremos las calles de banderas independentistas, panfletos y confeti, que tendrán que recoger los españoles al día siguiente. ¡Que se jodan!”, declara un militante de las juventudes de no-sé-qué-ce. Un diputado convergente asegura que “los domingos dan para mucho si uno se resiste a caer en el letargo y se anima a hacer cosas”.
De hecho, todos los partidos nacionalistas se han comprometido a poner de su parte lo necesario “para no echar a perder los domingos independientes discutiendo sobre tonterías” y han prometido que se centrarán en dirimir asuntos verdaderamente importantes, como el color de fondo de las matrículas de los coches catalanes o el nombre de su nueva moneda, que muchos proponen que se llame floquet o tomàquet, en homenaje a Copito de Nieve, el único gorila albino del mundo, o al pa amb tomàquet, que tantas hambres ha colmado por aquellas tierras, respectivamente.
El expresident huido de la justicia española, no ha aclarado si ejercerá también de lo mismo los días de la independencia. Fuentes de su entorno ven improbable esta posibilidad porque el forajido acostumbra a pasar los domingos en familia, practicando caminatas al aire libre berlinés o belga o donde toque. No se descarta que, cada mes, se encargue de presidir la Generalitat un ciudadano distinto: “Lo más democrático sería que se decidiera por sorteo, como suele hacerse en algunas comunidades de vecinos”, propone el secretario general de un partido independentista
Tras ser confundido en el día de ayer con el expresidente, por seis policías nacionales, mientras rodaba un sketch de La hora de José Mota, TVE ha empezado a recibir consultas y peticiones de cientos de catalanes, que quieren saber si Mota estaría dispuesto a ofrecer shows privados a domicilio, caracterizado de expresidente, haciendo como que declara la independencia de Cataluña.
Podría ser un enorme éxito en la carrera del cómico.
IMÁGENES: Arriba, Don Quijote explicando a Sancho lo que se puede esperar “de estos con mala idea”. Centro 1, A ver si el diumenge hace buen tiempo. Centro 2, el pelomocho, una propuesta de moneda para la Cataluña independiente del próximo milenio. Abajo, José Mota caracterizado de expresident.
Fuentes: El Ingenioso Hidalgo don Quijote de la Mancha, El Mundo Today, Catalunya Espanyola y La hora de José Mota.
sábado, 28 de abril de 2018
Lenguaje inmobiliario
Revolviendo entre viejos papeles, de esos que hemos ido amontonando sin ton ni son por si alguna vez nos pudieran ser útiles –que nunca–, sin otra opción que envejecer y amarillear como su propietario, acabo de descubrir unas notas que tomé hace un cúmulo de años. Seguramente, en alguna ciudad donde me vi abocado a encontrar un lugar más o menos amable donde vivir, al principio de mi vida de vagabundo tecnológico.
Por lo visto, no andaba yo muy impuesto en el vocabulario empleado por las agencias inmobiliarias que tenían la misión –remunerada, claro– de ayudarme a encontrar un techo sin goteras. Por la imaginación que le pusieron, da la sensación de que sus mentiras superan, con creces las de una app de citas. Para poner un poco de orden, fui anotando el significado real de cada cualidad, de cada adjetivo y de cada sustantivo.
Resulta que “ático” no implica que tenga terraza, ni siquiera ventanas, e igual tienes que subir hasta un quinto piso por las escaleras para luego no poder estirarte ni dentro de la ducha. No se les ocurrió poner “buhardilla con altura máxima de 1,70 metros, en la última planta de un edificio sin ascensor”.
O sea, que se trata de una “acogedora opción”, tan acogedora que tienes que caminar encogido y con los brazos como abrazándote y, al final, eso reconforta y te apetece acurrucarte en el sofá-cama, rezando para recordar que debes levantarte con cuidado, no te vayas a incrustar la lámpara en la coronilla.
“Apartamento interior luminoso” podría significar que, de 9 a 9:30 de la mañana, se vislumbra un rayo de sol por la rejilla del respiradero de la cocina.
“Loft de diseño”. Preguntar antes si tiene cédula de habitabilidad o se trata de un garaje.
“Coqueto apartamento”. Pequeño, enano, lo que viene a ser un zulo, pero le han puesto una alfombra cossy y un cuadro de Audrey Hepburn y, al final, te enamora. El problema surge cuando empiezas a pensar dónde colocas la maleta o enchufas la compu con la impresora.
“Comunidad tranquila”. La edad media es superior a los 80 años y, claro, no van a ponerse a hacer fiestas a altas horas de la madrugada. Sin embargo, la dureza de oído generalizada les obliga a mantener la tele a tope todo el puto día.
