sábado, 4 de julio de 2015

Machu Picchu

Con demasiada frecuencia corremos a adquirir cosas y a visitar lugares que, en realidad, ni necesitamos ni nos entusiasman, tan solo porque el matrix de la publicidad y las agencias de viajes han conseguido representarlos en nuestra mente como imprescindibles, sugestivos, precisos e ineludibles. Llegar al Machu Picchu desde Europa supone una inversión de dinero –plata- y de tiempo –oro- muy superior a lo que uno recibe en reciprocidad a los metales trocados, que no compensa de ningún modo el esfuerzo económico realizado.

P1000389Desde mi llegada al Paraguay, en el verano austral del 2005, consideré como indispensable en el equipaje cultural del viajero la visita a los tres iconos sudamericanos de –supuesta- obligada pleitesía: las cataratas de Iguazú, Ushuaia –la ciudad más austral del mundo– y Machu Picchu. Pronto cumplí con los dos primeros. Sin embargo, la ciudad sagrada de los incas se me resistió hasta diez años después, justo hasta la pasada Semana Santa de 2015.

A partir de Lima, tras nuestras 24 horas en la capital peruana, volamos a Cuzco, donde fuimos recibidos en el Novotel con un áspero té de coca contra el soroche o mal de altura. Sorprende esta ciudad andina por el primor de sus iglesias y palacios, su bellísima plaza de Armas o huacaypata, edificada sobre un pantano, y sus interesantes alrededores.

En nuestro camino a Ollantaytambo para tomar el tren a Machu Picchu Pueblo –antes Aguascalientes– visitamos Pisac, en el Valle de los Reyes, que no ofrece mucho más que una vistosa y colorida artesanía local. Lugares entretenidos donde tuvimos oportunidad de observar, vivitos y coleando, unos encantadores animalitos llamados cuis, especie de fancy rats como la que nos habíamos cenado al horno la noche anterior en el restaurante El Truco, de Cuzco. ¡Triste final para bichos tan delicados!

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En fin, que después de una hora larga en un voluntarioso convoy de Inca Rail, lento y bamboleante, más caro que un tren de alta velocidad en Europa, bordeando a ratos las aguas bravas del río Alcamayo, llegamos a nuestro destino. Cena en El indio feliz –bueno pero no barato– y descanso en Casa Andina –impecable- hasta la mañana de nuestro “día D” del Machu Picchu y su mística.

Por suerte, contamos con un guía extraordinario, Agustín Maimani, enciclopédico y claro en sus explicaciones, con un conocimiento amplio y profundo de la historia y vicisitudes del lugar. Para los que hemos tenido el privilegio de visitar Angkor Wat, en Camboya, la mayor estructura religiosa jamás construida, el Machu Picchu –en quechua, montaña vieja– no puede entusiasmarnos demasiado, a no ser por su ubicación en un cerro a casi 2.500 metros de altura. Los incas, que no conocían la escritura propiamente dicha, no dejaron constancia sobre el uso y finalidad de su ciudadela: todo lo que se cuenta sobre el lugar es pura entelequia, especulación y fantasía.

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La zona arqueológica solo es accesible a través de los caminos incaicos que llegan hasta ella –guía obligatorio- o en bus, utilizando la carretera que asciende, zigzagueando, desde la estación de tren ubicada al fondo del cañón. Ninguna de las dos formas exime al visitante de pagar el oneroso precio exigido por el ingreso a las ruinas, más del doble que una entrada para el Museo del Louvre en París.

Sorprende conocer que el descubridor del lugar fuera el cusqueño Agustín Lizárraga, en 1902, dejando constancia de ello en un grafiti que, pocos años después, en 1911, fue cuidadosamente destruido por el explorador estadounidense Hiram Bingham, patrocinado por la Universidad de Yale y la National Geographic Society, para adjudicarse su autoría. Con los fondos de estas dos instituciones se construyó la carretera de acceso que, aún hoy, conserva el nombre del gringo, en honor del supuesto descubridor o, más bien, en honor del indecente poder del dinero.

Dice mi mujer que quien paga manda, y añado yo, con Machado, que solo el necio confunde valor y precio.


IMÁGENES: Arriba, dos de los tres expedicionarios. Centro, el tren que nos llevó a Machu Picchu Pueblo. Abajo, sitio arqueológico a 2.430 metros sobre el nivel del mar, exactamente. (Fotos del autor)

Nuestro agradecimiento a Rosa, Fernando y Santiago, de ZARTRAVEL, y a sus receptivos en Perú. Gracias a todos ellos resultó un viaje perfecto.

