sábado, 1 de marzo de 2014

La partícula divina

Como medio siglo a.C., en un momento de lucidez mental, el griego Empédocles postuló la teoría de los cuatro elementos que componen la materia: tierra, aire, fuego y agua. Y, no contento con ello, se atrevió a pontificar –aunque no fuera pontífice, sino filósofo– que nuestros huesos se componen de una parte de aire, dos de tierra, dos de agua y cuatro de fuego. No cuenta la historia cómo pudo llegar a esta receta porque si ustedes, curiosos, deciden hacer la prueba, lo que obtendrán será barro caliente con burbujas.

Pronto cayó en la cuenta de que eran necesarias algunas fuerzas para unir estos elementos y se sacó de la chistera el amor y la discordia: el amor para que se junten y la discordia para separarlos. Quizás no fuera muy científico pero los científicos de su época lo aceptaron tal cual.

Aire agua tierra fuego

Poco después, Demócrito desarrolló la “teoría atómica del universo” que se puede esquematizar así: “Los átomos son eternos, indivisibles, homogéneos, incompresibles e invisibles”.

En ello estábamos hasta que, ya en el siglo XX, con el desarrollo de la física nuclear y de la física cuántica, se comprobó que el átomo puede todavía subdividirse en partículas más pequeñas, y los científicos decidieron seguir investigando hasta donde les fuera posible.

Un grupo de ellos se topó con una inmensa llanura en la tierra india de Waxahachie, Texas, y se establecieron allí. Dijéronse unos a otros: “Vamos a construir un colisionador gigante, cuyas colisiones lleguen hasta el principio del tiempo”. Y se sirvieron de los imanes superconductores para curvar y de los protones para machacar.

Bosón traza

Se acercó Yahvé a ver el acelerador que estaban haciendo los hombres, y se dijo: “He aquí un pueblo que está sacando de la confusión lo que yo confundí”. Y el Señor suspiró y dijo: “Bajemos, pues, y démosles la Partícula Divina, de modo que puedan ver cuán bello es el universo que he creado”. (Novísimo Testamento, 11:1)

Higgs dijo que el nombre de “partícula de Dios” era un chiste hecho por otro académico que originalmente la llamó la “partícula maldita”, porque era muy difícil de encontrar. El descubrimiento causó una pérdida de 100 dólares a Stephen Hawking. El famoso físico había apostado con un profesor de la Universidad de Michigan que el bosón no sería encontrado.

Algunos investigadores prefieren llamarla "la partícula de la botella de champagne", haciendo alusión a la anécdota según la cual el físico David J. Miller ganó en 1993 una botella de esta bebida ofrecida por el ministro de ciencia británico como "premio" a quien fuese capaz de explicarle qué era el bosón de Higgs, la partícula divina, en suma.

Sobre la utilidad del descubrimiento, el propio Higgs, a quien le parecía raro que un bosón tuviera nombre de científico, aunque fuera el suyo, escribió: “No tengo ni idea para qué sirve la partícula” y añadió: “Ignoro las aplicaciones prácticas que pueda tener este descubrimiento. El bosón existe por un tiempo muy corto. Probablemente una millonésima de una millonésima de una millonésima de segundo. No sé cómo aplicarlo a algo útil”.

Y es que la “utilidad” del bosón de Higgs es más bien teórica, como parte de las cosas que nos sirven para entender el mundo. Ayuda a explicar cómo las partículas fundamentales ganan masa, una propiedad que les permite unirse y formar los elementos que conocemos del universo, como estrellas y planetas.

Dice mi mujer que dos científicos acaban de ser nominados para el premio Nobel por haber descubierto una partícula aún más pequeña: una brandada de bacalao en el restaurante del Bulli.


IMÁGENES: Arriba, mural “Tierra, aire, fuego y agua” (Alejandro Cañada, 1950), emblemático en el hall del aeropuerto de Zaragoza, hasta que una desgraciada ampliación lo destruyó. Centro, una traza hipotética del bosón de Higgs en una colisión simulada de protón-protón. Abajo, crocant de glaseado al aroma del pino noruego con efluvios microorgánicos de carbón vegetal activado con vichysoisse flatulé al nitrógeno líquido, del mismísimo Bulli.

3 comentarios:

Pedro dijo...

Muy bueno el final en el restaurante del Bulli.
Un abrazo.

Elías B. dijo...

Muchas gracias por la nueva entrada de tu blog. Muy interesante y aunque sea con un enfoque literario, ha tenido "valor agregado" para mí en términos de mi seguimiento periodístico de la máquina de Dios y algunos otros temas científicos. Entre ellos, te dejo una idea, la expedición a Marte sin retorno para los astronautas que irían. Dice que hay muchísimos candidatos. Serán los nuevos Cristóbal Colón y Hernán Cortés del Siglo XXI?.
Un abrazo, Elías

phoenixlandmarklandings dijo...

Muchas gracias por esta última entrada. He disfrutado mucho las anécdotas de los físicos y de la física, al igual que la vinculación a la gastronomía para acabar en una note de humor y antojo.