“Cocina francesa”. Suena muy bien. No obstante, después de ver unas cuantas, me parece más cómodo cocinar con un hornillo de camping gas bajo una tienda de campaña monoplaza. Aunque llueva.
“Piso con carácter”. Dan mucho miedo. Suele ser una excusa para decir que no han cambiado los sanitarios del baño desde la Segunda Guerra Mundial, que la cisterna es de las de cadena y la cocina de carbón.
“Jardín en pleno centro”, es decir, cuatro macetas en un patio interior de seis metros cuadrados. Si miras al suelo, lo verás lleno de colillas, clínex, algún calcetín, un condón y deshechos varios de los vecinos de arriba.
“Vistas espectaculares”. Una buhardilla con ventana de las que tienes que hacer mucha fuerza para abrirla, con cuidado de que no te caiga encima, y ponerte de puntillas para ver un par de tejados y, allá, a lo lejos, una rayita oscura que pudiera ser una nube de tormenta o el mar o las montañas o, ya puestos, los Jardines Colgantes de Babilonia.
Hombre, “espectaculares vistas” son las Brad Pitt y Julia Ormond en “Leyendas de Pasión”, no unos tejados repoblados por palomas o una terraza convertida en almacén de trastos inútiles.
IMÁGENES: Arriba, ático con ventana y mesita de luz. Centro, escalera “con carácter”. Abajo, “vistas espectaculares”, con perdón.
Fuentes propias.
sábado, 14 de abril de 2018
El marketing del miedo
Vivimos en un mundo “sin”: sin aditivos, sin gluten, sin conservantes ni colorantes, sin lactosa, sin transgénicos, sin parabenos, sin pesticidas…. Algunos productos infantiles han llegado a publicitarse como “sin porquerías”. Todos ellos tienen algo en común: las marcas que los comercializan, “sin vergüenzas” que usan el miedo para vender sus productos.
A veces, los gurús del Marketing no se ponen de acuerdo y podemos encontrar en el mercado, por ejemplo, zumos —jugos— con taurina y sin taurina. Cuando una empresa emplea el eslogan “sin” está enviando un mensaje subliminal al consumidor: “Esto o lo otro es perjudicial para la salud, pero a diferencia de otras marcas, nuestro producto es seguro porque no lo lleva”, lo cual no es cierto. Emplear eslóganes, como “sin porquerías” o “sin pesticidas”, dando a entender que otras marcas incluyen en la composición de sus productos esas supuestas sustancias nocivas o perniciosas, es un disparate injustificable.
En el caso concreto de la taurina, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) no ha encontrado ningún beneficio en enriquecer zumos con este aminoácido, dejando claro, no obstante, que tampoco existe ningún riesgo por consumir alimentos ricos en taurina. Digamos que el eslogan “sin taurina” no tienen sentido, que lo mismo da con o sin. Solo confunde al consumidor.
Los fabricantes juegan con eso que llamamos “quimiofobia” o rechazo a los ingredientes químicos, una consecuencia del déficit cultural del consumidor medio. La química, sin duda, nos permite alcanzar edades imposibles para las primitivas civilizaciones, alimentadas con productos que pudiéramos llamar “naturales”, cuando no “ecológicos”, tan de moda.
Luis Oro, catedrático en la Universidad de Zaragoza, prestigioso investigador galardonado con los más importantes premios científicos, asegura que “entre todas las ciencias, la química es, sin duda, una de las que más ha contribuido a mejorar la calidad de vida y el bienestar de la humanidad. Los avances logrados en las áreas de vital importancia para el ser humano, como la salud, la alimentación y nutrición, la higiene, el vestido y otras como la cultura y el deporte, han sido fruto del esfuerzo de los científicos e investigadores químicos”.
Otro miedo que nos agita es el de “no estar a la altura” de lo que sea, intelectual o físicamente, y este miedo propicia la aparición de productos supuestamente “milagrosos”. Si hay un grupo que ha incrementado espectacularmente sus ventas en los últimos años, ese es el de las bebidas energéticas. Se usan para casi todo: los deportistas para aumentar su rendimiento físico, los alumnos para estudiar, los que deben mantenerse despiertos para no dormirse, los que salen de marcha para mezclarlas con bebidas alcohólicas… En fin, el no va más.
Sin embargo, las lagunas existentes son muchas. Las “moléculas estrella” de estas bebidas, como la carnitina, la taurina, el ginseng, etc., prometen innumerables beneficios. Los informes oficiales de la EFSA lo dejan claro: “A día de hoy, se puede afirmar con rotundidad que estos ingredientes no sirven absolutamente para nada”. Todas estas bebidas son ricas en cafeína, un estimulante cuyo consumo —esta vez sí— pudiera tener consecuencias graves para la salud.