6 comentarios:

FD dijo...

Bravo Félix buen relato...al que estuvo allí les dará gracias y al que no la ilusión preparándose una bolsa de oro para tiquetes ...
Buen paseo en el pireneo

Elías dijo...

Gracias Félix! Yo estuve por ir a Machu Pichu en semana santa pero al final desistí y cambié por una semana combinada de Usuhaia y El Calafate. Me pareció que iba a ser muy exigente en lo físico (me contaron de un colega se murió de un paro cardíaco por la altura o algo así) y también me pareció caro. También pasa que ya estoy un poco cansado (podrido?) de visitar ruinas y museos y más bien busco experiencias.
Me vino bien tu comentario!
Un abrazo, Elías

Rafa dijo...

Querido Felix,
Llevaba dos semanas sin leer tu blog que me ha encantado. En particular el último, referente al Machu Pichu porque mi viaje desde Caracas donde yo vivía en 1975 tenía por destino la estancia allí de 1 ó 2 meses, iba con un amigo venezolano -de Belchite- que acababa de ganar la oposición de profesor titular de la UCC (Universidad Central de Caracas), yo me había despedido de la Fundación La Salle de CC. NN. en Isla Margarita, Estado de Nueva Esparta. Nombre atribuido a su enorme resistencia a las huestes de López de Aguirre (entre otras heroicidades del lugar cabe citar la población de Matasiete) así que bien puesto el nombre ...

Se lo pasaré a dos amigos que estuvieron el año pasado allí - uno acompañado con su señora y el otro no que es viudo- . Quedaron gratamente sorprendidos y encantados pese a que por estar ambos delicados del corazón tuvieron que pasar por el hospital y no sé qué comprar o alquilar botellas de oxígeno y mascarilla ...
Y es que mi teoría es que ahora que se ha puesto de moda viajar mientras más de pueblo chico se es más lejos se quiere ir la gente, hoy a eso de conocer mundo, particularmente en los viajes de novios. A todas las bodas que voy pregunto por educación ... y muerto de la risa por dentro ¿dónde piensan ir los novios?. Esta primavera-verano con 3 bodas que tengo, la 4ª es en Octubre. Por cierto el funeral lo tuvimos antes que la 1ª boda que fue el día 1 de mayo. imagina "la pechá" de reír que me voy a dar: Viajan unos a Tailandia y Camboya, los más osados y con mayor poder adquisitivo también al SE asiático, la Polinesia, Norte América -prácticamente la vuelta al mundo- ... nos dice el padre de la novia. Y pensar que con mi regalo en metálico voy a colaborar ...
Siempre recuerdo lo que nos decía el profesor de Química de 5º de bachillerato en los SS. Corazones de Martín de los Heros, Madrid: "Algunos pasan por las lecciones como las maletas por las estaciones que no se enteran de nada". Pues eso les pasa a los viajeros de hoy ... o ¿es que sabe mejor los polvos en esos lugares remotos?.

Un abrazo

Anónimo dijo...

Gracias Félix. Tacho el Macchu Pichu de los viajes pendientes. Hace poco estuve en Toledo (España) de turista pero con guía oficial (visita diurna y nocturna). Me encanto la "Imperial Toledo" y a sólo 4 horas de mañolandia.

Un abrazo.
Juan, desde Zaragoza

Jorge A. dijo...

Joder, yo no me comería una rata de indias ni tostaó. Tienes razón que para nuestra cultura occidental se trata de una mascota a la que nadie se le ocurriría meterle el diente, lo mismo que a los perros. Con los gatos hay menos conmiseración. De ahí la frase del gato por liebre y que más de alguno habrá probado pensando que era un conejo, sobre todos los que hicimos la mili.
Por lo demás, no me parece mal que os cobren un potosí por la visita al santuario de los incas. Para mí que deberían prohibir las visitas masivas de turistas, tal como hicieron con las cuevas de Altamira, pues los turistas de hoy en día no suelen predicar con el respeto al medioambiente que pisan y hay que preservar la historia para que las futuras generaciones también tengan la oportunidad de admirar lo mismo que hicieron sus ancestros del siglo XXI.

FG dijo...

Entonces, tampoco te comerías las orugas del mapani en Sudáfrica. ¡Tan ricas con tomate y picante! ;-)