La cocina del sureste asiático agrupa una decena de países del extremo oriente y Asia que ofrecen un conjunto gastronómico muy influenciado por las dos potencias de la región, China e India, dando lugar a innumerables platos y usos culinarios comunes. Aun así, se distinguen claramente dos tendencias: la insular, con abundancia de pescados, mariscos [1] y verduras, y la genuinamente asiática, a base de cerdo, curry y fideos, con el denominador común del arroz, obviamente. A veces, algunas religiones mayoritarias como el Islam, Hinduismo o Budismo marcan el ritmo de lo que sus incondicionales deben comer o abstenerse.
Como apuntaba arriba, dos de los ingredientes principales de esta cocina son el arroz, en sus variedades de grano largo como el basmati o jazmín y los fideos de arroz o fideos chinos, que forman parte de las omnipresentes sopas como la pho bo vietnamita, el nasi goreng de Indonesia o el pancit bihon filipino, al que me aficioné durante mis días de trabajo en Manila.
Quienes me conocen, –para bien o para menos bien– saben que soy un tanto cocinillas, es decir, predispuesto a cocinar, dentro de las limitaciones que imponen mis conocimientos gastronómicos más bien justitos y, muchas veces, recién aprendidos en internet.
Hace unos días me atreví con un pancit bihon para dos comensales: Marichu y yo. La receta es muy sencilla: fideos de arroz con las verduras que haya en el frigo, añadiendo camarones o pollo o cerdo o lo que se tenga a mano, del mar o de la tierra, sin que falte un golpe de salsa de soja. Las verduras se pican en bastoncitos, para que se puedan coger mejor con los palillos chinos [2]. Calculé mal los fideos y, en lugar de dos, salieron casi el doble de generosas raciones que, discretamente, me fui comiendo de buen humor, almuerzo y cena, acompañado por el indulgente regodeo de mi amadísima esposa y un afrutado morapio de la tierra, largo y tánico.
Xian Guo-lin, también cocinillas como yo, gastó los ahorros de toda su vida e hipotecó su casa para cumplir su sueño de abrir un restaurante de noodles o fideos chinos en una concurrida calle de Shanghái, una ciudad donde la demanda de comida es muy alta. Sin embargo, a las pocas horas de inaugurar su local, al que llamó Guo-lin Fideos con Carne, Xian debió enfrentarse a las protestas de otros vendedores de fideos que le exigían cerrar el negocio inmediatamente, incluso con amenazas de muerte para él y su familia. [3]
Quienes protestaban contra Xian decían que había violado un convenio –privado y sin ninguna base legal– suscrito entre los miembros de la comunidad musulmana Hui para impedir la apertura de un restaurante de fideos con carne en un radio de 400 metros de otro ya existente.
Cuando Xian, que no es musulmán, rehusó cerrar, el local fue rodeado por unos cien individuos que permanecieron allí durante varias semanas, con la policía haciendo la vista gorda, amenazando al personal e impidiendo la entrada de los clientes. Llegaron a ofrecerle hasta 45.000 dólares para que cerrara el negocio en el que había invertido una suma muy superior.
Xian decidió recurrir al Twitter chino, donde recibió más de 40 millones de adhesiones, generando una inesperada cuota de publicidad gratuita para su restaurante, que comenzó a llenarse a diario. Para dar por terminado el conflicto, Xian aceptó quitar la palabra "carne" del nombre del local y el logo de comida halal, preparada bajo los cánones del Islam.
Así, técnicamente, el restaurante dejó de ser competencia de la mafia musulmana del fideo que, en definitiva, terminó ganando el pulso al resignado emprendedor.
El Islam como ideario de paz o el timo de la convivencia multicultural.
IMÁGENES: Arriba, omnipresentes fideos chinos, esta vez con verduras. Centro, el cartel del restaurante de Xian mostrando el hueco dejado por las palabras "carne” y “halal” –en chino, claro- que la mafia le obligó a retirar. Abajo, los clientes se tomaron fotos en el local, las subieron a Weibo, el Twitter chino, y les pidieron a otros que hicieran lo mismo.
[1] Con frecuencia, el marisco o “frutos del mar” incluye únicamente camarones, gambas y langostinos de diversas especies, ignorando muchos otros “frutos” que en esta otra parte del mundo nos parecen deliciosos.
[2] En muchos países latinoamericanos, la gente no utiliza palillos para coger.
[3] La historia de Xian Guo-lin apareció en la BBC, con todo lujo de detalles, en agosto de 2016.
5 comentarios:
De "cocinillas" nada de nada.......Cocinas muy bien.
Además con la pinche que tienes (Marichu), difícil que salga mal.
Me consta que este verano has estado practicando bastante, así que ahora te toca seguir cocinando para los hijo-as.
Será un placer degustar tus platos.
Un abrazo
No le fue tan mal al chino si solo tuvo que retocar el nombre de su restaurante. Con frecuencia, esa gente corta cabezas o pone bombas.
Jaja... Muy bueno lo de los palillos. Fino humor.
Hola Felisuco,
Muy entretenido tu blog sobre el fideo. Los radicalismos son los peores consejeros o compañeros de viaje del ser humano. La historia debidamente contada, es decir, de manera completamente objetiva, se repite, pero somos tan necios que nunca la tomamos en cuenta y así pasa lo que pasa.
No terminaste hasta ...... de tanto fideo?
Tan difícil coger con palillos chinos como coger un taxi. Jaja
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