sábado, 24 de junio de 2017

Mujeres

Acabo de leer la “Trilogía del Batzan”, de Dolores Redondo, una serie de historias muy bien hilvanadas en las que se hace referencia a algunas figuras de la mitología vasco-navarra: el tarttalo, similar a un cíclope de gran envergadura que amontonaba los huesos de sus víctimas a la entrada de su cueva, la divinidad vasca Mari, personificación de la madre tierra y reina de la naturaleza, y las brujas, brujos y demonios del valle del Batzan y los aquelarres de Zugarramurdi. Nada menos.

Mujeres 1

Como sacadas de aquel ambiente medio siniestro, aparecieron en el Vaticano la pareja de primeras damas norteamericanas, Melania e Ivanka, para asistir a la audiencia de su esposo y padre respectivamente con el Papa Francisco, con sus cabezas respetuosamente cubiertas con algo que intentaba ser una mantilla o cobija o rebozo o toca o qué se yo… Escasamente elegante, si no ridículo.

La esposa de Trump optó por una minúscula capucha con ribete de encaje que no le llegaba a los hombros, tal vez queriendo emular a la usada por Jackie Kennedy en el funeral de su esposo asesinado. Ivanka, por su parte, debió encontrarse elegantísima portando una diadema con gran despliegue de tul, con un cierto aire de viuda negra, sin conseguir el verdadero propósito de las normas del pequeño estado: evitar llamar la atención.

No hay duda de sus sinceras intenciones de adherirse a un supuesto protocolo de la institución vaticana, siguiendo la norma de acudir de negro. El blanco está reservado a las reinas de países católicos en sus audiencias papales: el llamado “privilegio del blanco”, una prerrogativa no escrita, pero que se suele respetar. Melania e Ivanka evitaron escotes, lucieron un largo de falda por debajo de las rodillas, vestidos muy elegantes y llevaron manga larga. No hicieron ostentación de joyas importantes, ni tampoco llevaron un maquillaje excesivo que pudiera chocar. Pero con sus mantillas la cagaron.

Mujeres 2

Me recordaron el fiasco del expresidente Zapatero y sus dos hijas cuando fueron a visitar a Obama, en 2009. Al español se le debió revolver la bilis al ver la fotografía publicada en algunos medios y al comprobar que no midió las consecuencias de llevar a sus dos hijas, de 13 y 16 años entonces, a una recepción oficial y pública en el Museo Metropolitano de Nueva York. Acudieron vestidas al estilo de la subcultura gótica: color negro, trajes negros, maquillaje tenebroso para resaltar la palidez del rostro y pintalabios negro o rojo oscuro.

La directora de comunicaciones de un legislador republicano escribió al respecto de las niñas: “Ambas están en esos terribles años de la adolescencia, pero son parte de la familia presidencial española y deberían mostrar un poquito más de clase".

La imagen fue publicada en la web del Departamento de Estado norteamericano, que posteriormente la retiró a petición del jefe del Ejecutivo español para proteger la intimidad de las niñas. La polémica fotografía fue sustituida por los posados oficiales de los Obama con todos los mandatarios que participaron en la cumbre… a excepción de Zapatero.

Hay muchas maneras de hacer el ridículo. La más lamentable es no saber estar a la altura requerida por las circunstancias.

En esto, algunas personas son especialistas.


IMÁGENES: Arriba, la hija de Donald Trump y la primera dama de Estados Unidos en la audiencia privada con el Papa. Abajo, los Obama con los Zapatero y sus dos chicas.

2 comentarios:

Josepe dijo...

Se ve que el buen gusto o la clase personal no puede comprarse con dinero. Ni el mal gusto se corrige con plata o con una posición social elevada. Buenos ejemplos.

jesusitv dijo...

Con Félix siempre se aprende algo, en está caso la existencia del "privilegio de blanco". Bueno es saberlo, por si alguna vez accedemos al maridaje con alguna "miembra" de alguna casa real 😊