sábado, 12 de abril de 2014

Zapatos

ryokan-yachiyo-kyoto-ryokanÉrase una vez un japonés propietario de una modesta posada rural o ryokan, que tenía un gran conocimiento de diagnosis oriental. Podía determinar el carácter de sus clientes –que se descalzaban para entrar en el hotelito– examinando sus zapatos, y así decidía en qué habitación colocar a cada uno. Sabía ver, por ejemplo, si un determinado cliente debía estar cerca del baño o si convenía que pagara por adelantado o si roncaba, en cuyo caso le daba una habitación retirada para no molestar el sueño de los demás. A juzgar por la calidad de los zapatos, calculaba cuánto podría pagar y, de esa manera, se permitía cierta generosidad con aquellos que la necesitaban.

Sin conocer una palabra sobre estas cosas del diagnosis y la bioenergética, suelo prestar atención, por puro entretenimiento, a los zapatos de la gente, como un juego trivial para obtener pistas acerca de su personalidad. Comencé hace unos años en Paraguay, con la tropa del proyecto en el que trabajaba. Calzado limpio revela una persona concienzuda, que cuida los detalles. Este era el caso de uno de mis colegas, argentino, cuya meticulosidad incluía tener siempre en su despacho betún, cepillo y bayeta, por si había que salir corriendo a una reunión imprevista.

Cuando los zapatos lucen moderadamente cuidados, significa que la persona está más relajada respecto a su imagen y, probablemente, le conceda más importancia a la substancia de su personalidad o a la calidad de su trabajo que al lustre de su calzado. Creo que pertenezco a este grupo. Me gustaba –me sigue gustando- comprar zapatos buenos, Sebago, a unos 100 dólares el par. Caros para entonces. Contrastaban con los zapatos de saldo que solía llevar mi otro cofrade, adquiridos en las rebajas de “la tutti”, aireando así su naturaleza tacaña, roñosa y cicatera.

Zapatos 2

Los zapatos nos pueden informar sobre las ocupaciones de quien los calza. Si el talón derecho está más gastado que el izquierdo, probablemente el individuo pasa mucho tiempo conduciendo un automóvil: el desgaste se produce al mantener cierta presión sobre el acelerador. Una persona que está de pie durante muchas horas tendrá zapatos deformados por los lados, porque el peso del cuerpo los ensancha y aplana.

Si están particularmente sucios o descuidados, es probable que la persona sufra de un alto grado de caos en su vida, consecuencia de alguna enfermedad física o mental o de problemas económicos. O, simplemente, que sea un guarro.

Siento algo especial por mis zapatos y sufro cuando tengo que dar de baja a un par que ha formado parte de mi atuendo durante una larga temporada. A veces los tiro al contenedor de la basura desde donde, supongo, acabarán en la incineradora municipal. Me impresiona casi tanto como incinerar a un muerto, aunque no te den las cenizas.

zapatoSi me parece que aún pueden rendir unos kilómetros más, los deposito en las cajas que algunas oenegés sitúan estratégicamente para recoger ropa y zapatos usados. Dicen que los reciclan y sirven para calzar a cualquier desgraciado que los necesite. No me importa que mis Sebago conozcan otros pies, otros países, otras mierdas de perro. Visualizo mis zapatos caminando por el Congo exbelga. Me los imagino ahítos del olor fuerte y ácido de un negrazo gordo sin calcetines que, probablemente, coma demasiados alimentos de origen animal y le suden mucho los pies… lo cual suele indicar riñones sobrecargados, sobrepeso e hipertensión. Un olor acre, áspero y picante, denunciará algún desequilibrio en el intestino grueso.

Dice mi muer que la salud no solo está en el plato sino también en el zapato.


IMÁGENES: Arriba, entrada a una “ryokan”. Centro, colección de zapatos informales de “Sebago”. Abajo, triste final.

5 comentarios:

Ana E. dijo...

A mí siempre me han llevado los zapatos abandonados en las calles a inventar historias singulares como ellos, que raramente se encuentran por pares.
Y más historias me inspiran las gentes que ni siquiera tienen acceso a protegerse de alguna manera esa base tan fundamental del cuerpo humano que nos sostiene sobre la tierra...
Felices Pascuas dondequiera que estés.

JJ dijo...

Comparto contigo lo de los zapatos. La imagen dice más que mil palabras, sobre todo, la primera impresión. A veces esa es fundamental.

Desde hace muchísimos años calzo los famosos Castellanos madrileños y los Sebago náuticos. No los cambiaré por otros nunca. Yo creo que también influyen mucho nuestros propios gustos que a otros les pueden parecer manías. A mí, por llevar ese tipo de zapatos me han llamado pijo siempre. Me da lo mismo. Yo feliz que es lo que me importa, y lo práctico es que ni los Castellanos ni los Sebago requieren demasiados cuidados. A los primeros basta pasarles un trozo de papel de cocina todos los días para que brillen salvo cuando te los has puesto de barro hasta el corvejón. Los Sebago necesitan aún menos cuidados. Los metes en la lavadora y quedan como nuevos. Ambos duran y duran como las Duracell. 130 Euros de los Castellanos divididos por 10 o 12 años que te dura un par más tres o cuatro cambios de suela, vienen a suponer un gasto muy inferior a los 20 pares de zapatos chinos que se tendrían que comprar para superar esa marca. Si se multiplica 20 Euros x 20 pares, el resultado son 400 Euros. Creo que la diferencia no deja lugar a dudas. Ah, y además son tan bonitos que los puedes llevar con todo tipo de ropa sin desafinar.

Ramon Tejeiro dijo...

Hola Maestro:

La psicología de los zapatos no es nueva, pero sí es esclarecedora. En los cursillos de microfinanzas se reomienda mirar a los pies de los solicitantes, pues los primeros sintomas de prosperidad de las microempresas se ven en los zapatos de los dueños.
A mi madre también le ha gustado tu reflexión y ha decidido sumarse a la nómina de tus lectores.
Un abrazo.
Ramón

Elías dijo...

Me gustó el tema de los zapatos. Creo que además es como vos decís allí en la realidad.
Un abrazo y siempre tus envíos son bienvenidos.

Darío C. dijo...

Me encantó la descripción de los Zapatos y estoy seguro que quien los calza, la mayoría de veces es compatible con su personalidad,
El de las Mujeres escrito por tu esposa... Muy interesante.