Finalmente, dejar claro que los aditivos, conservantes y colorantes autorizados son totalmente seguros, ingeridos según el patrón normal de consumo. Además, consumir alimentos sin lactosa o sin gluten solo es recomendable si somos intolerantes a la lactosa o tenemos algún problema con el gluten, debidamente diagnosticado por un facultativo.
Los datos son preocupantes. El consumo no responsable de productos “sin” o “con” y de bebidas energéticas debe controlarse, y su composición y efectos revisarse cuidadosamente por la autoridad.
IMÁGENES: Arriba, sin taurina. Centro, sin lactosa. Abajo, bebidas supuestamente energéticas “que no sirven absolutamente para nada”.
Fuentes: Scientia, Alimente, EFSA y Wikipedia (Luis Oro).
sábado, 31 de marzo de 2018
La vieja Cuaresma
Anda —nunca mejor dicho— por estos días de la Semana Santa una vieja con siete piernas que amenaza a los niños con ponerles un grano en la cara si no cumplen con sus preceptos. Empezó siendo una anciana desagradable para los chicos y terminó convertida en una especie de bruja que lleva una cesta de verduras en una mano y una bacalada en la otra.
Las siete piernas de la anciana simbolizan las semanas que quedan para la Pascua de Resurrección [1]. Se la representa sobre cartón, tela, papel... Según la tradición, los domingos, a la hora de comer, los niños de la casa le cortaban un pie para quemarlo. El Domingo de Pascua se incineraba a la vieja con el único pie que le quedaba y se procedía a la primera comida suculenta, que solía ser un delicioso guiso de cordero.
En algunos lugares cuentan que esta vieja, en otro tiempo, fue una agraciada joven, tan devota y mística que decidió encerrarse durante las Cuaresmas en una cueva de la montaña, para estar más cerca de Dios y lejos de los hombres.
Pero el pueblo, que jamás perdona al que va por libre, comenzó a murmurar de la muchacha: primero, que andaba amancebada con un bandolero, y más tarde que el bandolero no era tal, sino el mismísimo demonio, al que había entregado su alma y su cuerpo a cambio de diabólicos conocimientos. Tal era el rechazo que le demostraban sus vecinos cuando se acercaba al pueblo, que un año, al llegar la Pascua, decidió no volver a bajar y habitar por siempre en la cueva de la montaña.
Nosotros nos quedamos con la nona [2] del bacalao seco y salado, principal protagonista de la cocina de la Semana Santa. Contemplando la costumbre desde este punto de vista gastronómico, llegamos a un tiempo en el que la Cuaresma adquiere un carácter restrictivo, como de castigo o de ayuno, en el que hay que abstenerse de comer carne desde cuarenta días antes de la Pascua Cristiana, justo después de los excesos cometidos el Domingo de Carnaval.
La carne siempre ha sido uno de los alimentos más valorados. Suprimir su ingesta durante la Cuaresma es una forma de hacer una pequeña penitencia y someter el cuerpo a prohibiciones materiales para “preparar” el alma. El bacalao se convirtió en el mejor alimento para suplir el aporte nutritivo de la carne siendo, por excelencia, el pescado estrella de la vigilia.
El bacalao fue, durante muchos años, comida de pobres, aunque la hemos ido sofisticando hasta situarla a un nivel no tan accesible para gente con escasos recursos. Ahora, rizando el rizo, el mercado nos ofrece el skrei, el bacalao más sibarita [3], un manjar de “edición limitada”, según dicen, que se pesca entre enero y abril cerca de la costa norte de Noruega.
La Semana Santa tiene otros platos no menos interesantes, además del bacalao [4]. Son las torrijas (pain perdu, en Francia), un postre que nos permite aprovechar el pan seco de días anteriores. Tan riquísimas como sencillas de preparar, mejoran con una copita de oporto.
En algunas regiones españolas se hacen florones, una masa dulce, frita y crujiente, que tiene forma de una gran flor. Otros dulces típicos de estos días son los pestiños, las rosquillas, los buñuelos de viento, las monas de Pascua, la leche frita… [5]
Pero la reina de la repostería de la Semana Santa es, sin lugar a dudas, la humilde, sencilla y popular torrija.
IMÁGENES: Arriba, la Vieja Cuaresma. Centro, guiso de garbanzos con bacalao y espinacas. Abajo, torrijas preparadas por FG.
[1] Contadas a partir del Miércoles de Ceniza.
[2] En algunas regiones, “abuela”. Nona, por nonagenaria probablemente.
[3] Cada captura se vigila y somete a estrictos controles desde que sale del mar hasta que llega al mercado. El skrei se acondiciona dentro de las 12 horas siguientes a su pesca, garantizando así su excepcional calidad y frescura.
