sábado, 16 de enero de 2016

Ingleses

Con el paso de los años, uno se va haciendo amigos en diferentes etnias e idiomas. Tengo en la colección varios angloparlantes que presumen de que, entre los británicos, la cortesía es algo que se cuida al detalle. Así será, obviando que no te den los buenos días cuando entran al ascensor, ni que la chica a la que te acaban de presentar rehúya recibir los dos sonoros muacs que estabas dispuesto a estampar en sus sonrosadas mejillas de godiva anglosajona.

Disfrutábamos hoy de una relajada tertulia en el Century Mall de Makati con un amigo inglés llamado John, con mucha España encima y debajo: está casado con una española– que habla perfectamente nuestra lengua, si le disculpamos sus dificultades para decir paella, refrigerador, perro, corregir, hallar… Así hasta cerca de un centenar de palabras que lleva cuidadosamente listadas, según confesión propia, y tacha a medida que va consiguiendo hacerse con ellas.

Paseo en burro -pixelado

Hablamos de muchos temas: de palabras que tomamos por inglesas y que no lo son, de las dificultades que tenemos con los “falsos amigos”, es decir, vocablos de similar fonética en ambos idiomas y significado fatalmente disparejo. Nos refirió una anécdota de cuando visitó el pueblecito de su mujer donde se celebraba una feria medieval. Ya saben: artesanos de época, chicos tocando laúdes, paseos en burro, acróbatas, malabares y muchos puestos coloridos. Dice que le llamaron la atención los frascos de mermelada vendidos por una señora que parecía la típica abuela española. Reproduzco el diálogo, más o menos:

John, entusiasmado: ¡Qué buena pinta tiene la mermelada de melocotón! ¿Lleva preservativos?

La vendedora, algo aturdida: No señor. Claro que no lleva preservativos.

John, aliviado: ¡Estupendo! Soy alérgico a los preservativos. No puedo comer nada que lleve preservativos. Le compro estos dos botes.

No entendió muy bien la cara que puso la señora hasta que su esposa le explicó que lo que se añade a los alimentos para evitar su deterioro con el tiempo son “conservantes”. En inglés se llaman preservatives y como no sabía cómo decirlo en castellano, optó por algo que le sonaba muy similar: preservativos. ¡Opción incorrecta!

Ahora sabe que los preservativos, a diferencia de los preservatives, se encuentran en máquinas expendedoras de los bares o en las estanterías de las farmacias y que jamás nadie pondría un preservativo en ningún alimento.

balconing

Luego nos contó que, la primera vez que alguien le dijo, en su trabajo en España, “eres un crack” se quedó a cuadros [*], preguntándose por qué le estaban llamando “grieta”. ¿Tendría su rendimiento profesional alguna “fisura”? Porque eso es lo que crack significa en inglés: grieta, fisura, un chasquido, un crujido o una droga muy peligrosa, entre otras cosas.

En castellano –al menos en España- tenemos más “palabros” inventados con aire anglosajón de forma un tanto subjetiva, a base de colocarles el sufijo –ing del gerundio inglés, como puenting, parking, zaping, footing… La mayor parte de estos vocablos son desconocidos para los británicos y el diccionario de la RAE no los recoge, aunque los usemos con cierta naturalidad. Hacemos zaping o zapeamos cuando cambiamos sucesiva y compulsivamente los canales de nuestro televisor. Los ingleses dirían channel hop o channel surf, más entendible por lo de surfing. Hacer footing sería hacer jogging en inglés, y puenting lo expresarían allá arriba como bungee jumping, nada menos.

¿Cómo llamaríamos a esa afición extendida entre los turistas británicos de saltar, borrachos, desde el balcón de la habitación a la piscina del hotel? ¿Balconing? No por cierto. Hay otra opción mejor: Absolute stupidity!


IMÁGENES: Arriba, niños disfrutando de un paseo en burro en el mercado medieval de Jaca, Huesca. Abajo: un imbécil jugándose el tipo, listo para saltar a la piscina del hotel.

