sábado, 1 de febrero de 2014

La apasionante vida sexual del percebe

Los medios de comunicación ya no son lo que eran. Su función vital de informar se ha prostituido de tal modo que ahora su objetivo se reduce a vender más diarios o a superar la audiencia de los competidores; no importa cómo. La información se manipula, se pervierte y se envilece hasta donde sea necesario para satisfacer los intereses del editor o de la cadena. De ahí que tengamos medios socialistas, monárquicos, sindicalistas, republicanos, independentistas… De derechas, de izquierdas, progresistas, talibanes intransigentes… Cada uno lee exclusivamente lo que satisface sus instintos. La información queda relegada a un segundo, tercero o n-término.

No tengo este problema con mi blog. Quebrando albores, me había prometido no escribir nunca de política ni de religión, pero el discurrir de los días te va conduciendo hacia otros derroteros para que no falte en la salsa un perejil. ¿Cómo no dedicarle una entrada a Mandela o a los Reyes Magos o a los independentistas vascos y catalanes –hábiles másteres en manipulación insidiosa– o a la madre que los parió? Mi público, variado, culto, multirracial y multipaís, selecto e inteligente donde los haya, suele calificar mis entradas “bastante bien”… Que no es que sea la pera limonera, pero ya me vale para mis modestas pretensiones: entretener a quien se deje y, de paso, satisfacer mi instinto escribidor.

percebes 1Considerando lo anterior, voy a contarles hoy algo de lo que, probablemente, no sabrán ustedes una sola palabra: la vida sexual del percebe. Información pura y genuina, desinteresada y nada partidista como verán. Pero, claro, primero tendré que explicar a una buena parte de mis lectores qué es un percebe. El diccionario de la RAE lo define –segunda acepción– como “persona torpe o ignorante”. No me sirve por su obvio hedor a político. La primera está más cerca de la realidad: “crustáceo cirrópodo, que tiene un pedúnculo carnoso con el cual se adhiere a los peñascos de las costas. Se cría formando grupos y es comestible”. Mejor les dejo una foto para que se familiaricen con el bicho. Mi mujer opina que es repugnante, y que no entiende cómo puede llegar a cotizarse hasta 300 euros el kilo en algunas fechas.

Pero vayamos con la vida sexual de este, para gente de buen comer como yo, lujo gastronómico. El percebe suscita la admiración y la envidia de los machos de cualquier otra especie por tener el pene más largo que su propio cuerpo, cuya flexibilidad le permite contraerse, estirarse y moverse en cualquier dirección. Cuando el miembro sale de la uña se mueve muy hábilmente, escudriñando el contorno con la punta, lo que sugiere que está buscando señales químicas que le indiquen el camino a seguir. Aun así, debe resultar muy complicado mantener relaciones cuando uno está permanentemente pegado a una roca, de modo que el cirrópodo, con perdón, no siempre consigue culminar su objetivo por muy esplendoroso que sea su miembro. Para llegar hasta las parejas que se encuentran lejos, el percebe ha desarrollado otra estrategia: expulsar su esperma a las corrientes marinas, a ver si hay suerte. ¡Lástima de orgasmo!

percebeiros-3

Por primera vez, un equipo de científicos del Acuarium Finisterre ha pillado al percebe copulando. Y sí, está muy bien dotado, aunque no tanto como sostiene la mitología popular. La leyenda del percebe se achica. Han determinado que su falo en erección no multiplica su tamaño por 40, ni por 20, ni siquiera por dos, sino por uno y medio aproximadamente. No obstante, si esta proporción se mantuviera en un humano de 1,80 m de altura, calculen ustedes.

Una vez que el macho localiza con su miembro los cirros de su ocasional pareja, se desliza entre ellos y sigue avanzando en busca del lugar adecuado donde depositar una generosa cantidad de animosos espermatozoides.

Apasionante hasta el final, puesto que se trata de una especie hermafrodita.


IMÁGENES: Arriba, percebes; abajo, “percebeiros” (pescadores o, mejor, recolectores de percebes) jugándose el tipo sobre las rocas batidas por el mar. Van encordados pero, aún amarrados, hacen falta muchos huevos para estar ahí. Estuve una vez de joven y juré que no volvería. Sin embargo, ven, volar en parapente no me impresiona tanto.

6 comentarios:

Maribel dijo...

Me he quedado “anonada” cuanto curro para tan feo bicho ….de acuerdo con mi amiga , interesante , lo voy a contar, tal como lo leí .
Estoy pensando……….

José Antonio T. dijo...

Con el escrito de hoy aprendí una nueva cosa, no sabía de esa faceta sexual del percebe. Muchas gracias por mi parte.

Alberto K. dijo...

Te comento que he editado un libro sobre mi experiencia en el camino de Santiago, siempre sigo tus comentarios y me resultan siempre simpáticos y entretenidos.
Si tienes tiempo y te interesa, agradezco también tus comentarios. La idea es presentar el libro en la feria de Madrid en mayo y primero en Buenos Aires en marzo.

FG dijo...

Para José Antonio: Pobre bicho, tanta herramienta para tan poco trabajo.
Para Alberto: Cuenta con que iré a Madrid a la presentación de tu libro, de no estar fuera de España.

Jorge Juan A. dijo...

Ojalá hubiera muchas y muchos como tu mujer, a los que les diera grima, asco o lo que sea, el percebe. Así tocaríamos a más a los que nos encanta comer falos marinos con ese sabor a mar tan profundo y extraordinario.

Por último, lo último, tantas vueltas a lo del falo del percebe para que al final vengas a decir lo que nadie se podía esperar, que son hermafroditas. Es una suerte para ellos, oyes, así se lo hacen solos sin tener que pasar las de Caín para conseguirte una a la que acercarle el instrumento y tocarle una obertura de estilo wagneriano. A veces pienso que nos tenían que haber hecho una espina dorsal más flexible.....Se habrían evitado muchos disgustos y cadáveres de todo tipo.

Rafa S. dijo...

En el medio acuático es muy común, y la forma más extendida de reproducción, que los productos sexuales se suelten en el agua en la zona de reunión y en la época propicia. Caso de moluscos, peces,....
Algunos peces pueden tener cópula (caso de tiburones). También los crustáceos (langostinos,...).