sábado, 17 de septiembre de 2016

La mafia del fideo

La cocina del sureste asiático agrupa una decena de países del extremo oriente y Asia que ofrecen un conjunto gastronómico muy influenciado por las dos potencias de la región, China e India, dando lugar a innumerables platos y usos culinarios comunes. Aun así, se distinguen claramente dos tendencias: la insular, con abundancia de pescados, mariscos [1] y verduras, y la genuinamente asiática, a base de cerdo, curry y fideos, con el denominador común del arroz, obviamente. A veces, algunas religiones mayoritarias como el Islam, Hinduismo o Budismo marcan el ritmo de lo que sus incondicionales deben comer o abstenerse.

mafia 1Como apuntaba arriba, dos de los ingredientes principales de esta cocina son el arroz, en sus variedades de grano largo como el basmati o jazmín y los fideos de arroz o fideos chinos, que forman parte de las omnipresentes sopas como la pho bo vietnamita, el nasi goreng de Indonesia o el pancit bihon filipino, al que me aficioné durante mis días de trabajo en Manila.

Quienes me conocen,para bien o para menos bien– saben que soy un tanto cocinillas, es decir, predispuesto a cocinar, dentro de las limitaciones que imponen mis conocimientos gastronómicos más bien justitos y, muchas veces, recién aprendidos en internet.

Hace unos días me atreví con un pancit bihon para dos comensales: Marichu y yo. La receta es muy sencilla: fideos de arroz con las verduras que haya en el frigo, añadiendo camarones o pollo o cerdo o lo que se tenga a mano, del mar o de la tierra, sin que falte un golpe de salsa de soja. Las verduras se pican en bastoncitos, para que se puedan coger mejor con los palillos chinos [2]. Calculé mal los fideos y, en lugar de dos, salieron casi el doble de generosas raciones que, discretamente, me fui comiendo de buen humor, almuerzo y cena, acompañado por el indulgente regodeo de mi amadísima esposa y un afrutado morapio de la tierra, largo y tánico.

mafia 3

Xian Guo-lin, también cocinillas como yo, gastó los ahorros de toda su vida e hipotecó su casa para cumplir su sueño de abrir un restaurante de noodles o fideos chinos en una concurrida calle de Shanghái, una ciudad donde la demanda de comida es muy alta. Sin embargo, a las pocas horas de inaugurar su local, al que llamó Guo-lin Fideos con Carne, Xian debió enfrentarse a las protestas de otros vendedores de fideos que le exigían cerrar el negocio inmediatamente, incluso con amenazas de muerte para él y su familia. [3]

Quienes protestaban contra Xian decían que había violado un convenio privado y sin ninguna base legal– suscrito entre los miembros de la comunidad musulmana Hui para impedir la apertura de un restaurante de fideos con carne en un radio de 400 metros de otro ya existente.

Cuando Xian, que no es musulmán, rehusó cerrar, el local fue rodeado por unos cien individuos que permanecieron allí durante varias semanas, con la policía haciendo la vista gorda, amenazando al personal e impidiendo la entrada de los clientes. Llegaron a ofrecerle hasta 45.000 dólares para que cerrara el negocio en el que había invertido una suma muy superior.

mafia 2

Xian decidió recurrir al Twitter chino, donde recibió más de 40 millones de adhesiones, generando una inesperada cuota de publicidad gratuita para su restaurante, que comenzó a llenarse a diario. Para dar por terminado el conflicto, Xian aceptó quitar la palabra "carne" del nombre del local y el logo de comida halal, preparada bajo los cánones del Islam.

Así, técnicamente, el restaurante dejó de ser competencia de la mafia musulmana del fideo que, en definitiva, terminó ganando el pulso al resignado emprendedor.

El Islam como ideario de paz o el timo de la convivencia multicultural.


IMÁGENES: Arriba, omnipresentes fideos chinos, esta vez con verduras. Centro, el cartel del restaurante de Xian mostrando el hueco dejado por las palabras "carne” y “halal” –en chino, claro- que la mafia le obligó a retirar. Abajo, los clientes se tomaron fotos en el local, las subieron a Weibo, el Twitter chino, y les pidieron a otros que hicieran lo mismo.

[1] Con frecuencia, el marisco o “frutos del mar” incluye únicamente camarones, gambas y langostinos de diversas especies, ignorando muchos otros “frutos” que en esta otra parte del mundo nos parecen deliciosos.