[*] Cuando alguien se queda “a cuadros”, ni se habrá pixelizado ni va a empezar a formar parte de ningún museo. Lo que realmente le sucede es que está tremendamente asombrado, que está alucinando por algo que ha visto u oído, que está flipando, que se ha quedado sin palabras, que no sabe cómo reaccionar. (Del blog “Expresiones españolas para erasmus en apuros”)

9 comentarios:

Anónimo dijo...

Jajajaja, esta buenísimo, me recordó al esposo de mi prima, el es alemán y una vendedora ambulante le vendió sopa de repollo en Peru y cuando se lo entregaron protestó porque no sabia que el repollo era un vegetal, el pensó que repollo era , doble ración de pollo en la sopa.

Anónimo dijo...

Ocurre! Me imagino la cara de la vendedora! saludos. Laura Mujica

Oscar dijo...

ja,ja,!! muy gracioso!!!!

José Pedro dijo...

Me reí y disfrute este relato.

También nos sucede dentro del ámbito del castellano. Y mucho con todo lo relacionado al sexo, porque será?, ni idea, pero así es. Te cuento dos anécdotas que precisamente son subidas de tono sin que las protagonistas así lo hubieran querido. Eramos todos muy jovencitos y muy poco viajados.

Mi primera novia, con apenas 18 años y rumbo a Chile -al exilio- al sobrevolar su avión la coordillera de Los Andes se puso a exclamar: miren los picos nevados, qué preciosos!

Una amiga panameña extremadamente bella en la misma época en Chile fue a una tienda a comprar una tela para hacerse un vestido y buscando regatear el precio para que quedara en una cifra redonda preguntaba a los empleados: me podrían quitar el pico?

En ambos casos los chilenos que estaban presentes se rieron mucho.

FG dijo...

Aclaro, para quien no lo conozca, el comentario de José Pedro.

En Chile, la palabra vulgar para designar el pene es "pico". Esto ha traído un sinnúmero de problemas en el lenguaje formal de los chilenos, que suelen evitar la palabra "pico" y deben recurrir a anglicismos como "peak".

Jamás se escuchará a un conferenciante chileno hablar del "pico de la demanda" o que una curva es más "picuda" que otra.

Curiosamente, como un primer acto de vandalismo, los niños suelen escribir "pico" en las paredes. Y los más audaces "pico p'al que lo lea".

ANGELA LAGUNA dijo...

Que curioso que esto no pase solo con el inglés sino también con nuestro riquísimo castellano que tiene sus matices por todo el mundo.
La primera vez que en un muy serio foro en Mexico dije "cojimos al técnico..." imagínense lo que paso:)
Gracias Felix por tus experiencias

Anónimo dijo...

Y si lo coges con jota peor aún.

Elías B. dijo...

No sé por qué salió ese mensaje en blanco, seguramente quise comentarte el post y cambié de tema.
Lo leí y me pareció bastante interesante. La verdad que leer tu blog se me ha vuelto una costumbre instalada y atractiva.
Un abrazo, Elías

Jorge A. dijo...

Perdona el retraso chaval, pero ando ahora peor que esas por los rastrojos del Paraguay. Esta vez si me he reído con tus vivencias a propósito de los anglicismos, para nosotros, españolismos supongo que para ellos en relación a las formas de llamar a las cosas de maneras distintas a como se deben en los respectivos países. Lo del balconing me ha llegado al tuétano, pues no me esperaba yo el modo con que los ingleses llaman a semejante descerebramiento. Como lo llamaran los de los EUA además de absolute stupidity que, por su traducción, corresponde más a la forma de hablar de los ingleses que de los norteamericanos? Nosotros somos más directos, creo, pero con tantos "palabros" sacados de no se sabe donde o inventados por no se sabe quien, al final lo del salto de la rana de un balcón a otro se ha quedado en "balconeo" (en inglés de Chikspir, ya te vale) que es más "fisno" y mucho más corto de decir, lo que significa que cada vez que dices "balconear" (en inglés zarrapastroso), se tira uno o una, en cambio si se dice en nuestra jerga, van trece o catorce, pero no al vacío, sino al sofá a seguir dándole al Capitán Morgan o al Juanito el Caminante que es menos peligroso que hacer el tarzán o la mona chita columpiándose entre balcones y jugándose los cuernos o los piños a darse un talegazo de órdago veinte metros más bajo sin red de protección.