sábado, 24 de diciembre de 2016

La niña de Guatemala

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Esta historia me la contaron durante un curso que tuve el placer de impartir en Ciudad de Guatemala a un grupo de inspectores de aduana. Todos jóvenes, con ganas de aprender, con toda la vida por delante para mejorar su país. Inolvidables ellas, Ana, Beatriz, Michelle oui, c’est moi–, Natalia y Vilma, y ellos, Fernando y Jairo. Encantadora e inteligente tropa.

Se inicia en 1877, cuando el escritor y poeta cubano José Martí, con solo 24 años, llega a Guatemala procedente de México, invitado por el entonces expresidente guatemalteco García Granados para integrarse en su tertulia familiar y dictar un curso de composición literaria.

El apuesto e inteligente joven comenzó su labor en la misma academia donde estudiaba María, de 16 años, bella y virtuosa en el piano, hija del expresidente. Con el paso de los días, entre María y José nació un intenso y apasionado amor. Para desdicha de la infortunada muchacha, el maestro literario ya estaba comprometido en México, a donde viajó para contraer matrimonio con su prometida.

“Me juró que volvería escribió la niña– mientras sus lágrimas tibias resbalaban por sus mejillas humedeciendo mis manos temblorosas. Yo juré esperarlo fielmente durante toda mi vida.”

Sabiendo su amor perdido, la salud de María se fue deteriorando y su vida apagándose irremediablemente hasta el suspiro final.

La muerte de la niña impactó dolorosamente en el poeta quien, desde la profundidad de su tristeza, compuso para ella estos hermosos versos [1]:

   Quiero, a la sombra de un ala,
   contar este cuento en flor:
   la niña de Guatemala,
   la que se murió de amor.

   Eran de lirios los ramos
   y las orlas de reseda
   y de jazmín. La enterramos
   en una caja de seda...

   Ella dio al desmemoriado
   una almohadilla de olor.
   Él volvió, volvió casado,
  ella se murió de amor.

   Iban cargándola en andas
   obispos y embajadores,
  detrás iba el pueblo en tandas,
   todo cargado de flores...

Ella, por volverlo a ver,
salió a verlo al mirador;
él volvió con su mujer,
ella se murió de amor.

Como de bronce candente,
al beso de despedida,
era su frente -¡la frente
que más he amado en mi vida!...

Se entró de tarde en el río,
la sacó muerta el doctor;
dicen que murió de frío,
yo sé que murió de amor.

Callado, al oscurecer,
me llamó el enterrador;
nunca más he vuelto a ver
a la que murió de amor.

ScreenHunter_116 Oct. 12 13.39En 2013, con motivo de celebrarse el 160 aniversario del nacimiento de José Martí, la embajada de Cuba colocó una placa conmemorativa a la niña de Guatemala en el Cementerio de la Ciudad.

Tras este reconocimiento, algunos miembros del personal del Cementerio relataron que, aun antes de la colocación de la placa, el mausoleo de María García Granados era uno de los más visitados, especialmente por jóvenes guatemaltecas que le pedían ayuda en cuestiones amorosas.

Unos años más tarde, en 1895, José Martí también moría por amor… a su Cuba natal.

Pobres coronas marchitas.


IMÁGENES: Arriba, María García Granados, la Niña de Guatemala, en un grabado de la época. Abajo, placa conmemorativa en el Cementerio de la Ciudad de Guatemala.

[1] El poema completo puede escucharse en este enlace de YouTube, interpretado magníficamente por los Olimareños. No se lo pierdan.

8 comentarios:

Ana E. dijo...

Hola, Félix hoy le leo a Edu durante el desayuno tu historia sobre la Niña María de Guatemala. Gracias por amenizarnos con cuentos, para mí desconocidos.
Que paséis una noche estupenda. Un fuerte abrazo,
Ana

Arturo S.P. dijo...

Igualmente Félix Feliz Navidad

Un abrazo

Unknown dijo...

Hola Felix!!

Son famosos esos versos.
En Cuba cuando las mujeres rompemos relaciones con las parejas decimos: No soy la Niña de Guatemala, yo si que no voy a morirme de amor....

Feliz Navidad!!!!
Abrazos.

Gisela V. dijo...

Son famosos esos versos.
En Cuba cuando las mujeres rompemos relaciones con las parejas decimos: No soy la Niña de Guatemala, yo si que no voy a morirme de amor....

FG dijo...

Gracias por el detalle, Gisela.

Lourdes Ortega dijo...


Siempre es un placer leer tus relatos.
Un abrazo.

Lourdes Ortega dijo...


Siempre es un placer leer tus relatos.
Un abrazo.

Jorge J. dijo...

Joder, que blog más almibarado te has sacado de la manga para esta ocasión, jajaja. No conocía esa versión romántica de mi amigo Félix.

En cuanto a su veracidad, me importa un comino y me cisco en todos los falsos libertadores americanos que no eran otra cosa que hijos de españoles, que se habían enriquecido a costa de territorios que hicieron suyos para convertirlos en feudos donde hoy continúan gobernando sus descendientes o gente de igual calaña, no los auténticos americanos. A ver si se hace justicia de una puta vez a España y borramos de una vez por todas su leyenda negra.