sábado, 15 de octubre de 2016

El árbol del pan

A mi hermano Santos, que nos dejó para siempre,
apasionado de la Bounty y su aventura. 

Desde España, llegar a la isla de Tonga en avión exige invertir más de 40 horas, incluyendo las de vuelo y las escalas en Dubái y Sídney. Sin embargo, en los años en los que transcurrió la historia que les voy a contar, llegar en barco podría tomar más de un año, según el camino elegido y el estado del mar. Tan enfurecido con frecuencia que los barcos no podían doblar el Cabo de Hornos para pasar del Atlántico al Pacífico, viéndose obligados a poner proa al sur de África para cimbrar hacia el Índico por el Cabo de Buena Esperanza o, más propiamente, de las Tormentas.

En aquella segunda mitad del siglo XVIII, los ingleses propietarios de las plantaciones de Jamaica pensaron y así lo hicieron saber en la metrópoli– que podrían ahorrarse muchas libras alimentando a los esclavos negros con los frutos del árbol del pan, que el capitán Cook había descubierto en la Polinesia unos años antes: “Si el Almirantazgo Británico pudiera enviar un buque que recogiera un buen número de ellos para trasplantarlos en Jamaica, la alimentación de los esclavos resultaría prácticamente gratis”, concluyeron.

Pero ¿qué era aquel milagroso árbol del pan? Se trata del artocarpo [1], un árbol de entre 12 y 18 metros de altura cuyos frutos, como de uno a dos kilos de peso, contienen una pulpa harinosa que los indígenas de Oceanía cuecen al horno, antes de que se endurezca una vez cortado. Sus virtudes alimenticias fueron notablemente exageradas por un almirante de la Armada, quien llegó a escribir que sus marineros lo encontraron tan bueno que no quisieron volver al rancho de a bordo. De cualquier manera, estas virtudes comestibles, avaladas no sin reservas por Cook, alimentaron la ingenua leyenda de que de las ramas de aquellos árboles pendían fragantes panecillos, y que bastaba alargar la mano para poder saborearlos [2].

Sea como fuere, el Almirantazgo resolvió enviar a la fragata Bounty, una nave de tres palos y bauprés tripulada por 44 hombres al mando del capitán Bligh, un tipo duro y violento, que llegó a Tahití en octubre de 1778. Allí permanecieron cinco meses aguardando a la estación propicia para trasplantar los esquejes del árbol. Lejos de ser tediosa, la espera les permitió disfrutar de los encantos naturales de la paradisíaca isla y de las atenciones de los hospitalarios tahitianos y, sobre todo, de sus mujeres, de elevado ardor erótico y refinadas artes amatorias.

pan 2

Durante el viaje de regreso, cargado el barco con más de mil macetas del preciado árbol del pan, hubo necesidad de duplicar la frecuencia de riego de las plantas para evitar su deterioro, lo cual obligó a reducir drásticamente la ración diaria de agua dulce que se daba la tripulación. Se originaron varias trifulcas, finalizando con un motín [3] a la altura de la isla de Tonga. El capitán Bligh y los hombres leales a su autoridad fueron abandonados en el mar en una chalupa, mientras la Bounty, con los insurrectos a bordo, ponía rumbo a Tahití para hacerse con algunas de aquellas ardientes mujeres y unos pocos hombres que ayudaran en las tareas de la nave.

Algunos marineros decidieron quedarse y el resto de los amotinados, en su singladura de huida dieron, por pura casualidad, con la isla de Pitcairn, erróneamente ubicada en las cartas de navegación del Almirantazgo [4], donde decidieron establecerse de por vida. El capitán Bligh y sus leales consiguieron llegar a Timor y luego embarcados a Inglaterra, desde donde se organizó enseguida una expedición de captura de los sediciosos a cargo del navío de guerra Pandora.

pan 3Los marinos que se habían quedado en Tahití fueron fácilmente apresados dos años después e instalados en la bodega del barco en condiciones atroces. Durante varios meses el buque se dedicó a la tarea de buscar rastros de la Bounty y de sus amotinados por las islas vecinas, pero no fue posible dar con ellos. Por fortuna para los sublevados, porque la Pandora naufragó de regreso en la barrera de coral de Australia, con grandes pérdidas humanas.

Cuando el ballenero norteamericano Topaz redescubrió Pitcairn muchos años después, todos los amotinados habían fallecido menos uno, el marinero John Adams [5].

Todavía hoy, la tumba y la casa de este hombre, jefe carismático de la isla, se veneran en Pitcairn como las del fundador de la nación.


IMÁGENES: Arriba, fruto del árbol del pan. Centro, la chalupa con el capitán Bligh y sus leales abandonados en el mar, en un grabado de la época. Abajo, sello de correos de las Islas Pitcairn con la imagen de John Adams.  

[1] Artocarpus altilis. Sus frutos poseen una pulpa con un 60% de almidón y más proteínas que el plátano o el ñame. Existen muchísimas variedades.

[2] Cuando se consiguió trasplantar los árboles a Jamaica, los esclavos de las plantaciones se negaron rotundamente a comer los frutos, encontrándolos nauseabundos, indigestos y repugnantes. El experimento se abandonó rápidamente.

[3] El motín de la Bounty –liderado por el segundo de a bordo, Fletcher Chistian- revolucionó el mundo y tuvo un reflejo indiscutible en el nacimiento de una era en la que la disciplina y el orden dejaron de ser incompatibles con la dignidad humana.

