sábado, 10 de mayo de 2014

Inodoro

Acabo de leer en al diario ABC de Madrid la historia de un submarino alemán hundido por culpa del mal funcionamiento de un inodoro. Cuentan que los retretes de los primeros sumergibles únicamente podían ser usados cuando navegaban cerca de la superficie, vertiendo su contenido directamente al mar.

Los ingenieros alemanes no tardaron en diseñar un sistema de sanitarios de alta presión para que los retretes pudieran utilizarse a grandes profundidades, pero su funcionamiento resultó tan complicado que tuvieron que redactar un manual de instrucciones y formar a un tripulante encargado de su operación. En una desgraciada intervención, el especialista abrió una válvula que conectaba con el mar sin cerrar antes otra interior, lo que provocó que el submarino comenzara a inundarse. Para reparar la avería, decidieron subir a la superficie, donde fueron inmediatamente detectados por la aviación aliada quien, en un contundente ataque, envió la nave al fondo del océano.

inodoro 1Pasando capítulo, se me ocurren algunas consideraciones. Cuando alguien decide hacer uso del inodoro para satisfacer sus necesidades biológicas, está inevitablemente contaminando el agua. Se estima que una familia de cinco personas infecta más de 150 000 litros de agua al transportar unos 250 kilos de heces y 2 500 litros de orina en un año.

Hace cerca de 4.000 años, los cretenses ya disponían, en el palacio minoico de Cnosos, de una especie de inodoro. Constaba de una cisterna destinada a recoger agua de lluvia, taza y canal de desagüe, pero el progreso fue lento. Solo hace dos siglos que las cloacas sirven a domicilios privados. Durante muchísimo años, léase toda la Edad Media y más adelante, el escatológico contenido de los orinales era vertido a la calle desde ventanas y balcones. Para advertir a los transeúntes del peligro se daba, unos segundos antes, el grito de "¡agua va!". Al escucharlo, la gente se apresuraba a buscar un lugar seguro donde guarecerse del inmundo chaparrón.

Aunque el hombre primitivo, tal vez consciente de la toxicidad de sus desechos, se instalaba cerca de alguna fuente natural de agua corriente, fueron los habitantes de las islas Orcadas, en Escocia, quienes construyeron los primeros sistemas tipo letrina para alejar de sus hogares el maloliente detritus. Una serie de toscas conducciones iban desde las viviendas de piedra hasta los torrentes, lo que permitía dar rienda suelta a sus necesidades en el interior de sus casas, supuestamente bien ventiladas, sin tener que salir al exterior.

inodoro 2

Egipcios y romanos evolucionaron la técnica de los cuartos de baño pero, sin duda, los precursores del higiénico cambio fueron los ingleses y, sobre todo, el poeta John Harington quien, en 1597, desarrolló el water closet de válvula, que fue instalado en el palacio de la reina Isabel I. Dos siglos y medio más tarde, en virtud del Acta de Salud Pública inglesa, se obligó a dotar con un inodoro a todas las casas de nueva construcción. Los campesinos ingleses siguieron llamándolo john por muchos años, en homenaje a su precursor. Hacia 1890 ya había triunfado en toda Europa.

inodoro pereyra y mendietaErasmo de Rotterdam, el erudito humanista del siglo XVI, que escribió uno de los primeros tratados de etiqueta de la historia, nos aporta unas normas de conducta para el cuarto de baño y las funciones corporales. Nos advierte de que “es descortés saludar a alguien mientras esté orinando o defecando” y, en lo que se refiere a soltar ventosidades, recomienda “disimular con una tos el estruendo explosivo del pedo”.

Mi inodoro favorito es Inodoro Pereyra, gaucho renegau del comic argentino: “Soy Pereyra por mi mama e Inodoro por mi tata, que era sanitario”.


IMÁGENES: Arriba, inodoro-trono de diseño renacentista. Centro, letrina pública romana en Ostia Antica. Abajo, Inodoro Pereyra tomando mate con su perro Mendieta.

Después de escribir esta entrada, me entero de que la ONU creó el año pasado el “Día Mundial del Retrete”, a ¿celebrar? cada 19 de noviembre. Aquí dejo el enlace para acceder a la interesantísima página de la ONU.

5 comentarios:

Ignacio dijo...

Un tema de gran interés social que resulta insoslayable en estos momentos de incertidumbre mundial. Para profundizar en este artículo sugiero una segunda lectura, de ser posible reposada en algún dispositivo electrónico sentado/a durante el acto de la evacuación. Aporta una conocimiento muy experiencial de esta prosaica materia. Félix te sugiero un futuro artículo sobre el tema "mitos y realidades de leer defecando" y "leer evacuando o evacuar leyendo". Un abrazo tico.

Jorge Juan A. dijo...

En España, como bien sabes, hasta bien entrados los 60, muchas casas de pueblo, no digamos de cortijos y fincas, el retrete era la porquera o el establo, dependiendo que tipo de animal tuvieran. Mi tío tenía una finca donde se une la Mancha con Andalucía en la que si querías plantar un pino, tenías que irte con las vacas o contar con un orinal. Eso si lo he visto yo y tengo una anécdota bien escatológica o como se diga de un suceso acaecido a un político que se pegó un susto de muerte cuando estaba aliviando aguas mayores en el establo. Algún día te la contaré para que fabriques un blog con ella.

Jorge Juan A. dijo...

Ahondando en la historia de los submarinos, es cierto lo que cuentas, como también que existía un retrete desmontable que había que colocar en el guardamancebos de sotavento por eso de que el viento no te devolviera con efecto bumerán los desechos que con tanto entusiasmo habías expulsado segundos antes. Este artilugio lo utilizaban cuando estaban en superficie, que era casi todo el tiempo debido a que las baterías de los motores eléctricos del submarino tenían que recargarse en superficie y que los sistemas de detección no eran los de hoy. Hay mucha leyenda sobre los submarinos de la II Guerra Mundial. La mejor película que se ha hecho al respecto, se llama "Das Boot" y la hizo Wolfgang Petersen (Troya, Poseidón, La tormenta perfecta). Refleja muchísimo la realidad de la vida a bordo de esos ataúdes marinos.

Anónimo dijo...

Dicen que, en Asunción, hasta bien entrados los años 50 las casas no tenían sanitarios en su interior o al menos así se desprende de un librito que me dejaron y que escribió un periodista yanqui, de la CIA por supuesto, sobre el Paraguay. Se llama "Paraguay bajo Stroessner" y data de 1984, cinco años antes de su defenestración. No lo vas a encontrar por ninguna parte. Está descatalogado y no pude ver su ISBN por ninguna parte, aunque bien es cierto que el libro no tenía tapas y todos sus bordes y más de alguna página, aparte de estar pegada con algunas otras, estaban triturados por los dientes de un can.

Elías dijo...

Me gustó el nuevo post. Me hizo acordar que en las Estancias Jesuíticas de Córdoba (ahora patrimonio de la humanidad), tenían inodoros activados por un arroyo serrano.