[4] No debería faltar en estos días un buen guiso a base garbanzos con bacalao y espinacas.
[5] De todo ello se pueden encontrar recetas en internet.
Fuentes: Arzobispado de Barcelona, blog La Vida es Bella y folleto de Seafood from Norway.
sábado, 17 de marzo de 2018
Pirineo fantástico: Culibilla
La montaña, imponente, recorta contra el cielo la belleza de sus cumbres. Miras a lo alto y, a cada instante, la perspectiva cambia el paisaje. Aquel picacho, que antes parecía la quilla solitaria de una nave, es ahora una pirámide gigantesca o, desde otro punto de vista, el perfil inmaculado de una diosa.
Al igual que nuestra fabla y nuestras más ancestrales tradiciones, la mitología aragonesa buscó refugio entre las nevadas alturas y los ibones y valles del Pirineo [1]. Allí se conservó de padres a hijos, hasta que la televisión acabó con el hechizo de las largas veladas de invierno y la vida moderna astilló las “cadieras” y apagó para siempre el fuego de los hogares.
Los bosques y las montañas, las grutas y las cumbres, las nieves y los cierzos crearon el caldo de cultivo adecuado para la leyenda y la tradición. Lo que en tantas culturas ha servido para difuminar la historia de los pueblos, nos vale aquí para descifrar la naturaleza y descubrir su alma poética.
Anayet y Arafita eran los dioses más pobres de la montaña. Su trabajo consistía en procurar alimento para las criaturas que poblaban aquel rincón pirenaico. Eran felices porque, además, tenían un tesoro que no cambiarían por todas las riquezas del mundo: su hija Culibilla, una pequeña diosa a la que el cielo había adornado con todas las gracias imaginables, entre las que destacaban, sin duda, el candor, la bondad y la belleza.
Su cariño y mejores afectos eran para las humildes y laboriosas hormigas con las que Culibilla mantenía largas conversaciones en un milenario lenguaje que solo ellas entendían. Eran tantas, que la diosa decidió bautizar a aquella montaña con el nombre de Formigal, para júbilo y regocijo de todas las hormigas que lo poblaban.
Los días de bucólica paz acabaron cuando Balaitús se enamoró de Culibilla. Era Balaitús un dios fuerte, poderoso y temido por todos los demás dioses del Pirineo. Él amasaba las terribles tormentas que asolaban los valles y, en su ira, fraguaba los rayos capaces de destruir todo lo que se le antojara. Su furor llegaba a estremecer los cimientos de la cordillera.
¿Cómo iba a ser feliz la delicada diosa con aquel bruto? Lo rechazó en mal momento, porque el desairado Balaitús, primera vez que no colmaba sus deseos, juró raptarla y llevársela consigo para siempre. Anayet y Arafita temían su ira, pero ¿qué podían hacer, desamparados, para defender a su dulce hijita?
En tres zancadas, se presentó Balaitús ante Culibilla, decidido a cumplir su amenaza. Las montañas contemplaban la escena desconcertadas y atónitas, sin posibilidad de ayudar de algún modo a la desgraciada diosa.
Dice la leyenda que, al verse perdida, gritó: “¡A mí las hormigas!”. Millones de hormigas acudieron en socorro de su amiga, cubriendo a Culibilla de tal modo que, mimetizada contra el fondo oscuro de las montañas, la hicieron desaparecer ante los pasmados ojos de Balaitús. Mientras tanto, legiones de hormigas-soldado comenzaron a trepar por las piernas del gigante asestándole dolorosas mordeduras que acabaron por hacerle huir aterrorizado.
En el colmo del agradecimiento hacia sus amigas, Culibilla se clavó un puñal en el pecho para guardar dentro, junto a su corazón, a todas las hormigas que le habían salvado del horror de Balaitús, formándose así el forau —agujero profundo— de la peña Foratata.
Desde entonces, no hay hormigas en Formigal.
IMÁGENES: Arriba, el pico Anayet, donde el autor hizo sus primeros pinitos de escalada, y su ibón o lago de montaña . Centro, el autor, hace años, en la Canal Roya, camino de Formigal. Abajo, la mole impresionante del Balaitús.
[1] Todos los nombres que aparecen en este texto son reales y corresponden a montañas o picos del Pirineo Aragonés, con las alturas que se indican: Anayet (2 545 m), Arafita (2 134 m), Culibilla (2 532 m), Formigal (1 550 m), Foratata (2 341 m) y Balaitús (3 144 m). Para alcanzar la mayor parte de estas cumbres se requiere material de escalada.
Fuentes: Desde Jaca y Sherpa Pirenaico.
Fotografías de FG.