sábado, 14 de septiembre de 2013

Diada

“Charlotada de cadena humana, desde los puticlubs de La Junquera
hasta la raya de picadores de Vinaroz.” (A. Burgos)

Este texto no trata de política, sino de historia de España. De la historia de una querida región que siempre formó parte de ella, y que algunos aldeanos nacionalistas de pesebre, casposos analfabetos –histórica y culturalmente hablando–, tratan de extraviar de este entramado de tribus y hordas de locos egregios que desde siempre hemos sido, y a mucha honra, los españoles.

Cada año, el 11 de septiembre, Cataluña celebra la Diada [1], elevada a la categoría de fiesta nacional por mor del estatut, como gustan llamar a su acuerdo –centrado siempre en la pela [2]- con el gobierno central. No me parece que sea una fecha de mucho celebrar considerando que un día como este, en el año del Señor de 1714, Barcelona se rendía a las tropas de Felipe V, incorporándose así, como un territorio más, a la Corona de Castilla.

Diada Més que els castellans

Hagamos un sencillo ejerció de memoria histórica, tan al gusto de supuestos progresistas zocatos. Durante el conflicto bélico originado por los desacuerdos en la sucesión al trono de España, el país se partió en dos. Aragón proclamó rey al archiduque Carlos de Austria, mientras Castilla se decantaba por Felipe V, hijo de Luis XIV de Francia. Para evitar que los franceses se convirtieran en el nuevo árbitro de la política europea, Inglaterra, siempre al quite, decidió tomar partido por el austriaco, y el conflicto se internacionalizó.

Tras 10 años de pelea, el cansancio impulsó a los beligerantes a buscar la paz. En 1713, se firmó en Utrech (Holanda) un tratado vergonzante para España: Felipe V veía reconocido su derecho al trono a cambio de renunciar a la corona francesa y consentir la pérdida de los Países Bajos -donde tanta sangre española se vertió en su conquista- y la ocupación de Gibraltar y Menorca por los ingleses.

Cataluña decidió continuar la lucha. Luis XIV envió contra ella un poderoso ejército que puso sitio a Barcelona. Abandonada a su suerte por el archiduque Carlos, la defensa de la ciudad quedó al mando de Rafael Casanova, coronel de la milicia urbana. En agosto de 1714 los barceloneses rechazaron el asalto de las tropas borbónicas. El 11 de septiembre, el ejército sitiador volvió a la carga y Casanova, en evitación de mayores males, se presentó en las murallas con el estandarte de Santa Eulalia -única bandera de Barcelona desde 1588- en señal de rendición. Las puertas de la ciudad se abrieron y allí acabó todo.

Diada Casanova herido1714

Ese mismo día, antes de la caída de la arrasada ciudad, Casanova había firmado una proclama dirigida a los barceloneses, como el grito desesperado de un patriota español. A él se brinda la ofrenda floral de la Diada, memoria melancólica de una derrota. En Cataluña se oculta cuidadosamente este manifiesto, del que rescato un par de párrafos: “Se hace saber que esta ciudad, en la que hoy reside la libertad de España, está expuesta a verse abocada a una extrema esclavitud. […] Se confía en que todos, como verdaderos hijos de la patria, acudirán a los lugares señalados a fin de derramar gloriosamente su sangre y vida por su rey, por su honor, por la patria y por la libertad de España”.

Dice mi mujer que le parece magnífico rendir homenaje a la memoria de este hombre. Insinuar, siquiera, que Casanova luchó por la independencia de Cataluña o que tuvo algo que ver con el nacionalismo catalán es, simplemente, falsear la historia.

Manipular la dignidad de un pueblo.


IMÁGENES: Arriba, una frase del poeta catalán Joan Maragall: “Somos más españoles que los castellanos”. Abajo, Casanova herido mientras alentaba a la defensa de Barcelona, pintura de F. Blanch. 