[2] En muchos países latinoamericanos, la gente no utiliza palillos para coger.

[3] La historia de Xian Guo-lin apareció en la BBC, con todo lujo de detalles, en agosto de 2016.

sábado, 3 de septiembre de 2016

Malthus

Durante mi trabajo en Filipinas
tuve ocasión de visitar algunos arrozales.
Me acordé de Malthus y su teoría catastrofista.

imageThomas Malthus, economista inglés del siglo XIX, predijo que, de un modo u otro, estamos irremediablemente condenados a un progresivo y terrorífico empobrecimiento. En su obra Ensayo sobre el principio de la población nos advierte que la capacidad de crecimiento de la población es infinitamente mayor que la capacidad de la tierra para producir alimentos para el hombre. La población, si no encuentra obstáculos, aumenta en progresión geométrica, duplicándose cada 25 años. Los alimentos sólo aumentan en progresión aritmética. La conclusión de Malthus es que llegará un momento en el que, simplemente, los alimentos no alcanzarán para todos: “Parece que una de las inevitables leyes de la naturaleza es que algunos seres humanos sufran de miseria. Estas son las personas que, en la gran lotería de la vida, fracasarán.”

El concepto de Malthus era, si no brillante, aterrador. Malthus propone dos soluciones: la primera, llamada el método positivo, consiste en buscar el camino del equilibrio mediante la muerte, por ejemplo alimentando guerras, epidemias y por supuesto, el hambre. En vez de recomendar higiene y cuidados de salud a los pobres, deberíamos aconsejarles lo contrario, metiendo más gente en sus casas y tratando de provocar la reaparición de alguna epidemia.

Uno de los elementos de la vida social de la Inglaterra de su tiempo contra los que Malthus dirigió buena parte de su atención, fue el de las llamadas Leyes de los Pobres. Estas leyes derivaban de otra emitida en 1601, durante el reinado de Isabel I, en la que se hacía responsable a cada parroquia del cuidado de sus pobres. Dicha legislación tenía un origen basado más en un concepto del pobre como individuo aislado, que de la pobreza como condición social. Se distinguían por entonces cuatro tipos de pobres: ancianos, inhabilitados, desempleados y vagos.

MaltusMalthus pensaba en todo. Su propuesta tenía que ser aplicada de forma moderada ya que, en exceso, podría ocasionar algo “inmoral” para él y su época: sin pobres, la mano de obra barata no existiría y las industrias acabarían colapsando. Malthus era partidario de una mano de obra barata y fácil de manipular.

Creía fehacientemente que la miseria es una ley natural contra la cual es inútil luchar. En caso de que la naturaleza “no corrija su curso” el estado debería “contribuir” a ello, desentendiéndose de la sanidad pública y de cualquier otra norma de protección humana, incluso colaborando con alguna que otra guerra. Su principal criterio era que los subsidios a los pobres no pueden impedir ni la pobreza ni el hambre: “Si los alimentos no alcanzan para todos, un subsidio a los pobres no puede aumentar el volumen de las despensas. Lo único que puede traer consigo es el aumento de la cantidad de pobres, pero en ningún caso más riqueza.”

La otra solución era su método preventivo. El hambre se podría evitar siempre y cuando la población adoptase restricciones, como por ejemplo tener menos hijos. Las diversas medidas de control de natalidad se convierten así en un factor clave en la lucha por el desarrollo, aun cuando no se llega a asegurar que, controlado el crecimiento de la población, el progreso será realmente posible.

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Malthus se equivocó porque no considero la técnica y la tecnología en la implementación de su ensayo. La revolución verde, cuyo origen se dio en el sudeste asiático en los años 60, propició un enorme incremento de la producción agrícola mundial. Las técnicas empleadas en la agricultura, como fertilizantes, pesticidas, regadíos y, más tarde, la modificación genética, acabaron definitivamente con su teoría.

El considerado por algunos “padre de la demografía” tuvo muchos seguidores, a pesar de que su ensayo no pasó de ser, afortunadamente, una mera y desagradable anécdota.


IMÁGENES: Arriba, esquema de la teoría básica de Malthus. Centro, el autor de la teoría. Abajo, una libélula se beneficia de la cosecha de arroz. Mejor en paella, claro.