sábado, 16 de septiembre de 2017

Para qué sirve el latín

Para apretar una tuerca, resulta de muy poca utilidad. Para mirarse al espejo y tener una idea aproximada de quién es el gilipollas que nos devuelve una mirada somnolienta por la mañana, tampoco. No cabe duda de que apretar tuercas es necesario, pero conviene saber que la utilidad inmediata de algo es, en ocasiones, lo que menos importa. La utilidad no es lo que da sentido a las cosas que más nos atañen. La utilidad, decía Ortega, “genera cierta satisfacción, pero es un valor incapaz de despertar un sentimiento de respeto o complacencia”.

latin 1Con frecuencia, el conocimiento no tiene una aplicación práctica. ¿Para qué vale saber que “el rapto de Proserpina” es una escultura de Bernini perteneciente al Barroco? ¿De qué nos sirve conocer nuestra historia? No me vale como respuesta “para no repetir los errores del pasado”, porque ¿qué nos faltó por aprender de la Primera Guerra Mundial para que hubiera una Segunda pocos años más tarde?

El conocimiento también es curiosidad, es satisfacción personal por conocer, es imaginación, comprensión… Conocimiento sin más motivo que el conocimiento. Lo grave es pensar que todo ha de tener una utilidad práctica y, sobre todo, mercantil. No tiene un uso diario ni una utilidad práctica, para el común de los mortales, indagar sobre el origen del universo, ni estudiar los agujeros negros. Es discutible la rentabilidad de explorar lunas, como Europa o Titán, o investigar en los secretos de Atapuerca. ¿De qué vale buscar fósiles de dinosaurios, excavar para ver los muros de una civilización perdida o soñar con las estrellas?

latín 3Volvamos al latín. Hace más de medio siglo, José Solís Ruiz, ministro del gobierno franquista, estaba en las Cortes enzarzado en un discurso en torno a una reforma educativa en la que abogaba aumentar el número de horas dedicadas a la educación física —gimnasia— en detrimento del tiempo dedicado al latín.

En uno de los escaños se sentaba Adolfo Muñoz Alonso, a la sazón político y rector de la Universidad Complutense de Madrid. Su visión, obviamente, era contraria a la del Ministro y no estaba por la labor de restar presencia al latín en las aulas. En un momento determinado, Solís dijo: “Porque, en definitiva, ¿para qué sirve hoy el latín?”. A lo que, rápidamente, el señor Muñoz Alonso replicó desde su asiento: “Pues, por ejemplo, señor Ministro, para que a Su Señoría le llamen egabrense y no otra cosa más fea”.

No olvidemos que Solís era natural de Cabra [1], y que, gracias al latín, el gentilicio de los naturales de Cabra es “egabrenses” y no “cabrones”, como apuntaba el rector con agudeza, tino y mala leche.

latín 2Para responder a la pregunta, muchos estudiosos han escrito innumerables artículos que suelen quedarse en lo superficial, resumibles en que sirve para entender la etimología de muchas de las palabras del castellano, que sí, pero no solo. El latín convive con nosotros y es el alma de nuestra lengua, modelo sintáctico y de estilo para su desarrollo. Me parece imprescindible para crecer en nuestra cultura, disfrutar de nuestra literatura —impensable leer a Quevedo, Garcilaso o Góngora sin rudimentos de la retórica latina— conocer nuestra historia, el derecho romano, el alfabeto, la filosofía, la música, la arquitecturaNihil novum sub sole.

En resumen: para no pasar vergüenza.


IMÁGENES: Arriba, capitel de la Opvs Fundatvm Latinitas (1976 – 2012), una institución de la Iglesia católica dedicada al estudio y mantenimiento de los estándares de la lengua latina. Centro, portada de la Grammatica, de Antonio Nebrija, primera obra (1492) dedicada al estudio del español y sus reglas, en el mismo año en el que publicó el Diccionario latino español. Abajo, una frase muy popular, de Séneca.

NOTA: Para los estudiosos que deseen profundizar en este tema, recomiendo la lectura del libro La utilidad de lo inútil, de Nuccio Ordine, especialmente el capítulo ¿Para qué sirven las lenguas del pasado? También, el manifiesto de Abraham Flexner que acompaña al libro citado: La utilidad de los conocimientos inútiles. Todo un descubrimiento.

[1] Conviene aclarar que a los naturales de Cabra, pueblo de la provincia de Córdoba, se les llama “egabrenses”, por ser esta villa la antigua Egabro romana, y a la que los musulmanes llamaron Qabra, adaptando el nombre Egabro a la lengua árabe.


2 comentarios:

jesusitv dijo...

Pues sí amigo Félix, atinada y sesuda reflexión, como suele ser habitual en tu blog. En mi calidad de amante de la cultura clásica, y de estudiante de latín en lo que entonces era el Bachiller Unificado y Polivante, más conocido por sus siglas BUP, doy fé que el estudio del latín ayuda a comprender los fundamentos de nuestro modelo socio-cultural.

Magnífica la anécdota sobre Solís, que desconocía, y que me trae a la memoria aquella otra, también del franquismo y relacionada con el uso de la lengua, que probablemente ya conozcas pero que dejo aquí para regocijo de tus seguidores.

Durante el periodo franquista las preclaras mentes de este país se empeñaron en potenciar la lengua del imperio, recomendando utilizar palabras españolas en vez de sus equivalentes foráneos. Así, en vez de la palabra francesa "cognac" para denominar a tan preciado néctar, se recomendaba usar su equivalencia española, denominada "jeriñac". Como el hispano pueblo es muy dado al cachondeo, faltó tiempo para que se popularizara el chiste correspondiente: el cliente entra en el bar y solicita al camarero un jeriñac y el camarero con cierta sorna le contesta "al fondo a la derecha ..." señalando a los retretes :-)

Cosas de la época. Lo que sí es cierto es que debemos gran parte de nuestra lengua y cultura a los casi seis siglos que vivimos bajo las siglas del Senatus Populus Que Romanus (SPQR), circunstancia que nunca debemos perder de vista. Nuestra historia marca gran parte de nuestra idiosincracia.

Fernando F. dijo...

"La utilidad de lo inútil" debería ser libro de cabecera. Con respecto al Latín, es asignatura obligatoria durante la licenciatura de medicina en Alemania. Nosotros el latín, el griego y el indoeuropeo, con destacados académicos universales, lo están tirando al garete. Pero bueno, si quitan la Filosofía no se de qué me extraño. Gracias Félix