Documentos de referencia para esta entrada: (i) el texto “La caída de Barcelona y la abolición de la Generalitat”, (ii) la web oficial de la Generalitat de Catalunya –plagada de inexactitudes, medias verdades y gruesas mentiras–, (iii) “La Diada, homenaje a un español”, de Jaime Ignacio del Burgo, (iv) “Historia total de España”, de Ricardo de la Cierva,(v) “Síntesis de la historia de Cataluña”, de Ferrán Soldevila y (vi) el Tratado de Utrech que, armándome de paciencia, he leído completamente.

[1] Díada, término acuñado por el sociólogo alemán Georg Simmel (1858-1918), en su investigación sobre la dinámica de pequeños grupos sociales. ¡Qué casualidad!
[2] Pela, f. coloq.
peseta (moneda española).

4 comentarios:

Jorge dijo...

Es penoso el origen de las monarquías y de la monarquía española. Aparte de que tenemos un rey que se califica él solo por sus actos, resulta que ser rey es una especie de profesión, y ahí estaban unos franceses, Borbones y reyes de profesión, y nosotros llamamos a uno como quien llama a un fontanero, no que eligiéramos a un español para liderarnos y gobernarnos.

Diego G. dijo...

Muy comedido, supongo que te habrás hecho sangre mordiéndote la lengua...
Aparte de los gastos "por procedimiento de urgencia sin publicidad" del otro día, otro link que hace que casi casi casi uno se alegra de que no tengamos olimpiadas, para que les den por culo a todos éstos:

http://www.eldiario.es/sociedad/madrid2020-delegacion-viaje-agentina_0_174982831.html

Juan dijo...

Lamentablemente con el nivel cultural que hay en España (Cataluña incluida) han conseguido que cale muy hondo entre los catalanes que "Espanya ens roba". Lo sé muy bien ya que viajo casi todas las semanas allí. Sin embargo, el tema de la independencia está muy dividido(todavía), aunque ya anda por el 50/50 (según lo que voy indagando disimuladamente, aunque ya he tenido algún incidente verbal al respecto). Han incubado el huevo de la serpiente del odio a España, y ya ha salido la bicha, cuando los políticos chorizos catalans lo único que querían es más "pelas"... En fin, que tiene la cosa muy mala pinta.
Un abrazo desde mañolandia

Jorge Juan dijo...

No solo en Cataluña quieren cocer habas los nuevos catalanes, hijos de emigrantes del siglo pasado que llegaron del Sur para ayudar en la industrialización. Son esos, los llamados charnegos, los que quieren y no pueden, con apellidos tan españoles como García, Martínez, Sánchez, Pérez, etc. los que dicen ser los paladines de la independencia de una región que, como bien narra la historia de verdad, nunca fue nación, ni reino y que desde el nacimiento de la última Constitución española, por la enorme estupidez de establecer como nacionalidades algo que no tenía sentido, algunos quieren inventar, buscando únicamente su propio beneficio.

La verdad es que no es entendible cómo regiones como, por ejemplo, Cataluña, que siempre disfrutó de sus privilegiados derechos forales en perjuicio del resto de los españoles, son tan voraces que no contentas con lo que tienen, continúan pidiendo más, como parásitos imposibles de erradicar. Pero no nos engañemos, que esas vulgares garrapatas, ladillas, piojos y chupópteros incalificables, no son la inmensidad del pueblo catalán, sino que son unos pocos, mucho de ellos con nombres y apellidos españolísimos y llevan años mamando de la teta de los contribuyentes a través del Estado de las Autonomías que es el peor invento que pudieron sacar a la luz los mal llamados padres de la constitución española y los españolitos tontos que no se dieron cuenta de lo que votaban en aquellos años de la transición.

Que no nos engañen y tampoco nos dejemos engañar, la burguesía catalana, la de toda la vida, será nacionalista, pero no como nos la quieren pintar. Son catalanes españoles amantes de sus tradiciones y de su cultura, como yo soy un nacionalista español en tierras extrañas desde hace más de veinte años y muy orgulloso que me siento de serlo a miles de kilómetros de distancia. Pues no faltaría más!

Un abrazo.