[4] Durante muchos años, las cartas de navegación del Almirantazgo Británico situaban a la isla Pitcairn casi 200 millas más al sur que en la realidad. Tal vez por eso no fue posible localizar a los amotinados.

[5] Su verdadero nombre era John Smith. Se lo cambió, por si acaso, para dificultar su identificación.

8 comentarios:

Jorge Juan dijo...

La Bounty, cuya historia truculenta ha sido objeto de varias películas, no era una fragata. Se trataba de un carguero armado.

El capitán Bligh no era un bicho como dices. Cumplía las órdenes del almirantazgo británico para transportar los esquejes del árbol del pan de donde y adonde dices. La historia comúnmente aceptada dice que el motivo del motín no fue la falta de agua, sino la desaparición de varias nueces de coco entre Tofoa y Kotoo, cerca de Tonga. El robo en un barco, considerado de guerra por estar armado. El castigo impuesto fue dejar a la tripulación sin su ración de grog, no sin antes proferir graves insultos contra el oficial adjunto al segundo, el famoso Fletcher Christian de las películas (Marlon Brando y Mel Gibson como protagonistas en las más conocidas) que, aprovechándose de la exasperación de la tripulación por verse sin el grog y herido en su honorabilidad por los insultos del comandante, se amotinó con algunos hombres.

Efectivamente, Bligh y los hombres que no siguieron a los amotinados fueron puestos en una chalupa sin cartas de navegación a la altura de Tofoa. La gesta de llegar hasta Timor tras 41 días de travesía en un bote tan pequeño, sobrecargado de gente, sin apenas agua ni provisiones, es considerada como una gesta de la navegación aún hoy en día.

El resto de la historia es tal cual. Pticairn, el HMS Pandora para su caza y captura, su naufragio en los atolones, el infierno de los sobrevivientes y sus descendientes actuales en esa isla solitaria (entonces con una posición errónea en las cartas marinas), situada 1.300 millas náuticas al Sureste del archipiélago de Tahiti.

Lo de la bella tahitiana líada con Fletcher Christian y otros edulcorados románticos no son más que añadidos para hacer más atractiva comercialmente la película.

Dejo a tu consideración publicar estas observaciones que no son más que puntualizaciones a la historia de la Bounty que está muy bien documentada en Internet.

FG dijo...

La Bounty fue una nave armada, sin la consideración exacta de buque de guerra por no llevar mandos militares a bordo. El Capt. Bligh había tenido ya problemas como oficial de derrota de otros buques del Almirantazgo como el Moonmouth, el Crescent y el Ranger, debido a su carácter "exigente y reacio a dispensar alabanzas" (Il Bounty, Milan 1984). Galgos o podencos, los detalles varían según las fuentes. Las utilizadas en esta entrada se encuentran en la National Library de Nuku'Alofa (Tonga Islands) y son reproducciones de sus originales: Narrative of the Mutiny on Board HMS Bounty (1792), Bounty Log Books (originales de bitácora en la Mitchell Library de Sidney, Australia), The Journals de James Morrison y John Fryer (originales en la United Service Institution, Londres) y las minutas del consejo de guerra celebrado en Spithead a bordo de la Royal William. También he consultado el poema The Island, de Byron, que comienza con: Awake, bold Bligh!! The foe is at the gate!, etc. El nada supuesto ardor de las mujeres polinésicas está documentado en grabados existentes en las islas de Nomuka y Tubuai.

Jesús dijo...

En estas historias tan antiguas siempre hay variaciones que no influyen demasiado en el desarrollo del relato que, por otro lado, me parece excelente en tan poco espacio. ¡Enhorabuena!

Maëva dijo...

"No hay que olvidar que los acontecimientos de la Bounty se prestan, en cierto modo, a una interpretación simbólica: no tanto por la contraposición entre el espíritu del mal (Bligh) y el espíritu del bien (Christian) como por el dilema entre autoritarismo y libertad, dramáticamente planteados en los acontecimientos acaecidos en estos parajes del Pacífico."

Maëva (traducción de FG)

Jorge Juan dijo...

No nos liemos Mr.Gutierrez. El barco era de guerra por estar armado y la disciplina a bordo era militar. Bligh salió con su honorabilidad sin un rasguño al margen de que hubiera tenido trifulcas con las tripulaciones de otros bajo su mando. La armada británica era muy estricta y exigente. Tal vez por eso nos dieron bien en Trafalgar aparte de la incompetencia y cobardía del un tal Villeneuve. Las levas españolas se componían de gente mal pagada, alimentada e instruida, todo lo contrario que la británica.

Todo lo que cuentas de los sitios que dices en Tonga, me lo creo. No faltaría más, pero como muy bien Maeva, los hechos se distorsionan hasta convertirse en una leyenda con connotaciones folletinescas y románticas que es lo que le da más sabor aún al plato.

FG dijo...

A ver, que yo no he inventado nada en esta historia ni soy responsable de que el buque fuera lo que le saliera de los ovoides a quien le tuviera que salir. Me he limitado a resumir una historia documentada en las fuentes que cito. Nada más.

JJ dijo...

Y quien dice lo contrario?

FG dijo...

No se dice lo contrario pero se discuten los detalles de los que, insisto, solo soy un transcriptor y "resumidor" de la historia, leyenda o como coño lo queramos llamar.

No sé si los marinos españoles eran, como dice JJ, gente mal pagada, alimentada e instruida, pero descubrieron América y fueron los primeros en dar la vuelta al mundo, con lo que me parece que no lo harían tan mal.